Calle San Fernando

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La calle de San Fernando, conocida popularmente como la calle de la Feria, es una de las principales arterias del casco Histórico de la ciudad de Córdoba y es el lugar de comunicación del centro de la ciudad con el río Guadalquivir. Nace en la Calle Diario de Córdoba en su parte norte, muriendo en la Cruz del Rastro en su parte sur, manteniendo diferentes afluentes. En su parte oeste se encuentra el Arco del Portillo, así como la calle Cardenal González y en su parte este con la calle Maese Luis, calle Romero Barros y la calle San Francisco. Desde el año 1925, existen naranjos alineados a cada uno de los lados de la calle. Entre sus puntos de interés encontramos la Ermita de la Aurora, Palacio de los Marqueses del Carpio, Arco del Portillo o la Fuente de la Calle San Fernando


Historia

Calle de San Fernando (finales siglo XIX-principios del XX)

La calle de San Fernando, más conocida entre la población cordobesa como la Calle de la Feria, es una calle surgida como consecuencia del espacio existente entre las murallas que separaban la Villa y la Axerquía. Los límites de la Corduba romana así como de la época visigótica, se encontraban en la parte occidental de la actual calle. Bajo la dominación musulmana, la ciudad se expandió en orientalmente naciendo así la Axerquía a partir de las primeras calles como la calle Maese Luis surgiendo el nombre para esta zona de Barrionuevo[1], edificándose toda el lienzo oriental de la calle a través de los años.

Con el objetivo de ensalzar las fiestas de la Virgen de Linares, su Cabildo encargó a la cofradía del hospital de la Lámpara formada por los calceteros, una feria que durara los ocho días anteriores al de la Virgen de Linares. De aquí nació el título de la calle de la Feria ya que por su tamaño, era el espacio ideal para la celebración de todo tipo de festejos en la ciudad. Al irse adosando tiendas en la parte oeste de la muralla, esta calle comenzó a mostrar una gran actividad comercial, máxime cuando se convirtió en uno de los ejes más importantes de la ciudad, al comunicar el centro con el río y ser el lugar de paso obligado para los que iban o venía de la Villa y se dirigían a la Axerquía. Además, la posibilidad de acomodar a muchas personas en las casas que forman la calle, tal y como ocurría en la Plaza de la Corredera, acogió numerosos festejos, celebraciones, ejecuciones, corridas de toros, etc. lo que hizo que se crearan numerosas ventanas en los edificios que conforman la calle habiendo cientos de ellas con el objetivo de ofrecer las mejores vistas a los espectadores que se reunían.

Fue la calle de la Feria entre los siglos XV y siglo XIX una de las vías más importantes de la ciudad asentándose todo tipo de industriales como cordeleros, toneleros, joyeros, entre otros en la propia calle[2]. SIn embargo, poco a poco fue perdiendo importancia habiendo perdido ya su tránsito y bullicio a principios del siglo XX imponiéndose la recién creada calle Nueva y la próxima apertura de la plaza de las Tendillas


Ya en la época presente en esta calle estaba gran parte de la industria y del comercio de Córdoba. En su amplios portales hallábanse las tonelerías, cuyos dueños se dedicaban,a la vez que a la fabricación de barriles,cubos y demás objetos análogos, a adobar las aceitunas, en lo cual no tuvieron competidores.

Casi todos los cordoneros de la población habitaban aquí, y en las anchas aceras de la calle instalaban tornos y carretes para poder realizar con holgura las principales tareas del oficio.

Renombrados plateros tenían sus talleres en la citada ví y en ella, aunque en lugar distinto del que antes ocupara, figura aun uno de los establecimientos de tejidos más antiguos de la ciudad, el conocido por la tienda de los Catalanes.

Otros industriales mucho más modestos que los citados vivían también en la calle de la Feria; los paragüeros y abaniqueros que se dedicaban, no á fabricar, sino á componers abanicos, paraguas y sombrillas.

Ricardo de Montis. La calle de la Feria. Notas cordobesas. Recuerdos del pasado.


