El tránsito rodado por la calle de Ambrosio de Morales (Notas cordobesas)

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Escrito por Ricardo de Montis en Notas Cordobesas en abril de 1929.[1]


Diario de Córdoba. 2 de agosto de 1862

No hace mucho tiempo los vecinos de la calle de Ambrosio de Morales solicitaron que no se permitirá el paso del coche correo por dicha vía, cerrada para el tránsito de vehículos, y el contratista del servicio de conducción de la correspondencia efectuó toda clase de gestiones a fin de que no le fuera prohibido el paso por la misma, renovándose un pleito antiguo y curioso que vamos a recordar a nuestros lectores.

Hace más de medio siglo, la administración principal de correos de Córdoba hallábase establecido en la señorial casona de la calle en que nos ocupamos donde actualmente habita el notario don Joaquín Villalonga[2].

Entonces la repetida calle, las de Letrados, Librería y cuesta de Luján eran las de mayor tránsito de la población y convertirse en animadísimos paseos durante la noche.

La gente invadíalas para ir al Teatro Principal, a los cafés y a la confitería de los señores Putzi; para ver las novedades expuestas en los escaparates de los establecimientos de comercio; muchas señoras para pasar un rato de charla, cómodamente sentadas, en la fábrica de Cristal, en la tienda de los Marines o en la sombrerería de madama Lambert.

Cuando más tranquilo y descuidado se hallaba el público en la calle de Ambrosio de Morales el desagradable sonido de una cuerna en carga base de sembrar entre que la alarma.

Era el aviso del paso del coche correo, un desvencijado carromato, que avanzaba velozmente, arrastrado por recios caballos, con dirección a la indicada casona.

Hombres, mujeres y niños corrían para ponerse a salvo del peligro, refugiándose en los portales de las casas de Rizzi, de las Mariquitas y de los demás habitantes de aquella vía, a la que, con justicia, aplicaba se le entonces el calificativo de coche parado.

Alcalde Ramírez de Arellano

El alcalde de la ciudad, don Carlos Ramírez de Arellano, se dirigió al administrador de correos rogándole que diera órdenes para que el vehículo conductor de la correspondencia moderarse su marcha; el funcionario indicado consulto con la Dirección General de Comunicación es acerca de los deseos del alcalde y aquella que dirigió a la autoridad mencionada en un oficio tan descortés que rayaba en los límites de la grosería, manifestándole que una autoridad debía saber que el servicio de qué se trataba había necesidad de efectuar lo con toda la rapidez posible.

La comunicación produjo el desagrado consiguiente a Don Carlos Ramírez de Arellano quién, tan pronto como lo hago leído, llamo al arquitecto municipal y le dijo: son las 11 de la mañana; pues bien, necesito que al amanecer este desempedrada, sin aceras y llena de zanjas y montones de piedras y losas la calle Ambrosio de Morales, a fin de que no puedan por ella pasar ni los pájaros.

El funcionario del municipio cumplió la orden, enviando una legión de obreros a trabajar en la calle Ambrosio de Morales.

Al día siguiente, el vecindario se vio casi incomunicado, sin poder explicárse el objeto de la orden de la alcaldía.

Huelga decir que el coche correo tuvo que variar su ruta.

Don Carlos Ramírez de Arellano visito a los moradores de todas las casas delante dicha vía, explicándole es el motivo de la determinación y ofreciéndoles dotar a la calle citada de un excelente pavimento cuando hubiera conseguido su propósito.

Inútilmente el administrador de correo y la Dirección General de Comunicaciones le rogaron, le suplicaron, que mandas arreglar la calle a que nos referimos y al fin, o necesidad de trasladar las oficinas de correos de la Señoría la casona de la calle de Ambrosio de Morales edificio más modesto de la del Huerto de los Limones.

Inmediatamente el señor Ramírez de Arellano dispuso que, con gran actividad, se procediese arreglar la calle, sustituyendo en ella el empedrado por el embaldosado con losetas de Tarifa, el mejor pavimento que entonces conocíase, y la cerró para el paso de vehículos por medio de grandes marmolillos colocados en sus extremos.


Referencias

  1. El tránsito rodado por la calle de Ambrosio de Morales . DE MONTIS, R. Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba. 1981. Página 267. Tomo XI
  2. Número 7 de la calle Ambrosio de Morales

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