Perfil humano de Fuente la Lancha
Para el viajero que, por vez primera, se adentra en Fuente la Lancha, a primera vista, nada más entrar, este pequeño pueblo de Los Pedroches le resulta entrañable y hospitalario. Las calles, recoletas y cálidas, silenciosas, tienen duende, emanan serenidad y mansedumbre, poesía y sosiego.
Por otra parte, las gentes de Fuente la Lancha tienen un carácter sobrio y humilde, bondadoso y abierto, un modo de ser que armoniza, perfectamente, con la arquitectura y el perfil físico de la villa.
Fuente la Lancha es uno de esos pueblos entrañables y acogedores, cálidos, uno de esos románticos lugares donde el tiempo parece detenido en la dulzura y en la sencillez, en la transparencia y el silencio; ningún visitante llegará a sentirse extraño en este lugar, en este pueblo tan luminoso y hondo, tan suave y poético.
Las gentes de Fuente la Lancha tienen un modo de ser grave y sereno, bonachón y altruista, espléndido: es una raza de hombres y mujeres laboriosas, entregados al cultivo de su tierra, al cuidado de los animales y de los frutos.
Son muy frecuentes los huertos, las vaquerías, los pequeños cercados donde se ondulan mansamente cebadas y trigos. El hombre de Fuente la Lancha es como su tierra, sobrio y hondo, fiel a sus costumbres, enamorado de su campo: la tierra natal para él es su ilusión, su modo de vivir. Su corazón es noble, y siempre está abierto a los demás.
Principales editores del artículo
- Trini.fuentelalancha (Discusión |contribuciones) [1]
- Gencor (Discusión |contribuciones) [1]
- Faunaiberica (Discusión |contribuciones) [1]