Operación Lucero

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En el verano-otoño de 1974 el SECED y el servicio de inteligencia, posterior CNI, y ante la posibilidad de una rebelión, como en Portugal o Grecia, pusieron en marcha la llamada «Operación Lucero», para reforzar la Organización Contrasubversiva Nacional. Un plan de urgencia para el primer momento de la hipotética subversión o el deceso del general, con cinco grados atendiendo al desorden, desde el disturbio callejero al estado de guerra. El grado 3 suponía la localización y detención de los principales elementos subversivos, tanto políticos como sindicales, y el control de los medios de difusión. La Operación se podía poner en marcha tanto si se producía la muerte del dictador, como si entraba en un estado de salud irreversible.

Garantías

La garantía de orden público era imprescindible para que «se cumpliesen las previsiones sucesorias». El Seced, por orden de Arias, efectuó una cronología protocolaria. El día D, el Notario Mayor del Reino redactaría el acta oficial del óbito, y el Consejo de Regencia asumiría la Jefatura. Después, Arias haría un comunicado en TVE. El día D+1 se haría una misa privada, se prepararía el Palacio de Oriente, y se publicaría en el BOE el luto nacional de treinta días. Los días D+2 y D+3 se dedicarían al paso de público ante el cadáver del dictador. La proclamación del Rey en las Cortes debía ser el D+3, tiempo suficiente desde un punto de vista legal, pero también táctico y sentimental. Se diseñó el recorrido de los Príncipes en automóvil, acompañados por fuerza militar, los honores recibidos, el pleno de las Cortes, el juramento y el mensaje del nuevo Rey, así como la posterior visita a los restos de Franco y al Te Deum en San Francisco el Grande.

La Operación contenía instrucciones de todo tipo, como el momento del embalsamiento, el luto en el uniforme de los militares, o el comportamiento permisible a las organizaciones del Movimiento y a la Confederación Nacional de Excombatientes. Mientras, el ministro de Exteriores debía cursar invitaciones a las autoridades extranjeras para la asistencia a los actos institucionales, así como instrucciones a organismos oficiales y empresas públicas. Prensa, radio y televisión darían publicidad a las normas para el homenaje y el cronograma. Toda la maquinaría pública estaría al servicio de la Operación Lucero. Finalmente, el D+4 sería el del «entierro del Caudillo». Ese mismo día debería aparecer un decreto de amnistía con motivo de la proclamación del Rey. Las exequias debían terminar hacia las 14:00 horas. En provincias se celebraría una misa con la asistencia obligatoria de las autoridades.

Detenciones preventivas

Referencias

  1. MUÑOZ ROJO, Manuel: La Transición municipal. Palma del Río 1960-1990). Córdoba, Cajasur, 1997.

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