Juan Francisco de los Heros

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Juan Francisco de los Heros y de la Herrán, I Conde de Montarco de la Peña de Badija fue Gobernador de Córdoba en 1810, Gobernador del Consejo de Castilla y secretario del Despacho de Negocios Eclesiásticos.[1]

Biografía

Nacido en Molinar (Vizcaya), el 10 de mayo de 1749, era hijo de Juan Francisco de los Heros Fernández, regidor de Molinar, y de Teresa de la Herrán Palomera. Casado en Madrid el 16 de agosto de 1777 con Teresa Josefa de Salazar y Morales, natural de Medinaceli, que era viuda de Pedro Salvador de Muro, I marqués de Someruelos y consejero del Consejo de Hacienda en el momento de su muerte. De los Heros fue nombrado Fiscal Togado de la Junta General de Comercio, Moneda, Mina y Dependencia de Extranjeros el 11 de julio de 1784. Un año después, el 17 de noviembre de 1785 fue designado fiscal 3.º del Consejo de Hacienda.

El 16 de marzo de 1789 se le concedió el hábito de caballero de la Orden de Carlos III y el 3 de diciembre fue recompensado con el Condado de Montarco de la Peña de Badija, del cual fue I conde. El siguiente paso en su carrera administrativa fue el nombramiento como secretario del Consejo de Estado, cargo que había servido anteriormente Eugenio Llaguno y que era una perfecta atalaya para observar y participar discretamente en el panorama político español controlado por Manuel Godoy. Como en casos anteriores con otros secretarios de este Consejo, el 6 de septiembre de 1795 se le concedieron los honores de consejero de Estado y dos años después fue nombrado consejero en propiedad (28 de marzo de 1798).

Formando parte del equipo de gobierno liderado por Godoy, pues éste era el único camino para ascender en el entramado burocrático, el 24 de abril de 1803 fue elegido gobernador del Consejo de Castilla y de la Cámara de Castilla, cargo que abandonó el 12 de marzo de 1805. Aunque este cargo todavía era, teóricamente, el segundo en importancia de la Monarquía, tras la mismísima figura del Rey, una política consciente y continuada por parte de Godoy lo había desprestigiado hasta tal punto que los gobernadores o presidentes cambiaban continuamente y los períodos en los que la máxima autoridad del Consejo se dejaba en manos de su decano fueron abundantes en esta época.

La adquisición de honores no paró ahí, y el 12 de mayo de 1803 fue designado como caballero de la Real Maestranza de Caballería de Granada. Tras abandonar la Gobernación del Consejo de Castilla, conservó su puesto en el Consejo de Estado hasta la llegada de las tropas napoleónicas y la conquista de Madrid. En esos difíciles momentos se le nombró vocal de la Junta Suprema de Gobierno el 30 de abril de 1808 para, finalmente jurar a José I como Rey en la sesión del Consejo de Estado del 25 de julio de 1808. Aunque no se encontraba en Madrid, mandó un escrito aceptando al nuevo Rey y poniéndose a su servicio.

El primer cargo desempeñado por el conde de Montarco al servicio de José I fue el de comisario regio para las provincias de Santander, León y Asturias desde el 6 de febrero de 1809. Unos meses después, con la entrada de las tropas francesas en Andalucía, fue nombrado, el 22 de enero de 1810, comisario regio para la provincia de Córdoba.[2]

En octubre de ese mismo año se amplió su grado de acción abarcando toda Andalucía. Se trasladó a Sevilla y desde allí llevó a cabo una importante labor de propaganda a favor del nuevo régimen.

Su última colaboración con José I fue el cargo de secretario de Estado y del Despacho Interino de Negocios Eclesiásticos el 5 de abril de 1810, en donde permaneció hasta el 4 de diciembre de 1812, probablemente poco antes de su muerte.

Reconocimientos

  • Gran Banda de caballero de la Orden Real de España, creada por José I, el 20 de septiembre de 1809 y el 27 del mismo mes fue nombrado vocal del Consejo de dicha Orden de España.


Referencias

  1. Juan Francisco de los Heros,en la web https://dbe.rah.es.
  2. Real decreto nombrando al conde de Montarco, nuestro consejero de Estado, por nuestro comisario real en el reino de Córdoba, en la Gaceta de Madrid, núm. 32, de 01/02/1810, páginas 129 a 130.

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