Plaza de las Tendillas

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La plaza de las Tendillas es considerada el centro de Córdoba capital, siendo la plaza señera de la ciudad elegida para las celebraciones más importantes como manifestaciones, discursos, celebraciones deportivas, conmemoraciones, etc. Su configuración actual es fruto de las sucesivas reformas que se vinieron haciendo en el entorno que posibilitaron, previa expropiación y derribo de numerosos edificios de la zona, y que finalizaron en el año 1928.


Durante todos estos años, ha tenido diferentes nombres como calle Tendillas de Calatrava, Plaza de Canalejas, Plaza de Cánovas del Castillo, Plaza de la República, Plaza de José Antonio Primo de Rivera. Con la llegada de la Democracia, en 1979 tomó el nombre de plaza de las Tendillas.

Origen de la plaza

En la actual plaza de las Tendillas, en torno al siglo XIV se encontraban las casas de la Encomienda de Calatrava (Convento de los Comendadores de la Orden de Calatrava) así como diferentes pequeñas tiendas, que derivó prontamente en las Tendillas de Calatrava. Durante los siglos XVII y XVIII fue cuando florecieron este tipo de establecimientos. Se trataba de una plaza de reducidas dimensiones.

Creación de la actual plaza (años 1890-1930)

El primer proyecto para la reforma de la plaza proviene de un decreto de la alcaldía de 3 de diciembre de 1895, para la alineación de la plaza debido a ser uno de los sitios más céntricos de la ciudad, realizado por Patricio de Bolomburu. Sin embargo debido a los problemas económicos del Ayuntamiento, este tema no volvió a replantearse hasta el año 1902, postergándose de nuevo, hasta el 15 de mayo de 1907 donde se plantea un nuevo proyecto realizado por el mismo arquitecto.

En 1908 comenzó el proceso de formación de la actual plaza de las Tendillas. El 7 de enero el consistorio aprobó el proyecto de ampliación de la entonces llamada plaza de Cánovas del Castillo,[1] procediéndose al ensanche de este a oeste de la plaza. Tras varios años de negociaciones, los propietarios del Hotel Suizo acuerdan su venta al Ayuntamiento para proceder a la completa reforma de la plaza. La venta se cerró en un precio de 560.000 pesetas.

En 1923, se procede al derribo del Hotel Suizo para dos años más tarde presentarse el proyecto de la nueva plaza de las Tendillas bajo proyecto del arquitecto municipal Félix Hernández Giménez el día 24 de julio de 1925. De esta manera comienzan a levantarse sucesivamente prácticamente la totalidad de los edificios que conforman la plaza, mientras que se va construyendo la calle Cruz Conde.

Plaza de las Tendillas (1923-1926).png


Imágenes de las Tendillas en los años 1920-1930-1940

Las Tendillas como punto central de la ciudad (años 1940 - 1990)

Urinarios públicos

Con el paso del tiempo, la plaza de las Tendillas fue consolidándose en el punto de referencia central de la ciudad. Su centralidad y amplitud, hizo que se convirtiera en el intercambiador de transporte público así como para la carga y descarga de productos.

La progresiva expansión de la ciudad hacia barrios de Poniente como Ciudad Jardín, hicieron de la plaza de las Tendillas el lugar más importante socialmente hablando de la ciudad, perdiendo poco a poco la importancia que calles como la calle Nueva, Ambrosio de Morales o Conde de Cárdenas habían tenido desde finales del siglo XIX y principios del XX. Desde la plaza, los chavales partían a sus paseos en el tontódromo quedando previamente en la puerta del edificio de Telefónica.

Fruto de ello y desde la posguerra, se llevaron a cabo diferentes intervenciones como la creación de una fuente de la Plaza de las Tendillas así como el acondicionamiento de diferentes zonas de la plaza. En estos años se creó el reloj de la plaza en el año 1961, que vino a sustituir al antiguo existente en la confluencia de la calle Málaga y la calle Jesús María.

A principios de los 70, se llevó a cabo una remodelación sobre el monumento del Gran Capitán, añadiendo en su base una fuente con forma de "U" presentando su abertura hacia la calle Gondomar, de acuerdo al proyecto del arquitecto Carlos Font. Posteriormente, en 1980 se ajardinó su perímetro ampliando la zona ocupada por el monumento en el centro de la plaza.

Remodelación del año 1999

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La última remodelación de la plaza, que da su actual configuración, es del año 1999, siendo inaugurada el 13 de mayo por parte del alcalde Rafael Merino.

En esta remodelación, se eliminó totalmente el tráfico rodado, se reorganizaron todos los puestos de periódicos, palomitas y de venta de cupones y lotería, adoptando todos un diseño similar, y desaparecieron los urinarios públicos que existían frente a la tienda de Pañerías Modernas.

El proyecto inicial de remodelación contemplaba la organización de la plaza mediante una serie de terrazas, y el traslado de monumento al Gran Capitán a su emplazamiento original, en el bulevar que lleva su nombre. Ante la polémica suscitada por este plan, se optó por situar frente a Pañerías Modernas el monumento, solución que tampoco convenció.

Finalmente, se optó por en proyecto plano, dejando la plaza como espacio diáfano sólo interrumpido por el citado monumento. A modo de cierre, se crearon una serie de parterres, sobreelevados con respecto al nivel de suelo, con naranjos.

Las fuentes a nivel de suelo que flanquean el monumento a Este-Oeste no estaban incluidas en el proyecto original: fue una modificación por petición expresa del entonces concejal de Infraestructuras, Rafael Rivas, al arquitecto del proyecto, Gerardo Olivares James.

