El Citas

De Cordobapedia
Saltar a: navegación, buscar

El Citas

Existió este personaje por los años sesenta y setenta. Era sumamente hábil y persuasivo, no escondía ser gay. De edad mediana, con formas bonachonas inspiraba en el trato confianza a los clientes y personal a su servicio, aunque eso sí, era de fondo un elemento de punto y parte.

Su negocio consistía en regentar una “Casa de Citas” situada cerca de la plaza del Indiano. Experto en el negocio conocía sus intríngulis como nadie, de forma, que sus clientes depositaban la confianza en él. Cuando veía alguna señorita intranquila, -de las muchas que prestaba sus servicios en dicha casa- la apaciguaba diciéndole: -“Con Andrés anda tranquilita, ¿no ves que soy de la cáscara amarga?” O esta otra frase: -“Niñas pedid a Dios que no se pierda la agenda de los clientes, porque si se extravía, Córdoba entera va a ser campeona de separaciones y divorcios”.

Su sutileza le permitía relacionarse como nadie con sus contactos estableciendo medante citas concertadas, él solía decir: -Mis chicas las busco que sean honradas de apariencia y nada de fijas, sino pluriempleadas en el terreno del amor, así se mantiene mayor discreción.

Su zona operacional de captación de posibles señoritas la establecía en la puerta de un céntrico establecimiento de Grandes Almacenes, donde tenía ganchos femeninos que le presentaban chicas, de tal forma, que constantemente iba ampliando su mercado con novedades.

Otro lugar de captación lo realizaba en la entrada de un céntrico bingo. Era el lugar preferido para constatar con amas de casa, que con el vicio de los traga perras se habían jugado el dinero de la compra sin alcanzar ninguna ganancia. El Citas captaba de momento el problema y se diría a ellas diciéndoles: - “Mujer no te apures, deja este lugar que no haces nada más que perder dinero, y en cambio en mi negocio vienes una mañanita y le pones a tu marido solomillo durante una semana”.

Su fina gracia le permitía hace cupletillas referidas a las casadas que frecuentaban su “Casa de tapao”.

Me he “enterao”
que tu “mario” y el mío
se han “peleao”,
"san llamao” cabrones,
y tú sabes lo que digo:
que han “acertao”.


Este personaje recuerda a las muchas y variadas “Casas de Citas” existentes en Córdoba, como:

Una casa cercana a la Puerta del Rincón, que tenía fama de ser distinguida por la discreción, cordura y sensatez de su propietaria. La clientela era de suma confianza, y siempre se ocultaba la identidad de la dama. Era frecuentada, para prestar el oficio más antiguo del mundo, por chicas jóvenes que esporádicamente eran llamadas y, según comentaban los visitantes, las señoritas cobraban espléndidos honorarios.

Todo este mundo de ocultamientos ha desaparecido, ante los cambios culturales y morales, quedando estos personajes y comentarios como reliquias del pasado.

Principales editores del artículo

Valora este artículo

3.5/5 (4 votos)