Antonio Cabrera Díaz

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Antonio Cabrera Díaz

Antonio Cabrera Díaz

Empresario del espectáculo, nace en Madrid en 24 de octubre de 1889. Empezó de joven en el Teatro Circo como "explicador" de películas que no tenían leyenda en el cine mudo. Pasó posteriormente a regentar el Salón Ramírez. Él fue el descubridor y patrocinador de artistas del escenario. Entre éstas estaba la famosa cupletista Dora la Cordobesita que tantos éxitos obtuvo en toda la geografía española. Antonio Cabrera llegó a ser para ella como un padre, pues fue el padrino de su boda, siendo el novio el famoso toro sevillano Chicuelo en el año 1927.

Fue una persona emprendedora abriendo teatros en los años veinte y treinta. Ejecutó la remodelación del Teatro Circo en el año 1924 que cambió el nombre por el de Teatro Duque de Rivas o el Cine Salón San Lorenzo en 1923. No terminó su labor empresarial en estas obras, sino que abrió nuevos locales de cines y teatros tanto Córdoba como en la provincia. Prueba de ello la apertura del teatro-cine al aire libre llamdo Cine Coliseo San Andrés año 1935.[1]

Continuó su labor divulgativa cinematográfica en los Cines de verano, dando apertura en 1943 al recoleto Cine El Rinconcito o en 1943 al Cinema España y otros más repartidos en diferentes barrios cordobeses. Su última realización la plasmó en los años cincuenta abriendo al público el Palacio del Cine y el Cinema Cabrera en el barrio de la Ciudad Jardín de Córdoba, siendo ayudado en este cometido por su hijo Francisco. El Palacio del Cine fue un locar cerrado que servía tanto de teatro como cine, estando ubicado en el corazón mismo de la ciudad, concretamente en la Plaza de las Tendillas.

El nombre de Antonio Cabrera formó parte sustancial de la historia del espectáculo cordobés, que le hizo ocupar un sitio entre los más destacados empresarios de esta faceta en España, alcanzando una fama merecida, pues tuvo visión al ser uno de los precursores del moderno espectáculo. Su sentido artístico, su visión comercial y su decisión de empresario le granjearon una solidez dentro del mundo de la diversión teatral y cinematográfica. Llegó a ser el decano de los empresarios del espectáculo en España. Fue un luchador nato, incansable, en sus cincuenta años de trabajo constante. Hombre activo, vivaz en sus decisiones, siempre dispusto a no perjudicar a nadie, sino a que su empresa marchara por buen camino. Solía afirmar al respecto: -Hay que trabajar con buen pulso, saber dialogar con las gente y portarse justa y honradamente si se quieres que los asuntos salgan a pedir de boca. La clave está en sentirse actor y empresario al mismo tiempo.

Durante décadas mantuvo una figura emblemática al llevar un porte especial, ya que respiraba un cierto espíritu bohemio. El color gris de su cabellera leonada le daba aún más carácter. Llegando a romper con ciertos tópicos provincianos, pues se le vía alternar con personas de la vanguardia artística teatrales o literaria, así como con lo más florido del mundo de la farándula.

Tenía Antonio Cabrera en el Teatro Duque de Rivas un despacho muy recoleto, cuajado de fotos, firmas, autógrafos, sonrisas de famosos y otros recuerdos del mundo artístico, como Ramón Pérez "Rámper", Rafael Arcos o Luis Esteso. Dicho despacho se constituyó en un atractivo para cuantos lo visitaban. Allí ocurrieron muchas anécdotas y cosas importantes al concurrir en tertulias inefables, artistas, literatos y amigos que encontraban en dicho lugar calor, cobijo, amistad, descanso y familiaridad. Por los sabados o domigo concurrían en dicho despacho los siguientes personajes: José Escribane, empresario de la Plaza de Toros; el doctor Jacinto Navas; Enrique Herrera, inspector de policía; Juan Salcines y otros más.

La Empresa Cabrera la dejó bien montada, continuándola su hijo Francisco Cabrera Perales, que al fallecer éste la regentaron sus nietos Antonio y Fernando. Fallece en Córdoba en su domicilio de la Puerta del Rincón el día 12 de diciembre de 1961.

Referencias

  1. Del Ayuntamiento, en el Diario de Córdoba, 23 de noviembre de 1935, pág. 2.

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