Iglesia de San Jerónimo (Moriles)
Aunque no se ha podido precisar con exactitud la fecha de construcción de la primera iglesia que se levantó en la aldea de los Zapateros, se cree que pudo existir antes del núcleo poblacional de los cuatro lagares. Desde estos remotos tiempos del poblado, la iglesia se convirtió en el elemento constructivo más singular de su inexistente casco urbano. Con el tiempo, necesitada de una reconstrucción, agravado su estado de ruina en 1787, los vecinos decidieron dirigirse al propio rey para solventarlo, por lo que necesitaron contar con la ayuda de procuradores que elevasen su misiva ante la Corte.
Siglo XIX
La reconstrucción de la iglesia en los últimos lustros del siglo XVIII posibilitó que este templó presentase un óptimo estado de conservación que permitiría, la ampliación de su presbiterio con la construcción del camarín de la Virgen de la Salud. Atendiendo a los datos conocidos hasta ahora, se puede estimar que la planta de este primer templo debía responder a un edificio de una sola nave, con techos a dos aguas, sin bóveda y de muy reducidas dimensiones, construido sobre el solar que ocupó el primitivo inmueble. Al haberse producido una reconstrucción, la ubicación de la iglesia se mantuvo en el mismo lugar y espacio que ocupó el primer y primitivo templo del poblado desde su origen, conformando el lateral sur de la cuadrada plazoleta en la que tuvo su inicio el núcleo poblacional. La configuración exterior de la iglesia, ésta debía presentar una panorámica arquitectónica bastante ruda y carente de elementos de interés artístico. Por el contrario, sí debió contar con un mínimo exorno ornamental en su interior que se vio enriquecido a raíz de la construcción del camarín de la Virgen.
Debe resaltarse que algunas de las devociones más populares con que cuenta actualmente Moriles, como son la Santísima Virgen del Carmen o Rosario y San Antonio, bajo las advocaciones que pueden tener sus antecedentes zapatereños Merece mención especial su destacada vinculación en todo lo concerniente al templo y por su probado culto a la Virgen de la Salud, el que fuera sacristán y Mayordomo de su hermandad Fernando de Doblas y Gamboa; persona que pudo ser, además, como el propulsor de la devoción rosariana entre los habitantes de la aldea; para ello, realizó varias donaciones para la celebración de rosarios públicos. En 1812 se le da la calificación de iglesia auxiliar a la de parroquia; convirtiéndose en realidad un viejo sueño de los aldeanos que les supondría el no tener que trasladarse a las villas de Aguilar o Monturque para recibir sacramentos como el bautismo o el matrimonio. El año 1812 supuso para los habitantes de Zapateros un importante avance en la atención religiosa que se les ofrecía desde la iglesia de San Jerónimo. A partir de este año, los niños que nacieron en la aldea se bautizaron ya en su población, en ella podían contraer matrimonio y recibir la extremaunción y, recibir cristiana sepultura.
Virgen de la Salud
Fue la devoción más querida por los Zapatereños de todos los tiempos en los primeros años del siglo XIX, la trayectoria histórica de esta imagen de la Virgen pudo tener su inicio en los mimos orígenes de la aldea coincidiendo con la construcción de la primera iglesia. Existen datos que demuestran que este primer templo del poblado estuvo bajo la advocación de Nuestra Señora de la Salud. También existen documentos fechados en el año 1811 que nombran a la iglesia de la aldea con la advocación de la Salud y San Jerónimo conjuntamente.
Un elemento que afianza aun más esta hipótesis de la antigüedad en la devoción a la Virgen de la Salud es, sin duda, la datación histórica de la actual imagen de la Virgen del Rosario, (antigua Virgen de la Salud)que, pese a las alteraciones sufridas en las recientes restauraciones, sigue conservando algunos elementos originales como son el rostro y las manos que han permitido catalogarla estilísticamente.
