Carlos Fernández de Padilla y Fernández-Gallegos

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Carlos Fernández de Padilla y Fernández-Gallegos, III conde de Casa Padilla (Puente Genil, c. 1870- Córdoba, 2 de abril de 1922) fue noble y empresario. Ingeniero de formación, ejerció en la Jefatura de Obras Públicas de Córdoba.

Biografía

El tercer Conde por su profesión de ingeniero de Caminos, Canales y Puertos -primer conde con estudios superiores- y su matrimonio con la cordobesa Felisa García y Díaz de Morales, previa expedición en febrero de 1909 de Real licencia para contraer matrimonio, fija su residencia en Córdoba en la calle Duque de la Victoria, número 4 (antes llamada calle de los Huevos, marcada con el número 9 antiguo), por lo que apenas le da uso a este Palacio de la calle Don Gonzalo, que lucía el escudo de los condes en la fachada, labrado por el célebre Mateo Inurria y que acabó perdiéndose. Al no tener uso particular, el Palacio se prestaba para la celebración de acontecimientos, sobre todo bodas, en su amplio patio de columnas. Fue derribado en 1969.

Carlos y Felisa tuvieron una hija llamada Felisa Padilla García, nacida en Granada, quien ostentó el título como IV Condesa desde 1924 y que contrajo matrimonio con Lorenzo Ruiz Garrido, padres del actual quinto Conde de Casa Padilla, Carlos Ruiz Padilla, nacido en 1944, residente en Córdoba y reconocido poeta.[1]

Ingeniero

Ejerció como ingeniero en la Jefatura de Obras Públicas de la provincia de Córdoba y en la División Hidráulica del Guadalquivir. Acompañó al Gobernador Civil Díaz Moreu el 18 de marzo de 1917 para evaluar los daños causados por la riada en Puente Genil. Nombrado en noviembre de 1917 vicetesorero contador del Sindicato de Obras del Pantano del Guadalmellato, participó en el trazado de la línea férrea Granada-Motril. Ostentó la vicepresidencia del Patronato de Casas Baratas y la vicepresidencia 1ª de la Unión de Labradores y Ganaderos de Córdoba. En enero de 1918 fue declarado en situación de supernumerario como ingeniero en la división hidrológica.

Perteneció a la corporación de Los Apóstoles a la que regaló el alfanje de San Bartolomé con su escudo de armas grabado. Cedió a la Cofradía del Santo Sepulcro de Puente Genil, una esquina de la residencia palaciega de su abuelo en el ex convento de los Frailes, en la parte del edificio recayente a la entonces calle de la Victoria, hoy Capitán de Corbeta Reina Carvajal, pero sin testimoniarse en documento alguno por lo que, décadas después hubo de ser el nieto de este Conde, el actual, quien protocolizase aquel acto de generosidad.

Aunque su testamento fue revocado en virtud de posteriores disposiciones, en sus últimas voluntades otorgadas en 3 de diciembre de 1912 ante el notario de Córdoba Alberto de Torres Illescas nombraba como albaceas testamentarios a José Soriano Vázquez, Genaro Carrascosa Guillén, Práxedes Mateo Cruz Roldán, Emilio Moreno Melgar y Rafael Fernández-Gallegos Ortiz. El conde falleció en Córdoba el 2 de abril de 1922. Su ataúd fue llevado por peones camineros, criados de su casa y el Presidente la Sociedad de Oficios Varios, Isidro Reyes. Presidieron el cortejo fúnebre el Provisor de la Diócesis, Canónigo Doctoral Rafael García Gómez y Canónico Lectoral Juan M. Gallegos. Los funerales celebrados en la mañana del 4 de abril fueron presididos por el párroco Ildefonso Garrido, el alcalde Sebastián Barrios Rejano, los ingenieros Julio Alcalá Zamora y Julio Moreno, José Marta López, Francisco Castillo, Andrés Roldán Figueroa, Manuel García-Hidalgo Villanueva, Rafael Fernández Ortiz, Francisco Salcedo y Carlos Padilla. La condesa sobrevivió al conde hasta el 3 de febrero de 1948.[2]

Palacio de Casa Padilla

Al comienzo de la calle Don Gonzalo de Puente Genil, junto a la desaparecida ermita de la Caridad y frente al Ayuntamiento, estuvo el Palacio de Casa Padilla, levantado por el III Conde. Las obras de su palacio las comenzó su padre el II Conde sobre unas casas señoriales del siglo XVIII que presentaban ruina y que el I Conde compró a raíz de la Desamortización. Esas casas ruinosas estaban gravadas con dos censos antiguos a favor de la Duquesa de Medinaceli, uno por importe 7.083,50 pesetas y otro de 9.166,50 pesetas. El II Conde murió sin concluir las obras; solo le dio tiempo a derribar las antiguas casas, por lo que tiene que ser su viuda quien levante el nuevo palacio. Recibió el solar por herencia de su marido, con una superficie de 497 m2 y a su fallecimiento, ocurrido el 19 agosto 1907, se lo deja entre los bienes de libre disposición a su hijo Carlos, quien como único hijo varón había sucedido a su padre en virtud de Real carta de sucesión de fecha 16 de septiembre de 1893, y a quien la condesa mejoró ostensiblemente en el importe del tercio de mejora y en el de libre disposición íntegramente. A su muerte la condesa gravó la casa palacio con la obligación de una misa diaria durante siete años en su memoria y en la de su marido y dos misas mensuales durante otros siete años en las fechas de su fallecimiento y en la de su esposo. La condesa instituyó como albaceas testamentarios a su propio hijo Carlos, a Rafael Fernández Ortiz y Antonio Aguilar y Cano.

Referencias

  1. Conde de Casa Padilla, en el blog Pontanos Ilustres.
  2. Conde de Casa Padilla, en el blog Pontanos Ilustres.

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