Plaza de la Compañía

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Plaza de la Compañía

La plaza de la Compañía se encuentra en el centro histórico de la ciudad de Córdoba y forma parte del Barrio del Centro Comercial. Se encuentra delimitada por la calle Duque de Hornachuelos, calle Conde de Cárdenas, calle del Reloj, calle Santa Victoria

Junto a la plaza de las Tendillas, la plaza se conforma gracias a los diferentes edificios existentes en la misma, como las Reales Escuelas Pías (antiguo colegio de Santa Catalina, el actual Archivo Histórico Provincial (antigua Iglesia de Santo Domingo de Silos), la Iglesia del Salvador y Santo Domingo de Silos o la Torre de la Iglesia de Santo Domingo de Silos entre otros. Es también característico de esta plaza el Triunfo de San Rafael de la Plaza de la Compañía. Afluyen a la plaza las calles de norte a sur y de este a oeste Conde de Cárdenas, calle del Reloj, calle Santa Victoria y la Duque de Hornachuelos

Historia

Tal y como ocurrió en otros collaciones de Córdoba, la Iglesia de Santo Domingo de Silos mantenía un cementerio junto a la propia iglesia. La desaparición de este cementerio, sito en el inicio de la calle del Reloj así como la llegada de la Compañía de Jesús a mitad del siglo XVI, cuando se comienza a construir el Colegio de Santa Catalina en 1554, hizo que se conformara la plaza de la Compañía.

Tal y como la conocemos actualmente, ya aparece en el plano de los franceses de 1811, está formada por los perfiles de los diferentes edificios que la rodean como la actual Iglesia del Salvador y Santo Domingo de Silos, el Archivo Histórico Provincial o la Torre de la Iglesia de Santo Domingo de Silos. Incluye en la misma el Triunfo de San Rafael.

En 1820, y a raíz de la proclamación de la constitución de 1812, la Iglesia de Santo Domingo de Silos fue sede de la Tertulia Patriótica durante un cierto tiempo, hasta que en 1823, fue definitivamente clausurada.

Cabe destacar que la Revolución de 1868 comenzó en esta plaza el día 20 de septiembre, motivo por el cual se le dio el nombre de plaza del 20 de septiembre durante el Sexenio Revolucionario.

Su última reforma data de principios de los años 90 en el siglo XX, cuando se cambió todo el pavimento, siendo sustituido por el granito gris que aún impera. La Plaza de la Compañía sigue siendo una plaza eminentemente residencial y muy poblada de niños, debido a la cercanía del Colegio de Santa Victoria y del antiguo Colegio de Santa Catalina.

Ha mantenido diferentes nombres durante su historia, especialmente debido a los aconteceres políticos que discurrieron en el país, siendo llamada plaza del 20 de septiembre (1868 - 1875), plaza de Sagasta o la plaza de Queipo de Llano (1940 - 1985).

Establecimientos

  • Administración de Lotería "La Paloma", número 1 (desde el año 2001)
  • Residencia Santa María, número 5

Establecimientos desaparecidos

Galería de imágenes

Plaza de la Compañía / Concentración monumental en Rincones de Córdoba con encanto [1]

Uno de los espacios de Córdoba que concentra más monumentos es la plaza de la Compañía, lo que proporciona al lugar grandilocuencia arquitectónica. No hay más que situarse en la esquina de la calle Conde de Cárdenas y pasear la mirada: por la derecha, surge la mole de la antigua iglesia de los Jesuitas, seguida por la fachada de las Reales Escuelas de la Inmaculada, mientras que a la izquierda el primer triunfo erigido en honor de San Rafael dialoga con la desvencijada torre de la antigua parroquia fernandina de Santo Domingo de Silos, adaptada en parte para acoger el Archivo Histórico Provincial; al fondo, cerrando el conjunto, se alza como un decorado operístico el imponente peristilo neoclásico de la iglesia de Santa Victoria. Un conjunto irrepetible en el que, si se prescinde de los autos que lo afean, uno se siente transportado a los siglos XVI-XVIII.

Cuando el comediógrafo Leandro Fernández de Moratín pasó por Córdoba en el siglo XVIII no le gustaron los triunfos de San Rafael, que consideró “armatostes de mármoles, llenos de hojarascas y garambainas”, despectivo juicio del que salvó el de la plaza de la Compañía, “bastante bueno” a su parecer, erigido en 1736 con limosnas de los fieles por iniciativa del jesuita Juan de Santiago. La descripción de Ramírez de las Casas Deza permite imaginar cómo era el monumento hacia mediados del siglo XIX: “Consta de una grada en que se eleva un pedestal cuadrilátero con recuadros dorados –describe en su Indicador cordobés–, y en cada uno de ellos una inscripción latina. Sobre él cargan cuatro columnas de mármol blanco en que asienta el cimacio con una nube que sirve de pedestal a la imagen dorada de San Rafael”. El tiempo ha borrado inscripciones y dorados, y ha suprimido la verja que lo cercó antaño, como muestran antiguos grabados.

Mira el Arcángel a la sobria fachada de la antigua iglesia de los Jesuitas, que parecería una robusta fortaleza de no ser por la portada manierista, en cuyo frontón campea el escudo de la Casa de Cabra, testimonio de la colaboración que prestó el deán Juan Fernández de Córdoba en el establecimiento de los religiosos. El profesor Villar Movellán considera este templo –cuya construcción se llevó a cabo a partir de 1555– “uno de los ejemplares más interesantes del manierismo en Andalucía”, y en su interior llama la atención el retablo mayor sin dorar que el recordado erudito José Valverde Madrid consideró la obra capital del tallista Teodosio Sánchez de Rueda.

A raíz de la expulsión de los jesuitas en 1767 su iglesia se transformó en parroquia, aglutinando las de Santo Domingo de Silos, situada enfrente, y el Salvador, que se hallaba en la actual calle Alfonso XIII. A continuación de la iglesia se extiende la fachada, blanca y ocre, de las Reales Escuelas de la Inmaculada, con su monumental balcón, reedificadas en 1718 sobre el primitivo colegio jesuita de Santa Catalina, en cuyos bancos se habían sentado, probablemente, Luis de Góngora e incluso el mismísimo Cervantes. Lo mejor que guarda esta casa es la barroca escalera imperial de mármol, bajo una soberbia cúpula semiesférica. Hay que llamar a la puerta del colegio y pedir permiso para entrar y verla.

En la acera opuesta, sobresale al exterior la antigua parroquia de Santo Domingo de Silos, que una acertada intervención, llevada a cabo en los años ochenta por el Ministerio de Cultura, adecuó a digna sede del Archivo Histórico Provincial. Conserva en su interior la antigua capilla de la Concepción, joyita gótica del siglo XIV, mientras que fuera pervive, aislada y hasta ahora olvidada, la torre del templo, un bello testimonio del barroco de placas con aspecto de mirador.

Al fondo cierra la perspectiva el soberbio peristilo de la iglesia neoclásica de Santa Victoria, con sus colosales columnas estriadas coronadas por frontón, que engrandece la plaza con su nota de magnificencia. Ya observó Ricardo Molina que la asimetría de la plaza proporciona “las más varias perspectivas”, pues “a cada punto cardinal que nos orientemos el panorama cambia por completo”. Pero su encanto surge de la concentración monumental, que merece la contemplación detenida. La noche del Viernes Santo la plaza se reviste de silencio y luto con la procesión del Santo Entierro. </div>

Referencia

  1. MÁRQUEZ, F.S.. Rincones de Córdoba con encanto. 2003. Diario Córdoba

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