El Chino

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El Chino

Era un limpiabotas o beturero de salón dado que su oficio lo ejercía en un local apropiado para ello allá por la primera mitad del siglo pasado.

De nombre de pila Juan García tenía como sobrenombre “El Chino”, pues no parecía ser oriundo cordobés, sino de la tierra del “Mago Chang”. Desde los doce años ejercía esta profesión como unos de los mejores trabajadores de su oficio. Era poco hablador, pero agradable en el trato. No les gustaba ningún tipo de protagonismo, cosa extraña entre aquellos compañeros de su gremio.

Forzándole la conversación decía cosas como estas: -Llevo treinta años entre, tintes, cepillos, betunes y bayetas. Habré dado brillo a cerca de medio millón de zapatos y botas. Entre mis clientes tuve la suerte de ser el limpia preferido del “Guerra”, igualmente serví el “Niño de la Palma” y también limpié en alguna ocasión los botines de Julio Romero de Torres, bueno han pasado por este sillón artistas, toreos, futbolistas y un interminable numero de personalidades….

Continuaba diciendo casi de una forma forzada: -Me decía don Emilio Luque que cuando estuvo en Nueva York se acordaba de mí, pues allí no encontró un limpia como yo.

Con respecto a lo sus honorarios comentaba: -Yo no necesito que mi el jefe suba la cuantía, pues con las propinas que me dan gano mucho más que los compañeros callejeros.

Comentaba la siguiente anécdota: -Un día llegó al local un industrial madrileño muy importante que tenía un genio “cachondón”. Le habían hablado bien de mí por la profesionalidad y quería le hiciera un servicio. Entró en el local y pregunto: -donde está el “Mandarín”, yo le mire algo extrañado, pues me llaman “El Chino”, pero bueno me da igual, se sentó en el sillón y me dice: -Si me limpias las botas mejor que al “El Guerra” te vas acordar de mí durante toda la vida. Yo sin pensarlo puse todo mi empeño para que así fuera. Terminada la faena me dio una propina de dos duros, que eso era el jornal de todo el día y además me regaló puro. Con aquel suministro contante y sonante lo pasé de lo lindo viendo una corrida de toros, pero me acordaré de él toda la vida pues por poco me muero al fumar el puro. Y terminaba riendo con la siguiente frase:-Será que no estoy acostumbrado “j´ipar habanos”.


Personajes de este tipo existieron en todas las profesionales de servicios, esto dignificaba el trabajo manual como algo imprescindible en aquella vida provinciana.

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