El Trapero

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El Trapero

Este personaje era un marginado algo majareta, que vivía del trueque de arropías por viejos cachivaches. El medio de intercambio era la misma calle.

Tenía una particular forma de ver la vida que daba pie a pensar estaba cercano a lo depresivo. En su sencillez, por nada permitía ser compadecido en su forma de vida.

Iba por las calles anunciando su presencia por medio de una trompetilla, seguido de la siguiente cupletilla:

¡Ha llegado a esta calle el trapero, solito está, sin el calor de “naide”!

Continuaba anunciando los intercambios terminando con la frase contundente:

¡El trapero solito está, sin el calor de “naide”! ¡Ni falta que le j´ase!

La chiquillería acudía al reclamo de los quiquis y arropías, pidiendo a sus madres cambiaran algo para sí conseguir la golosina. Cuando El Trapero se veía rodeado de ellos, con el dedo índice de la mano derecha empezaba a hacer rayas verticales en la pared, y así, comenzaba con los niños un coro improvisado cantando lo siguiente:

¡Una, dos, tres!.... Terminando en quince, y a continuación preguntaba a la chiquillería:
¿Quince por quince?

Respondiendo al unísono los pequeños a toda voz:

¡Quince, quince, quince!

Terminaba sus intercambios llevándose tras de sí a todos los niños como si fuera " Merlín el encantador".


En aquella sociedad provinciana, no sobraban personajes como El Trapero que eran como un antídoto contra la dureza y crueldad de la vida.

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