Se desconoce el autor de la obra ni la fecha de realización, ha sido relacionada como una imagen salida del taller que tuvieron las hermanas María Feliz y Luciana Cueto Enríquez de Arana, en la ciudad de Montilla, hacia la primera mitad del siglo XVIII. La atribución se basa en la coincidencia estilística que guarda esta imagen con otras que realizaron dichas escultoras. La producción de éstas se encuentra muy repartida por los pueblos de la comarca, entre ellos el de Aguilar(de donde pudo proceder originariamente esta imagen).
En 1803, la imagen de la Virgen de la Salud residía en él ocupando, por entonces, el único altar existente de la iglesia. Se sabe que, durante ese tiempo, se hizo cargo del cuidado de la iglesia de Zapateros uno de los mayores benefactores de la Virgen de la Salud, Fernando de Doblas y Gamboa, quien ocuparía largo tiempo el cargo de Mayordomo de su cofradía.
A Fernando de Doblas y Gamboa, se debe la iniciativa de propagar la devoción de los vecinos a la Virgen de la Salud, construyéndole un camarín en el presbiterio de la iglesia. Para este proyecto contaban con unos terrenos colindantes a la cabecera del templo que les había cedido el Ayuntamiento de Aguilar para levantar, en ellos, el cementerio de la aldea. Así, ocupando un trozo de este solar, se construyó el aposento mariano, quedando concluidas las obras en agosto de 1811, fecha en la que se solicita la bendición de dicho espacio y la autorización para la instalación de la imagen.
Concluido el trámite eclesiástico de bendición del camarín, se tuvo que verificar un nuevo expediente como fue la donación, de los terrenos donde se había levantado la fábrica del camarín. Todo parece indicar que, al someter la titularidad parroquial a la advocación de la Virgen, este templo se pudo denominar así desde su origen. No bastante, en los años iniciales del siglo XIX, lo hemos encontrado nominado ya en varios documentos con una doble titularidad, ésta es, la de la Virgen y la de San Jerónimo.
La iglesia de San Jerónimo en los años centrales del siglo XIX
En 1787 se cree que la iglesia pudo ser totalmente reedificada y ampliada en 1811, coincidiendo con la construcción del camarín de la Virgen, completándose en conjunto dicho edificio Aún mantendría su condición de iglesia auxiliar de la parroquia de Aguilar pero, desde la reforma de 1811, tras la cual se le concede la colocación de la pila bautismal y la construcción del cementerio, esta iglesia fue habilitada para impartir esos dos sacramentos y llevar los libros correspondientes, hecho que, sin duda, cargó de trabajo al cura residente, No se le autorizó para abandonar la aldea hasta que la iglesia de ésta contase con un nuevo sacerdote. Por ello, el primer cura el fraile Antonio Iberos permaneció en la población hasta el año 1817 en el que toma posesión del templo de San Jerónimo un nuevo cura, el presbítero Francisco González Palma, Pedro Luque se convirtió en uno de los sacerdotes que, más tiempo, estuvo al frente de la Iglesia de Zapateros, auspiciando importantes mejoras en la misma. Cuando este cura se hace cargo de la iglesia, ésta contaba ya con un considerable patrimonio.
Historia del cementerio de Moriles
La aldea de los Zapateros, en sus orígenes, no disponía de cementerio, teniéndose que desplazar a Monturque o Aguilar de la Frontera para dar sepultura a sus seres queridos; circunstancia que debió prevalecer con posterioridad al 1787 (año en el que se pudo ejecutar la reconstrucción de la iglesia de la aldea de Zapateros), en ese año se promulgó una Real Orden con fecha del 3 de abril dictada por Carlos III en la cual se obligaba a construir cementerios rurales por toda la monarquía. En el origen de esta ley se encontraban las malas condiciones higiénico-sanitarias, que a finales del siglo XVIII presentaban las iglesias y conventos de pueblos y ciudades españolas, por los enterramientos que se realizaban en ellos , la dificultad de para aplicar la ley (lo que suponía romper con las tradiciones muy arraigadas en la población), provocó que se alcanzara el siglo XIX sin que se hubiese instaurado esta ley de forma definitiva, lo que produjo una nueva legislación sobre la cuestión que se aplico durante la primera mitad del nuevo siglo.