Durante los trabajos, se encontraron una serie de estructuras que paralizaron brevemente las obras, al pensarse que podrían tratarse de un aljibe de época Omeya. Al realizar el estudio, se comprobó que eran parte del sistema de fontanería del desaparecido Hotel Suizo. También se descubrió una estructura perteneciente a la antigua centralita de Telefónica.

Manifestaciones

Establecimientos Actuales

Edificios actuales

Establecimientos y edificios desaparecidos


Antiguos Nombres

  • Calle Tendillas de Calatrava
  • Plaza de Canalejas
  • Plaza de Cánovas del Castillo
  • Plaza de la República
  • Plaza de José Antonio Primo de Rivera (1940-1980)

Entradas relacionadas

Bibliografía

Galería de fotos

El salón de la ciudad en Rincones de Córdoba con encanto [2]

La plaza de las Tendillas, corazón provinciano del centro comercial, merece figurar en los espacios con encanto desde que su reciente reforma la transformó en peatonal, convirtiéndose así en el salón principal de la ciudad. Contar su historia y significado requiere un libro, así que estas letras no pasarán de somera semblanza. Hay que empezar diciendo que la plaza actual surgió en el cuatrienio 1924-1928 por iniciativa del alcalde José Cruz Conde, tras la demolición del entrañable hotel Suizo –así bautizado por ser de aquella nacionalidad sus constructores en 1870, los hermanos Puzzini–, que era “una de las mejores (fondas) de España”, a juicio de don Teodomiro Ramírez de Arellano.

Quedó así despejado el espacio rectangular sobre el que se irían desplegando edificios representativos de la arquitectura señorial de los años veinte. Así, en 1926 surgen, entre Gondomar y la naciente Cruz Conde, las casas de Marín Fernández, obra de Enrique Tienda, y de Casana Diéguez, firmada por Félix Hernández; en 1927 los dos edificios de la vertiente septentrional, La Unión y el Fénix, de Benjamín Gutiérrez, y Telefónica, de Ramón Aníbal Álvarez; y a 1928 corresponden los del lado sur: la casa de los condes de Colomera, igualmente de Félix Hernández, y la de Enríquez Barrios, proyectada por Aníbal González, tan ligado a la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Para el catedrático de Historia del Arte Alberto Villar estos edificios constituyen “el mejor muestrario posible de arquitectura historicista” , y reafirman “el poder visual” de la ciudad moderna.

Testigo impasible de toda aquella renovación arquitectónica fue el edificio del viejo Instituto Provincial de Segunda Enseñanza –creado en 1847 a partir del prestigioso Colegio de la Asunción, que fundara en 1574 el médico de reyes Pedro López de Alba–, cuya noble fachada fue proyectada en 1868 por el arquitecto Pedro Nolasco Menéndez.

Pero la plaza no sería lo que es sin su icono más característico, la estatua ecuestre del militar montillano Gonzalo Fernández de Córdoba, alias El Gran Capitán, el señor de las Tendillas, trasladado aquí en 1927 desde su primitivo emplazamiento en la avenida del mismo nombre. Esta obra proporcionó a su autor, Mateo Inurria, la medalla de honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1920, lo que sin duda le compensó de las dificultades que encontró para cobrar su trabajo, encargado en 1908. Dicen los cordobeses que la cabeza corresponde al torero Lagartijo, pero no es cierto;no hay más que compararla con la verdadera cabeza del torero esculpida por Inurria que conserva el Museo de Bellas Artes. “Lo mejor en la excelente estatua ecuestre del Gran Capitán es que el caballo es de verdad”, elogió Gaya Nuño. Tanto protagonismo alcanza el equino que el lenguaje popular designa a las Tendillas “plaza del Caballo”.

Otro rasgo distintivo de la plaza es su reloj flamenco, inaugurado en enero de 1961, cuya sonería sustituye las habituales campanadas por rasgueos de soleares grabados por el guitarrista Juanito Serrano.

La reforma despojó al Gran Capitán de su envolvente estanque ajardinado, para reemplazarlo por una negra fuente con severidad de mausoleo. Escoltando por delante y por detrás a la estatua ecuestre brotan del suelo dos grupos de copiosos surtidores, dieciséis cada uno, que en verano constituyen una irresistible atracción acuática para los niños y una tentación para los mayores. Jalonan los costados de la plaza una decena de jardincillos con naranjos y flores del tiempo, cuyo suntuario perímetro de granito pulimentado incorpora sólidos bancos, siempre concurridos.

Desde la expulsión de los automóviles fluye la vida y la gente toma la plaza como si fuera un gran salón de estar. Su ambiente cambia según las horas: se despierta temprano con las furgonetas de reparto, el primer café de los oficinistas y los quioscos ofertando la prensa con olor a tinta fresca; enseguida la invade una oleadas de escolares y estudiantes camino de la Milagrosa o el Góngora; a medida que avanza la mañana jubilados y turistas van ocupando los bancos, y su sedentarismo contrasta con la prisa de los ejecutivos y la diligencia de las mujeres que van de compras; la hora del aperitivo puebla las terrazas de los bares y contempla la salida de los colegios; y la tarde abre un paréntesis de sosiego que desemboca en el retorno de la animación vespertina, prolongada hasta caer la noche. Una plaza viva. Las palomas se posan en los hombros de don Gonzalo para darle un simbólico abrazo de paz.

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Referencias

  1. AMCO, LAC, Córdoba, 7 de Enero de 1908.
  2. MÁRQUEZ, F.S.. Rincones de Córdoba con encanto. 2003. Diario Córdoba

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