Los Judas

De Cordobapedia
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Los judas son muñecos que se hacen con ropas viejas, se cosen y se rellenan de paja, se ponen de madrugada atados con cuerdas de balcones a balcones, por la mañana las gentes del pueblo salen y al verlos los apalean hasta conseguir tirarlos al suelo y así son arrastrados por las calles,y finalmente quemados.

Se trata de La quema de Judas. Esta tradición tiene un significado simbólico de justicia popular, pues a través de esta el pueblo expresa sus quejas y descontentos con relación a los acontecimientos políticos y comportamiento de figuras públicas y funcionarios del estado, de igual forma trata de dar finiquito simbólico a la cuaresma para garantizar su resurrección el próximo año. El motivo original es recordar la traición de Judas a Cristo, y simbólicamente alude a la traición del personaje escogido para ser el Judas, a su pueblo, comunidad o hasta el país.

Esta fiesta se celebra el Sábado Santo en diferentes poblaciones cordobesas entre otras:



No tenía mucha tradición festiva el Jueves Lardero, pero algunos vecinos, originarios de algún pueblo de la Campiña lo celebraban. No salían al campo ni elaboraban el hornazo, pero el jueves anterior al Miércoles de Ceniza se vestían con una vieja chaqueta con las mangas descosidas, se deshilachaban el borde de unos pantalones remendados, se cubrían la cara con una careta y se sentaban en una silla a la puerta de su casa.

La careta solía ser una de las de mirada inerte, que caracterizan a las corporaciones bíblicas de Puente Genil, y que confieren un aire entre cómico y espectral.
El Judas no hablaba, permanecía mudo e impasible, ante la atención de los transeúntes y nunca llegué a entender que es lo que celebraba o quería representar.
No era una figura del inminente carnaval ni su actitud era del rito penitencial de la más lejana Semana Santa. Se quedaba en una deliberada ambigüedad, un histrión de barrio, mudo y esperpéntico, que en ocasiones remataba su cabeza con una montera de torero o con un tricornio de guardia civil.
Era una extraña fiesta, porque aquellos “Juas”, zarrapatosos e inarticulados, nos dejaban en la duda de la risa o el llanto, o si nos conmovía su imagen descompuesta o era sólo el instante de aquella tarde de febrero, donde la vida empezaba a surtirse de soles y su presencia era el anuncio de la primavera.
Quizá, el sentido último de aquellas figuras sentadas al sol fuera evocador de la traición y nos acercaran, al pie de calle, a otros traidores mucho menos accesibles.
Lucas León Libro 5

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