Margarita Guerrero Morales
Discurso Colona del año 2012, galardón de la Colonia de Fuente Palmera
Ante todo, quiero citar unas palabras de León Tolstoi, un genio de la literatura Rusa, un creyente atormentado y una persona coherente que escribió: “Para vivir honradamente es necesario desgarrarse, confundirse, luchar, equivocarse, empezar y abandonar, y de nuevo empezar y de nuevo abandonar, y luchar eternamente y sufrir privaciones. La tranquilidad es una bajeza moral”.
Margarita Guerrero Morales, nació en el Villar a finales de septiembre de 1931. Son muchos años y una historia muy larga, llena de vicisitudes. Tuvo que ayudar a su padre en la tienda que regentaba cuando apenas tenía siete años. El padre había caído enfermo y tuvo que compartir el colegio con la tienda. Pero ya a los once años dejó de ir al colegio. El maestro, que comprendía el interés de Margarita, empezó a ir por la casa para darle clase. Pero la tarea de la tienda era demasiado para una niña de diez años y no le dejaba tiempo para dedicarse a las clases.
Cuando cumplió quince años se enamoró de Juan García Castillo, siete años mayor que ella; coincidía por entonces que él estaba haciendo el servicio militar, (la mili), fue un año muy especial de su vida.
Al año siguiente, cuando contaba dieciséis años, tuvo la fatalidad de caer enferma con la tuberculosis, teniendo que guardar cama hasta los 20 años. Fue durísimo. Salió bien de la enfermedad y fortalecida con esta experiencia. Lamentablemente éste fue el primer eslabón de una cadena de enfermedades; de las que dice Margarita que, gracias a Dios, no le faltaron las fuerzas para superarlo todo.
Contrajo matrimonio con veintitrés años. La enfermedad había hecho mella y pesaba por entonces sólo 38 kilos. No obstante, fue el día más feliz de su vida porque se unía al hombre del que estaba enamorada y que ha sido la persona que más ha querido. Aún habiendo trascurrido tanto tiempo desde su muerte le sigue recordando con ternura. El matrimonio lo celebraron un 17 de abril en Écija, ya que había hecho la promesa de casarse ante la Virgen del Valle.
El 15 de mayo siguiente inauguraron el Cine y se quedaron a vivir en casa de sus padres, porque su hermano, que se tenía que ir a hacer la mili la obligaba a ella a llevar la tienda. La tienda, en donde también acabaron vendiendo zapatos y telas, le ayudó a aprender a cortar patrones y a coser ropa. A la tienda iba a cobrar los arbitrios Antonio Tubío, y allí dejaba unos boletines para que Juan o Margarita se hicieran cargo del cobro Pero por la noche se iban al bar que tenían dentro del cine. El cine de Juan y Margarita era una verdadera institución en el Villar: allí se reunían los vecinos y constituía un lugar de cita y encuentro ineludible.
El local que tenían en el bar servía para el cine pero también lo usaron para celebrar bodas muchas de las cuales eran entonces de dulces y licores. Durante el matrimonio reconoce Margarita que fueron muy felices, trabajaban mucho. Hicieron finalmente la casa en el cine y se fueron a vivir al bar para mantenerlo siempre abierto. En los veranos ponían comidas. Siempre tenían trabajo de sobra, pero nunca pasaron apuros. Tuvieron tres hijos. Su hija se casó en septiembre de 1979. Pero cuando se cumplían los 25 años de matrimonio, Juan, el marido de Margarita ya tenía el bulto en el cuello que resultó ser cáncer, y comenzó un nuevo calvario con la enfermedad que resistió hasta el 8 de octubre de 1980 en que Juan murió quedándose viuda cuando tenía 49 años, con lo que tuvo que seguir luchando mucho para terminar de poner a camino a sus hijos. Incluso cuando enviudó procuraba que nadie la viera llorar, ni sus hijos ni nadie. Sin olvidar lo que Margarita Guerrero Morales, colona del año quedaba atrás, siempre miraba el futuro con optimismo. A los cinco meses de la muerte de Juan tuvieron que ingresar a Margarita con una anemia tan grande que los médicos no estaban seguros de que pudiera superarla; pero la fortaleza que la caracteriza le ayudo a salir adelante y hacerse una persona aún más fuerte.
