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BREVE REFLEXIÓN SOBRE LA DEMOCRACIA
“Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". Declaración Universal de los Derechos Humanos. Naciones Unidas. París, 1948. Artº. 1
Si bien, al menos las generaciones de españoles nacidos en la postguerra, valoramos y celebramos con satisfacción y alborozo el esfuerzo político realizado en su día por la sociedad española para la definitiva superación de la prolongada y azarosa dictadura y para el diseño, a través de la Constitución de 1978, de una democracia reconciliadora, integradora, de todos y para todos, garante de derechos y libertades fundamentales, percibimos hoy, no sin preocupación, excesiva “conmoción” en el mundo político, caracterizada por la inmoralidad de unos, el resentimiento de otros, la excesiva ambición de los más, la carencia de proyectos compartidos, la persistente, estéril y acrítica confrontación sin vocación de consenso y desvinculada de los grandes ideales del bien común, la escasa proyección de futuro, etc.
Tal “conmoción” genera en buena parte de los ciudadanos no sólo desconfianza en la política y en el porvenir, sino, lo que es aún peor, actitudes involutivas, reaccionarias, populistas, disgregadoras, … de pronóstico incierto.
Es por ello que, desde todos los foros sociales, pero muy especialmente desde los espacios educativos, debería profundizarse más en lo que la democracia es realmente, redescubriendo a tal fin su propio concepto, su sentido, sus fortalezas, sus debilidades, ...
Para iniciar tal redescubrimiento, recordemos que el término democracia, vocablo acuñado en Atenas en el siglo V a. de C., procede de los términos griegos ‘demos´ (pueblo) y ‘kratos’ (poder, gobierno) y significa sistema de gobierno en el cual las decisiones colectivas, los modos de organizarse como grupo social y las normas que han de regular la vida pública, han de tomarse por el pueblo mediante mecanismos de participación, unas veces directa (plebiscito, referéndum, elecciones generales), y otras indirecta (a través de los representantes periódicamente elegidos).
Democracia = gobierno del pueblo por el pueblo.
Su verdadero sentido no es otro que reconocer el derecho de todos a participar en la vida pública, de modo que las cosas que a todos afectan sean por todos decididas.
Se fundamenta en tres principios esenciales:
1) El principio de igualdad esencial de los seres humanos. 2) El principio del sometimiento de todos a la ley. 3) El principio de la justicia social.
La democracia, el sistema menos malo de todas las formas posibles de gobierno hasta ahora conocidas,
a) Exige a los ciudadanos el firme compromiso de cada uno con la dignidad, sagrada e inviolable, de todos los demás. b) Es el más sólido aval del respeto al pensamiento plural y el mejor antídoto contra el fanatismo, la intolerancia y la tiranía. c) Constituye en sí misma el cauce más apropiado para la fluencia abundante del diálogo inteligente y constructivo, la iniciativa creadora, el debate argumentado, la confrontación razonada, la dialéctica del bienestar y desarrollo, … d)Demanda a todos, sin excepciones, corresponsabilidad y participación. e)Es de todos y para todos porque excluye la discriminación en todas sus formas, promueve la plena integración social de todos, la igualdad de todos ante la ley, el amparo jurídico generalizado, el respeto a las minorías, el compromiso con los Derechos Humanos, ... f) Crece y se desarrolla con el espíritu de concordia y el ejercicio de la solidaridad. g) Su esencial empeño es el bien común. h) Diluye los peligros de la excesiva concentración de poder mediante la distribución de las funciones políticas entre fuerzas independientes: Cortes (función legisladora), Poder Judicial (función jurídica) y Gobierno (función ejecutiva). i) No admite otra fuente de poder que la soberanía popular, deslegitimando cualquier tipo de autoridad que no emane del pueblo, de la totalidad del pueblo en libertad. j) Es garantía de justicia y paz: en la auténtica democracia no cabe la enemistad entre los ciudadanos, sino el trabajo cooperativo y en equipo; cada miembro del grupo social, desde su legítima óptica ideológica, desde su personal cosmovisión, desde sus valores e ideales, está obligado a aportar lo mejor de sí mismo en orden al bienestar, la paz y la felicidad de todos.
Sin embargo, siendo tan potentes sus fortalezas, la democracia tiene también sus amenazas internas. Citemos alguna de ellas:
1ª. Democracia sin demócratas.
En el seno de las sociedades existen personas -excesivas personas- propensas a la ambición desmedida, al descuido moral, al uso y abuso de los demás, al desprecio del otro, a la insolidaridad, al rechazo, a la desconsideración, …; tales propensiones, si están vivas y activas en la vida política -y muchas veces lo están-, corrompen, desvirtúan y degradan la democracia.
2ª. Programas sin compromiso político y social.
Un programa político difuso, desvinculado de la realidad, sin objetivos concretos, lejos de ser un contrato vinculante entre ciudadanos, no es otra cosa que demagogia, manipulación y engaño.
3ª. Poder excesivamente concentrado (“el rodillo de las mayorías absolutas”).
Siendo cada grupo una pieza de la máquina política, cuando una sola de tales piezas tiene capacidad para neutralizar la acción de las demás, las minorías neutralizadas quedan desconectadas del sistema y, en consecuencia, sin participación; sin embargo, tal debilidad dejaría de serlo si las minorías son oídas, respetadas y tenidas en cuenta.
4ª. Poder excesivamente diluido.
Si los grupos políticos, instalados cada uno en un caparazón ideológico excluyente y herméticamente cerrado, son incapaces del diálogo y del acuerdo, resulta imposible aunar proyectos, formar gobiernos, dar estabilidad al país, etc., con lo que se produce la desestabilización y el caos; ello no obstante, tal situación podría ser fortaleza si funciona pródigamente el diálogo y es posible, sin especial dificultad, la negociación y el acuerdo.
5ª. Abstención participativa.
Cuando la renuncia voluntaria a la participación por parte de los ciudadanos es elevada, queda demasiada gente sin la deseable representación.
Señalamos, para finalizar, que la democracia no sólo es una forma de gobierno; es también, para el demócrata, un modo de ser, una actitud de vida y un compromiso social: un modo de ser responsable, participativo y coherente con sus más nobles ideales, una actitud de vida reflexiva, crítica y dialogante y un compromiso social permanente con la libertad, la honestidad, la justicia y el bien común.