Cronología de la calle de San Fernando

Estatua del coloso en la calle de la Feria
  • 1496. El ayuntamiento compra la casa de Francisco Sánchez Torquemada para abrir el arco del Portillo
  • 1594. Celebración de corridas de toros
  • 1636. Celebraciones por el desagravio al Santísimo Sacramento
  • 1651. Celebración de corridas de toros
  • 1703. Ensanche del arco del Portillo
  • 1725. Construcción de la Ermita de la Aurora
  • 1789. Construcción de un Gigante de más de 20 varas de altura (más de 16 metros) en ocasión de la proclamación de Carlos IV como monarca.
  • 1796. Reforma del abrevadero de la calle y construcción de la actual fuente de la Calle San Fernando
  • 1841. Debajo del arco del Portillo hubo hasta 1841 dos cuadros que hemos oído fueron llevados a una iglesia de Montoro;
  • 1858. Pavimentación de la calle
  • 1862. Construcción de un Arco del Triunfo en ocasión de la visita de Isabel II
  • 1862. El Ayuntamiento da nombre de Calle de San Fernando a la conocida como Calle de la Feria.
  • ~ 1899. Plantación de acacias que posteriormente son retiradas dejando grandes huecos (hacia 1905)
  • 1925. Plantación de naranjos bajo la alcaldía de José Cruz Conde
  • 1939. Construcción del Arco de la Victoria del General Franco al final de la calle de la Feria, en la Cruz del Rastro, en 1939
  • 1960. Se derrumba la Ermita de la Aurora
  • 1965. Apertura de la calle Junio Galión
  • Década de los 70. Cierre de la calle Junio Galión
  • 1997. Rehabilitación de la Ermita de la Aurora
  • 2007. Reapertura de la calle Junio Galión
CalledelaFeria.jpg

Puntos de interés

Calle de San Fernando por Teodomiro Ramírez de Arellano

Es tiempo de trasladarnos a la calle más ancha y larga de Córdoba, indudablemente la mejor si sus edificios presentasen otro aspecto: la de San Fernando, llamada así desde 1862, en que el Ayuntamiento la dedicó al conquistador de Córdoba. Pertenece a este barrio desde la fuente hasta la Cruz del Rastro, punto que por su extensión ha sido destinado para muchos festejos y no pocas ejecuciones. Llamábase antes calle de la Feria, título digno de conservarse y al cual los cordobeses aún no han renunciado.
Hemos dicho que durante la dominación árabe no existían las calles que hoy recorremos desde la expresada Cruz del Rastro hasta la puerta del Rincón. En todo este trayecto había un egido o dilatado campo que dejaba escueta la muralla de la ciudad alta o Almedina, cuyos adarves y torreones -que algunos suponen hechos por el pretor de la España Ulterior Marco Claudio Marcelo 167 años antes de la venida de Jesucristo- se prestaban a su defensa, y a cuyo pie se veían los fosos que llenaban las aguas que hoy surten muchas fuentes de la ciudad baja.
Arrancada Córdoba del poder de los árabes, dedicada su grandiosa Mezquita al culto de la verdadera religión, y ostentando la santa cruz donde antes lucían las medias lunas, tratose ya de unir la Ajerquía con la Almedina, y fundáronse las calles necesarias, entre ellas la de la Feria, que en un principio constituyó, con las de Maese Luis y otras, el llamado Barrionuevo.
Edificose también por este tiempo el santuario de Nuestra Señora de Linares, y ansioso el Cabildo de su mayor culto, lo encargó a la numerosa cofradía del hospital de la Lámpara o del Amparo, formada por los calceteros, quienes principiaron a solemnizar sus fiestas, no sólo en el campo sino en la ciudad, formando en este sitio una feria que duraba los ocho días anteriores al de la Virgen de Linares, anunciada por una lucida cabalgata con clarines y chirimías que iba recorriendo toda la ciudad. De aquí nació el título de la calle de la Feria.
Este mercado, las procesiones más solemnes que siempre han pasado por este sitio, los toros y cañas corridos en su parte más ancha y las ejecuciones que allí se han hecho dieron lugar a que las ventanas y ajimeces de sus casas fueran de gran interés y aun lucrativas por los arriendos que de ellas se hacían, excitando la codicia de los propietarios, quienes las multiplicaban, acabando por llenar de agujeros las fachadas, que presentaban un aspecto raro y hasta ridículo, como aún se ve en muchas. Escrituras hemos leído de arrendamientos en las cuales los dueños de las casas se reservaban las vistas, como entonces decían, dejando una a los inquilinos.
Antes de esa construcción tuvieron aquellas casas otra forma aún más extraña e insegura. Sus fachadas tenían dos filas de balcones corridos de madera y sostenidos por una porción de pilarotes, equivalentes a una especie de soportales como los de la Corredera antigua; pero esto varió en 1551, en que la Ciudad acordó, según sus libros de cabildos, que se quitasen "los balcones corridos desde el Rastro viejo hasta la plaza del Salvador", que no puede ser más que esta calle, toda vez que el último Rastro estuvo en el Campo de la Verdad, a la bajada del puente, donde lo mandó poner en 1568 el corregidor don Francisco de Zapata.

Referencias

  1. RAMÍREZ DE ARELLANO, T.. La calle de San Fernando. Barrio de San Pedro
  2. DE MONTIS, R. Notas cordobesas. Recuerdos del pasado

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