Gonzalo Antonio Serrano

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Gonzalo Antonio Serrano, médico, matemático y astrónomo, nace el 5 de noviembre de 1670 en el Barrio de San Lorenzo.

Fallece en Córdoba en el año 1761

Obra

  • Tablas Filípicas, católicas o generales de los movimientos eclipses, utilizando la Torre de la Malmuerta para sus observaciones
  • Escribió Astronomía Universal teórica y práctica. Córdoba, (1735)
  • Apología Pacífica Medio Práctica y rayos luminosos de Apolo (1739)
  • Teatro supremo de Minerva con su católico decreto y sentencia definitiva á favor de la Astrología, Córdoba, 1723,
  • Crisis Astrológica

Suceso acaecido al Doctor Serrano en 1727[1]

En Córdoba, año de 1727, día 18 de julio, el Doctor D. Gonzalo Antonio Serrano, saliendo de la calle de la Pierna, al volver para Sra. Santa Ana, alevosamente fué acometido y herido en la mano derecha de una cuchillada por uno que detrás de la esquina le esperaba acompañado de otro, y luego que recibió el golpe, invocando el nombre de la Virgen Santísima de Linares, aunque el alevoso le tiró otras dos cuchilladas, la una en un brazo que totalmente cortó hasta la camisa, la otra en la cabeza, y de ninguna de estas recibió lesión en la carne, y la de la mano aunque con nérvio y huesos cortados, fué sano en tan breve tiempo, que admirados los cirujanos, lo tuvieron á milagro. Y á su devoción se puso éste, año 1729.
No cabe duda que el escritor cordobés don Gonzalo Serrano, de quien en varias ocasiones nos hemos ocupado, y cuyo epitafio copiamos en la iglesia de los Padres de Gracia, sufrió este percance al final de la calle de la Pierna. Éste era un hombre querido y respetado en Córdoba, y por lo tanto no se le conocían enemigos para que ejercieran con él esa clase de venganza; por consiguiente será preciso atender a lo que la tradición nos cuenta.
Dícese que cierta noche llamaron a don Gonzalo para ver a un enfermo, y que cuando salió a la calle tres embozados de buen aspecto se arrojaron sobre él, le vendaron los ojos, amenazándole con la muerte si gritaba, y dándole seguridades de su persona si guardaba silencio. Así le hicieron andar muchas calles, lo entraron en una casa y, llevándolo hasta una estancia, lo descubrieron, presentándole una señora tapada con un gran velo, próxima a ser madre. Era preciso operarla y a él se le encomendaba. Obedeció con su notable acierto, recibiendo por su trabajo una gran cantidad de dinero, y después lo llevaron hasta la puerta de su casa, donde le dieron las gracias, manifestándole que si algo se vislumbraba de aquel suceso pagaría su indiscreción con la vida. Algo, tal vez, se sabría, y el lance de la calle de la Pierna sería quizá el cumplimiento de aquellas amenazas.

Referencias

  1. RAMÍREZ DE ARELLANO, TEODOMIRO. Paseos por Córdoba. Barrio de San Juan y Omnium Sanctorum

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