Sobre el año 1811 se llevaron acabo las obras que seria el primer cementerio de la aldea de Zapateros; construyéndose contiguamente ala iglesia que poseía la aldea con el objetivo de enterrar allí a los fieles que fallecieran.
Fue la Hermandad de la Virgen de la Salud quien se convirtiera en promotora y patrocinadora de la construcción del cementerio terminándose en agosto de 1811.Acogiéndose ala legislación vigente, se necesitaba la autorización y bendición de la jerarquía eclesiástica para su apertura, características que pudo reunir el camposanto que fue inaugurado en la aldea.
Por distintas causas y razones entre ellas el crecimiento de constante de la población, avían motivado al cementerio se encontrarse saturado completamente en los años centrales del siglo XIX, agravándole la situación año tras año, hasta ser necesaria la clausura urgente del cementerio.
En 1877 se tomaron las primeras iniciativas con una solicitud dirigida al ayuntamiento de Aguilar, reflejando la situación real en que se encontraba el cementerio de la aldea de Zapateros.
En agosto de 1877 se presento en el ayuntamiento de Aguilar un presupuesto de gastos para la construcción de un nuevo cementerio el cual ascendía a 1000 pesetas, teniendo también en cuenta la ayuda económica que presto la población de la aldea. Este proyecto no tomo visión de hacerse realidad hasta el mes de octubre.
Se desconoce cuando concluyeron las obras del camposanto, pero se puede considerar que cumplieron el plazo de dos meses, previstos en el pliego de condiciones, que se conservan algunas lapidas de las que pudieron ser de las primeras personas que recibieran sepultura en el nuevo cementerio.
Construcción de la nueva iglesia de la aldea
Con el inicio de la década de 1860 se animó la idea de hacer realidad uno de los proyectos constructivos más importantes de los que se acometió en Zapateros a lo largo de su historia. Las razones que justifican esta aspiración de los vecinos de la aldea, se debe en situar en el más que probable mal estado de conservación que debía presentar la iglesia que se había reconstruido, sobre el solar de la primitiva capilla, así como las reducidas dimensiones que tenía este templo para una comunidad que había más que duplicado su número de vecinos. Según los primeros datos o noticias que se tienen sobre el proyecto, las obras a realizar se definen como reparación o reedificación del templo, lo que se induce a pensar que, en un primer momento, la idea era de mucha menor envergadura de lo que supuso finalmente, hubo un momento en el que se varió la idea original por la de levantar una nueva iglesia mucho más amplia que la existente, para lo cual se necesitaba un nuevo emplazamiento, ya que el solar que ocupaba la iglesia vieja estaba acotado por el cementerio existente en su parte posterior. Se desconocen las gestiones que se llegaron a realizar, pero todo indica que, muy pronto, quedó resuelta la cuestión del solar necesario para construir la nueva iglesia, gracias a la generosa donación que, para tal fin, hizo el sacerdote José María Jiménez y Ramírez. Residente en Sevilla y con 57 años de edad, José María Jiménez cedió los terrenos necesarios para levantar el nuevo templo, hecho éste que se pone de manifiesto que dicho sacerdote no había perdido su vinculación con la aldea, donde contaba con la propiedad de la casa lagar que había heredado de sus padres en la calle Carrera. Hasta él recurrieron los miembros de la Junta interventora consiguiendo que el presbítero donase una parcela de terreno de su lagar para construir, en ella, la nueva iglesia. Solventada la cuestión de los terrenos y contando con las donaciones económicas reales, las obras pudieron dar comienzo en el mismo 1861 o principios de 1862. Lo ambicioso del nuevo proyecto limitó claramente el caudal recaudado, causa que prolongaría durante muchos años la realización de las obras, dependientes de los fondos que se fueron reuniendo a lo largo de estos años.
