Más de cuarenta años después de que Rafael Garrido se desvinculara del negocio familiar y emprendiera su propio proyecto, La Flor de Rute continúa siendo una referencia capital en los dulces de navidad. Su gama abarca ya veinticuatro especialidades, entre dlas que destacan, además del mantecado tradicional, el elaborado en aceite de oliva, los alfajores, las cordobesas y lo que ha supuesto un éxito hasta para los más optimistas: los riquísimos “ruteñitos”, mazapán relleno, según sus tres variedades, de yema, batata o fresa, en este último caso recubierto a su vez de chocolate. Para quienes se acerquen a sus instalaciones, siempre puede “abrir boca” con las degustaciones que se ofrecen antes de la elección final. Quienes se pierdan, seguro que muy a su pesar, la posibilidad de paladear antes estas especialidades “in situ” tienen la alternativa de comprar a través de Internet. Tal como suena: las nuevas tecnologías complementando a la elaboración artesanal que tanto prestigio les ha dado. Esta elaboración artesanal se extiende también al proceso de envasado, porque Juanjo Garrido, actual gerente e hijo del fundador, no cree que exista una máquina “capaz de poner veinticuatro especialidades en una cajita, cada una envuelta de una forma distinta”. Las sesenta y dos personas que conforman la plantilla en estos meses, de las que cuarenta y siete son mujeres, mantienen viva la premisa del fundador: “Lo que no me guste a mí no lo vendo”.
