Convento de los Basilios

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Portada del convento.

El antiguo Convento de San Basilio Magno de Posadas, llamado popularmente Convento de los Basilios fue un monasterio levantado en la calle Gaitán, a pocos metros del antiguo Colegio M. Siurot y próximo a la portada lateral de la Iglesia de la Virgen de Gracia. Esta puerta no poseía el mismo alto que la nave del templo y está adornada con sobrio estilo barroco, llevando en bajorrelieve las armas de los Basilios sobre el frontón triangular partido en el centro con un bajorrelieve que representa una columna de plata entre llamas sobre fondo azur, con la divisa TALIS EST MAGNUS BASILIUS, grabada en la piedra. A la derecha del frontón, en bajorrelieve, se halla el escudo timbrado por una corona ducal con una cruz patriarcal; y a la izquierda, un báculo colocado en aspa detrás del escudo. La fecha de finalización de las obras de construcción de la iglesia fue el año de 1642.

Historia

Cuenta la leyenda que en el Pago del Torilejo, en el hueco de una encina, un leñador encontró la imagen de una virgen. Desde ese momento, el sacerdote Andrés de las Roelas, hijo del noble Jerónimo de las Roelas, dedicó a convento el pago propiedad de su padre. El recién creado Monasterio de las Celdas de Oviedo en Jaén, suplicó a su abad Fray Bernardo la creación de otro Monasterio en la Villa de Posadas con la donación que D. Jerónimo haría de una heredad de casas, molino de pan y varias hazas de viñas en el Blanquillo. Esto se efectuó ante el Escribano público de Córdoba, D. Diego de Roa, el 26 de junio de 1565. De Jaén vinieron dos monjes que se establecerían en el Cortijo del Blanquillo donde daban misa, predicaban y confesaban en la nueva ermita de la Virgen de Gracia. Les fue donado también el cerro de la Mesa y poco después comprarían los lagares de la Menora, Hornero y Torquemada, vecinos todos del Torilejo. Estos monjes vivían en el Blanquillo pero se desplazaban a la Ermita a dar misa por lo que, hacia 1470, les solicitan a D. García de las Roelas, heredero de D. Jerónimo, que les ceda el lugar para fundar un monasterio. La licencia solicitada al Obispado se detiene en 1567 y no es hasta 1580 cuando se concede la misma y, tras los trámites oportunos, se traspasa la propiedad de Los Roelas a la Orden de los Basilios de España. Al año siguiente se nombran a los cinco monjes del Monasterio de Oviedo que se trasladarán a Posadas y ocuparan la plaza.

Cuenta la leyenda que D. García de Las Roelas, estando los cinco monjes presentes, cierra con llave la puerta de la ermita de la Virgen de Gracia y se las da al Prior. Éste vuelve a abrir y entraron todos cantando el TE DEUM LAUDAMUS y ya dentro rezaron una oración de gracias. Finalmente fray Basilio tocó una campanilla, cuyo son confirmaba la posesión. Otra leyenda que se fija a este nuevo Monasterio fue la visita del rey Felipe II.

Derribado el convento, se levantaron viviendas en su solar.

La casa de la Ermita pronto les ocasionarían incomodidades por lo que poco a poco fueron construyendo celdas y dependencia similares a las del Monasterio, mientras que volvían a ocupar el cercano cortijo del Blanquillo. A pesar de todo, las inexistencia de una botica en las proximidades y las distancias hasta el pueblo para solicitar los auxilios de un médico les hizo plantearse fundar un hospicio o enfermería en la Villa, en un haza que habían adquirido, quizás en 1610, junto al Camino Real cerca de la calle Mesones, donde habilitaron una enfermería y una pequeña capilla donde oír misa los monjes convalecientes. Fueron adquiriendo las casas vecinas, hacia 1614, hasta concluir con un complejo que contenía portería, locutorio, patios, refectorio, cocina, bodega, celdas, enfermaría, iglesia, sacristía, biblioteca, aulas, otras dependencias, caballerizas, corrales y huerta. El solar quedó delimitado por las actuales avenidas de Soldevilla Vázquez, al norte, la casa de los Vargas, al este, la calle de Gaitán, al sur, y la calle de Antonio Machado, al oeste.

El Monasterio ya sólo fue afectado por la ocupación francesa y, posteriormente, por la desamortización de Mendizábal de 1835, la cual provocó la expulsión de los mismos. En 1839 la Junta de Enajenaciones le concede el Monasterio al Ayuntamiento quien lo ocupa para diversos usos y comienza el deterioro del complejo.

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