Terminación de la nueva iglesia de Zapateros
La dilatación en el tiempo de las obras de construcción de la nueva iglesia había permitido el que, durante algunos periodos que éstas permanecieron interrumpidas, el local o nave que ya estaba levantada se utilizase provisionalmente como aula o escuela de niños. Los datos contrastados parecen indicar que las obras se reanudaron en el mes de abril de 1874, coincidiendo con un contexto político y religioso, la primera República, que, en principio, parece debería ser poco propicia para este tipo de iniciativas pero que, sin embargo, en la aldea supuso el inicio del fin del ambicioso proyecto constructivo que se había comenzado en 1861. Como ocurrió en ocasiones anteriores, en la posible reconstrucción del templo de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, En esta ocasión, fue Juan José Doblas el presidente de la comisión de vecinos que se formó para recaudar los fondos necesarios para concluir la construcción del templo. De esta comisión formaba parte, también, el nuevo cura de la aldea, José María Granados, que, además, se encontraba muy afectado por estas circunstancias, al no poder contar con casa parroquial. Este hecho le llevó a solicitar al Ayuntamiento de Aguilar unos terrenos para poder construirse una casa en 1869. Uno de los principales inconvenientes que planteaba la continuidad de las obras era, sin duda, reunir el caudal necesario para sufragarlas y, posteriormente, los enseres y ornamentos de culto que completasen el templo. Parece ser que, por parte del Obispado, se aportaron distintas cantidades para este fin desde que se inicia la década de 1870. En este año, el obispo Juan Alfonso de Alburquerque entrega para las obras 3.000 reales. En 1872, el mismo prelado entrega al alcalde pedáneo y miembro de la comisión vecinal, Juan José Doblas, 1.000 reales. Los obras se reiniciaron en 1870, continuándose, con mayor o menor intensidad en los años siguientes, tomando nuevos impulsos en 1874, año en el que la comisión vecinal, ante la falta de recursos, decide recurrir al Ayuntamiento de Aguilar solicitándole una ayuda económica para terminar la iglesia.
No obtuvieron éstos la respuesta deseada del Ayuntamiento de Aguilar, quien, sin llegar a denegarla, aplazó su resolución para cuando hubiese fondos Se cree que se inauguró y consagró la nueva iglesia de Zapateros, en fecha entre los meses finales de 1874 o primeros de 1875. Según la descripción que se hace del templo en un inventario de 1914, esta nueva iglesia de la aldea debió responder a una obra de mampostería de 28,50 x 8,50 metros. El recinto carecía de bóveda y en el techo presentaba los maderos de cubrición al descubierto. El pavimento era de barro cocido y su fachada no tenía valor artístico. Disponía de un pórtico de acceso y un campanario constituido por dos arcos con sus respectivas campanas.
La iglesia de la aldea en los años finales del siglo XIX
Desde el año 1875, la aldea contaba con una nueva iglesia en la que, como no podía ser de otra forma, la Virgen de la Salud seguía presidiendo su retablo mayor y concitando la devoción de todos los nacidos en el Llano de los Zapateros. Esta nueva realidad tuvo como efecto negativo el que la vieja capilla que había sido el centro espiritual y devocional de la aldea desde el asentamiento de los primeros colonos, quedase olvidada y abandonada dando, así, pie a su ruina y consiguiente desaparición. Una vez concluida la obra de fábrica de la nueva iglesia, los curas que estuvieron al frente de San Jerónimo se dedicaron, prioritaria mente, a la tarea de completar el ajuar de enseres necesarios para el culto del nuevo templo. En esta labor se inscribe la adquisición, en 1884, de la custodia para la procesión del Corpus en Zapateros: En este periodo de tiempo que estamos analizando se produce uno de los hechos más tristes en la historia de la iglesia de la aldea durante la segunda mitad del siglo XIX: el fallecimiento del que, sin duda, podemos calificar como uno de los curas más vinculados y entregados a la iglesia de Zapateros, amén de ser el principal promotor de la terminación del nuevo templo: José María Granados. Desconocemos la fecha exacta de defunción pero ésta debió de acontecer con anterioridad al año 1895, en el que se designa a un nuevo cura párroco para la aldea.
Interior de la Parroquia de San Jeronimo[1]
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