En la actualidad, casados ya sus tres hijos y con ocho nietos cuatro varones y cuatro niñas; ayuda a su hijo que vive en la planta alta de su casa en todo lo que puede porque nunca ha sabido estar parada.
Ha estado 10 años luchando por conseguir una Iglesia nueva en El Villar, lucha que culminó con la edificación de un bello templo. Con ocasión de su octogésimo cumpleaños, recibió un reconocimiento por parte de un numeroso grupo de amigos, muchos de ellos pertenecientes a los colectivos en que está comprometida. Asociaciones, Parroquia, partido Olivo, etc.
Con cerca de 81 años sigue manteniendo un vigor y dinamismo extraordinarios, siendo el alma de muchas de las iniciativas sociales en El Villar. Su lucha ha sido siempre con los dos ayuntamientos, el de Écija y el de Fuente Palmera para lograr mejoras en el Villar, y por eso nunca ha dejado de estar presente en las reivindicaciones sociales de todos los vecinos. Batalló en primera línea para que El Ayuntamiento de Écija construyera un centro cívico junto al Bar Melón, el único que hoy día permite realizar talleres, actividades, reuniones y encuentros del más diverso tipo tanto para la asociación de mayores, de mujeres, de vecinos y para actos públicos oficiales. Forma parte de la Asociación de Mujeres y de la Asociación de Vecinos, y es presidenta de la Asociación de Mayores Atervi de El Villar a lo que une una gran actividad social en el ámbito político, social y religioso. Colabora con la Hermandad del Cristo del Perdón, organiza junto a otras personas y asociaciones la cabalgata de Reyes Magos. Desde la Asociación de mayores de El Villar ATERVI, organiza viajes y disfruta viajando, porque salir de viaje o de excursión le relaja bastante. Ha sido y es asidua colaboradora del periódico local El Colonial, donde escribe crónicas de acontecimientos villarengos y capítulos de la historia de medio siglo XX. Colabora permanentemente en la página web del Colegio Público San Isidro Labrador de El Villar, donde publica, anécdotas sobre el pasado de El Villar, referencias históricas, recetas de cocina y otras curiosidades del diseminado rural de su pueblo y de sus viejas costumbres.
Lo que es claro y vox populi en El Villar es que Margarita Guerrero constituye una verdadera institución en el pueblo. Es una persona de tal manera comprometida, activa, dispuesta y capaz, que no hay un sólo evento en el que ella no participe, No hay una sola tarea en la que ella no eche una mano. No hay un proyecto en el que ella no haya participado en poner la primera piedra, en poner sus cimientos o llevarlo a buen fin.
Pero desde su mirada discreta y su sentir servicial reconoce que todo lo que ha llevado a cabo ha sido gracias a que siempre ha contado con magníficos colaboradores y con el apoyo incondicional de gran parte de sus vecinos y vecinas. Porque si es verdad que su tarea ha sido reconocida por los vecinos y asociaciones en las que trabaja en primera línea, toda la trayectoria de su vida de entrega y servicio, de espíritu de participación ciudadana que la caracteriza, la hace acreedora a que el propio Ayuntamiento la incluya a estas alturas de su trayectoria vital como una colona ejemplar, con sobrados méritos para merecer el título y el honor de Colona del año.
Gracias, Margarita, porque has sido un pilar de esos imprescindibles en los últimos cincuenta años de la historia de El Villar. Has estado con la Romería, con la Hermandad del Cristo, luchando por el colegio… Y cuando perdiste a Juanito, y te quedaste sola con aquel bar, con aquel cine y aquella soledad, has seguido adelante con tus hijos y tus nietos, y ahí sigues, con una salud endeble pero con un espíritu firme como las raíces de los árboles. Alimentando tu espíritu con la fuerza de tu fe y sabiendo de la debilidad de lo humano y de que cualquier día la vida nos dejará en la cuneta. Pero tú no te vas a detener hasta que el tiempo le ponga un parapeto al alegre y gozoso caminar de tus pasos.
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