Hospital de Antón Cabrera

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Calle de San Felipe
El Hospital de Antón Cabrera fue un hospital situado en la actual calle San Felipe en el número 5 y que fue fundado en el año 1503 por Antón Cabrera y su esposa Beatriz de Heredia y que estuvo destinadoa toda clase de enfermedades, excepto la lepra y la demencia[1]

En el año 1837 se incorporó al Hospital del Cardenal Salazar ocupando el solar la Escuela Normal de Maestros.

Hoy en día, este solar está ocupado por la Delegación de Gobierno de la Junta de Andalucía.

Hospital de Antón Cabrera[2]

En el lado opuesto, hoy número 5, tuvo sus casas otra señora de aquel apellido, doña Beatriz Heredia, que casó con Antón Cabrera, veinticuatro de Córdoba, y no teniendo sucesión en su matrimonio fundaron en ellas un hospital con la advocación de Nuestra Señora de la Concepción, si bien siempre se ha conocido por el nombre de su fundador, o sea Antón Cabrera, dotándolo con sus bienes y otros que en 1503 les cedió doña Catalina Pacheco, viuda de don Alonso Fernández de Córdoba, señor de la casa de Aguilar. En 1505, por escritura ante el escribano Pedro Fernández Rico, consumaron su benéfico pensamiento, haciendo la fundación, instituyendo por patronos del hospital al deán y Cabildo de la Santa Iglesia Catedral, al prior de San Jerónimo y al guardián de San Francisco, destinándolo a toda clase de enfermedades, excepto la demencia y el mal de San Lázaro o lepra.
Portada del antiguo Hospital (1934)
Entre las primeras enfermas que acudieron se cuenta una mujer llamada María Alonsa la Bermeja, que dejó al establecimiento varios bienes que poseía. Algunos años después, viendo que el venéreo empezaba a hacer estragos, se dedicó a la curación de dicho mal, y en 1608 se le agregó una obra pía para este objeto, fundada por Andrés de Morales. Los fundadores se mudaron a la casa hoy número 3, y por sí mismos se dedicaron a la asistencia de los enfermos, dejando dispuestas a su muerte unas setenta camas.
El edificio es grande, aunque de estructura rara e incómoda, con dos grandes enfermerías, una en piso principal y otra entresuelo, bajas de techo y poco ventiladas, contando otras muchas habitaciones, tres patios y un huerto con muchos naranjos. En sus últimos años sólo se abría a la curación de enfermos en las primaveras y los otoños.
La iglesia estaba en el primer patio, frente a la puerta. Era muy corta y con tres naves, resultando más ancha que larga; al frente estaba el altar con la Concepción, de la que cuidó una numerosa cofradía que se disolvió a mediados del siglo XVIII. A un lado había una especie de capilla sirviendo de sacristía, con otro altar, al parecer de principios del Siglo XVI, en que estaban unas preciosas pinturas en tabla, las que quitaron guardándolas en una atarazana, hasta que las vio el autor de estos apuntes y las pidió para el Museo provincial, donde se conservan. En el centro de esta capilla existe señalada con azulejos una sepultura donde se cree que fueron enterrados los fundadores de estas casas.
Muchos son los datos estadísticos que hemos encontrado de este hospital, del número de enfermos, de los que hubo años, como el de 1770, en que llegó a 301 los que se curaron, siendo tan corriente el hablar de aquella dolencia que hasta en la puerta había una tablilla en que se leía: El que tenga gálico que acuda, que aquí se cura.
Patio del antiguo Hospital del Cardenal Salazar
Un tanto descuidado este hospital, se mandó en 1837 incorporarlo al del señor cardenal Salazar, hoy provincial de Agudos, permaneciendo cerrado el edificio hasta 1843, en que se trasladó a él la Escuela Normal de Maestros con la condición de pagar el arrendamiento que se convino. Mas sea que no se pagaba la renta u otra causa, aquélla se redujo a la casa inmediata, y en 1853 se destinó el hospital de Antón Cabrera a casa de parturientas, que estableció con un bien estudiado reglamento el vocal de la junta provincial de Beneficencia don Carlos Ramírez de Arellano, quien con sus visitas lo elevó a una gran altura. Mas la Escuela Normal volvió a tomar parte del edificio, haciéndole perder la reserva, siendo preciso llevarla a otro punto, y por último, agregar la casa a la de Expósitos, donde cumple su instituto, mas no como en un principio ni con todas las condiciones necesarias para la más inquebrantable reserva.
La casa contigua, número 7, unida a la anterior para todas las dependencias de la Escuela Normal y habitaciones de los profesores, era propiedad del convento de San Jerónimo, cuyos frailes la tenían dedicada a su hospedería en Córdoba, donde paraban cuando tenían que bajar a la población, que siempre lo hacían en unas hermosas mulas que llamaban la atención de cuantos las veían.


Referencias

  1. RAMÍREZ DE ARELLANO, T.. Barrio de San Nicolás de la Villa. Disponible en Internet
  2. RAMÍREZ DE ARELLANO, T.. Barrio de San Nicolás de la Villa. Disponible en Internet

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