La Tradicional Feria de la Fuensanta

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Pocito de la Fuensanta
La tradicional Feria de la Fuensanta


Con motivo de la celebración de la Compatrona de Córdoba se viene celebrando desde años inmemoriales la Feria de la Fuensanta. La Velá. Dejó de llamarse Feria para tomar el nombre “Veladilla” al decidir instaurar el Ayuntamiento la Feria de Otoño el 25 de septiembre. Esta fiesta tenía y mantiene un sentido muy popular y una profunda raigambre cordobesa.

El día 8 septiembre era costumbre popular acudir al “Pocito” y beber del agua milagrosa, e igualmente, visitar a la Virgen para pedirle gracias, mercedes y depositar exvotos. No podía faltar de paso, el admirado saludo al legendario Caimán de la Fuensanta, expuesto en la galería del patio del Santuario.

En la llamada “Carrera de la Fuensanta” hoy Avenida Nuestra Señora de la Fuensanta y en los aledaños de la Ermita de dicha advocación, se poblaban de típicos puestecitos de tabla y lona en los que se ofrecían los frescos higos chumbos de las numerosa chumberas existente en todo la zona y los no menos sabrosos orejones y ciruelas pasas “para el aguardiente”, complementándose este surtido con otros frutos secos.


Ubicación del Santuario de la Fuensanta

La “Feria de la Fuensanta” siempre se caracterizó por la exposición de frutas del día para la venta, todas ellas procedentes de las huertas de los alrededores del Santuario, tales como: los membrillos, melocotones, sandías, peros, higos, almezas, acerolas o las vitamínicas azufaifas, donde los vendedores pregonaban en auténtica algarabía su producto; además se complementaban estos productos con las instalación de puestos turroneros.

En otras “casetas” se ofrecían caretas y pintarrajeados muñecos de cartón, encanto de los pequeños. En pequeñas mesitas revestidas de blancas telas, se vendían "campanitas de barro cocido" para distracción de los peques, pues éstas era todo un símbolo en la “veladilla”.

No faltan las “barraca de formidables atracciones” con los caballitos de madera cuya tracción mecánica eran unos chabalones que percibían como pago el subirse cuando la plataforma adquiría una velocidad suficiente.

También se levantaban tabladillos teatrales al aire libre en los que había derroche de folklore trasnochado y de buen humor. El espectáculo de “Regaera”, con sus chispeantes y picantes chistes, hacían las delicias de la concurrencia.

En esta fecha se celebraban corridas de toros de importancia, por este motivo, se organizó en el siglo XIX una única corrida “a plaza partida”, donde participaron los espadas Manuel Fuentes y Rodríguez "Bocanegra", “Hito", “Lavi” y “Melo”. El espectáculo, por su novedad constituyó un gran éxito.

Tuvo esta fiesta su mercado de ganado en la Cuesta de la Pólvora, éste era famoso y se efectuaban muchas transacciones, especialmente ganado de cerda o porcino, cuya abundancia predominaba en relación a las demás especies.

Como característica luminaria estuvieron, hasta principios de los años sesenta del siglo XX, los famosos carburos con su olor peculiar que iluminaban la mayoría de los puestos. Su luz clara y temblorosa proyectaba figuras fantasmagóricas en toda la “Carrera” hasta el Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta.

Otro divertimento era sentarse en sillas puestas al efecto en el Asilo Madre de Dios, y así, se podía observar el innumerable desfiles de coches de caballos, los “ripprts” y después los automóviles que transportaban gentes acomodadas desde la Plaza de las Tendillas. Igualmente el personal escuchaba conciertos, se reía con las “cucañas” y admiraba la quema de castillos de fuegos de artificio.

Tuvo esta feria sus tintes desagradables. A principios de septiembre, el tiempo siempre ha sido propicio a fuertes tormenta. Una de ésta, descargó en cierta ocasión de forma tan torrencial, que convirtió la “Carrera” y la plaza del Santuario en un fangal y en una gran laguna al desbordarse el arroyo que pasaba por delante del Ermita. Como consecuencia se derribaron puestos y tenderetes con la consiguiente pérdida del “genero” para feriantes. Otro suceso ocurrió al cundirse el pánico en la hora en que más público asistía a la feria. Un gracioso o irresponsable dio la voz de alarma de que se había escapado una fiera de una “barraca de feria”. La confusión fue tan espantosa que el público buscaba refugio seguro, mientras se producían empujones y atropellos, con el derribo de puestos y tenderetes etc. Hubo no pocos heridos y contusionados que tuvieron que ser atendidos en la Casa de Socorro.

Era una “veladilla”, en la cual, el pueblo la sentía como cosa muy suya. Los vecinos de los aledaños al Santuario preparaban el ambiente engalanando las fachadas de sus casas para ponerlas “presentables”, para así, recibir al incesante desfile de público procedente de toda Córdoba.

Por los años cincuenta y sesenta del siglo XX dos peñas de solera cercanas a la “Carrera de la Fuensanta”, como fue primero la Peña Los 15 Candiles y posteriormente la Peña Los Cabales, mantuvieron encendida la antorcha de la llamada “veladilla”, lanzaron a la luz pública un amplio programa de festejos populares atrayente y variados en sintonía con carácter tradicional de ésta; entre los actos se prodigaron los bailes públicos, con la inevitable elección de la “Miss Fuensanta”. Tuvo un especial éxito la muestra de frutas del tiempo con su consiguiente concurso, exponiéndose para el disfrute de sus productores y visitantes. Seguidamente, se procedía al reparto de premios a los mejores productos de las huertas y a las cestas mejor adornadas. Todo esta muestra hortofrutícola emulaba la venta de fruta que tan popularmente se realizó en décadas anteriores. En los años ochenta el periodista y vecino del barrio Sebastián Cuevas Navarro fomentó nuevamente la exposición de frutas, no entre los hortelanos, sino entre los mayoristas de las lonjas municipales contiguas a la Fuensanta, pero el evento duró pocos años.


Todo en la vida evoluciona, y por ello, también se produjeron cambio en esta “Veladilla”, (menos en las campanitas de barro cocido) pues a finales de los años setenta se le llamó “Vela”. Con los nuevos aires secularizadores que impregnan toda la sociedad, esta Fiesta de la Fuensanta derivó hacia la exaltación de “Caimán” y pasó la Compatrona a ser más desapercibida. De esta forma, la fiesta es más secular que ataño, aunque, últimamente se pretende recuperar el carácter religioso de la misma. Será el tiempo, el que nos indique en qué quedará la famosa “Feria de la Fuensanta”, hoy “Velá”.

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