Pilarín la "Timadora"

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Pilarín la “Timadora”

A finales de los años cincuenta se dieron una seres de timos continuados por el procedimiento llamado “el sobre con estampitas” y el “billete de lotería”, tantos que traía a la policía desconcertada, pues lo timadores elegían a sus víctimas entre personas que por su porte le hacían sospechar no harían ninguna denuncia.

La timadora se llamaba “La Pilarín”, joven de 22 años que vivía en una barriada marginal junto a su compinche “El Currillo”, ambos hacían su trabajo de una forma sumamente fina. La “pajarilla” representaba a la perfección el ser una discapacitada mental, de tal forma, que su actuación era el vehículo por el cual embaucaba a los cándidos –y ambiciosos- ciudadanos que picaban en el anzuelo.

Ambos espabilados, solían escoger a sus víctimas entre personal provenientes de la provincia y con corte poco culto. Sus puntos de actuación eran diversos, pero solían ir al paseo de la Victoria, estación ferroviaria, llegada de autobuses interurbanos o a lugares cercanos a administraciones de lotería del centro de la ciudad.


Su “modus operandis” consistía de la siguiente manera:

La víctima es abordada por “La Pilarín” con sus supuestas escasas facultades mentales. Ella lleva consigo un sobre lleno de billetes, a los que no da ninguna importancia, tratándolos como “estampitas”. Entonces entra en escena “El Currillo” que convence a la víctima para que juntos engañen a la discapacitada ofreciéndole a ésta una pequeña cantidad de dinero por sus “estampitas”. Después de entregar el dinero, la víctima recibe el sobre lleno de recortes de papel, ya que han hecho el cambiazo “El Currillo” de forma imperceptible para la víctima. “La Pilarín” se dirige al timado diciéndole: -Guárdate bien el sobre no vayas a perder mis “estampitas”. Así lo realiza el incauto y avaricioso ciudadano, que al llegar a un lugar solitario abre el sobre dándose cuenta, que en lugar de billetes sólo hay papel.


Otra forma de actuación es la que se relata:

“La Pilarín” actuando de discapacitada le pregunta al “Currillo” delante de la víctima que está en la cola de una administración de lotería:- Me ha ¿tocó mucho?. Él llevaba una lista de números premiados y le dice:- ¡Toma!, si tienes un buen premio. “La Pilarín” propone a la víctima y a “Currillo” venderles el billete por una cifra muy inferior al premio, arguyendo que tiene prisa. El compinche dice: -No tengo dinero. La víctima viendo la gran oportunidad saca una fuerte cantidad de su cartera y se queda con el décimo no premiado. Mientras, desaparecen ambos timadores. En algún caso, en lugar de pedir dinero lo que reclamaban era alguna joya que portaba el timado, que por lo general eran sortijas o pendientes. Se dio el caso que le entregaron hasta un traje de caballero recién comprado en unas pañerías.


“La Pilarín” cayó en las manos de la policía tras una búsqueda minuciosa, de tal forma, que “canto” todas las numerosas estafas efectuadas. “El Currillo” se olió la quema y se fugó de Córdoba, encontrándose en paradero desconocido, no se sabe por cuánto tiempo.

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