Jeringuera

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Jeringuera


Oficio que normalmente lo desarrollaban mujeres. Su menester era hacer ruedas de jeringos, un alimento original de sabrosa deleite hecho a base de harina, aceite, sal fina y levadura, todo ello molturado con agua que daba como resultado una masa compacta que se fríe en aceite hirviendo.

La gracia de la jeringuera estaba en hacer de la masa una tira prolongada en forma de espiral, tirada al aceite mediante una jeringa de hojalata con un émbolo de madera. La jeringa se cogía por unos mangos y el embolo de empuje se apretaba mediante la presión combinada del movimiento de los brazos con el apoyo del sobaco de la jeringera. Había una auxiliar, que mediante unas varillas largas de madera movía la rueda con objeto de que no se pegasen una tira contra la otra y cuando estaba la fritura crujiente se sacaba la rueda del perol con ambos palillos, depositándola en una bandeja metálica con agujeros pequeños para que escurriera el aceite sobrante. El cliente se llevaba su producto recogido mediante una varilla de junco cogido en los arroyos.

Durante los años cuarenta y cincuenta de la del siglo XX, el calentamiento del aceite en el perol se hacia mediante un fogón en forma de bidón que se alimentaba con bolas de carbonillas, ya que por aquellos años no existía las bombonas de butano. Era una estampa digna de ver, como la pobres jerinqueras sudaban por el esfuerzo de su trabajo y el calor que daba el aceite hirviendo y la carbonilla.

Normalmente las jeringueras eran fornidas, cosa que hacía pensar dos veces lo que se pudiera discutir con ellas. Oficio este para madrugadores, pues a primera horas de la mañana tenía que estar montado el puesto y estar funcionando el mismo, ya que el Jeringo es un alimento especialmente para tomar en le desayuno.

Eran puestos callejeros ubicados en lugares diversos tanto en plazas con espacios abiertos, que se cubrían mediante una toldilla circular en forma de paraguas grande. Ésta le protegía de sol y de la lluvia.

En Córdoba existían puestos de jeringos en todos los barrios, dando un olfato especial, que atraía a la vecidad y especialmente los visitantes turísticos. Era bien conocido el puesto de la plaza de San Agustín, el regentado por María de la Puerta del Rincón, o el de Carmen Prats "La Jeringuera" en el Arco Bajo de la Plaza de la Corredera, plaza de la Magdalena, plaza del Salvador o Campo Santo de los Mártires, Calle Arroyo de San Andrés ,etc.

Aún queda algo de lo que fue aquel oficio, hoy totalmente mecanizado tanto en la elaboración la masa como en la fritura, pues el amasado a mano daba una calidad especial al producto, cosa que ya se ha perdido.

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