Plaza de Benavente (Rincones de Córdoba con encanto)

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1. La capital
Rincones de Córdoba con encanto
Francisco Solano Márquez (2003)
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Plaza de Benavente / La antesala de la Catedral

Para los turistas que desde las Tendillas bajan presurosos por la calle Blanco Belmonte al encuentro de la Mezquita, la antigua plaza de Benavente –ahora dedicada a la Agrupación de Cofradías– es un recibidor que regala, como anticipo, la esbelta silueta de la torre catedralicia. Emerge radiante su cuerpo de campanas entre dos preciosos miradores pertenecientes a las casas que inauguran la angosta calle dedicada al pintor renacentista Pablo de Céspedes, y aunque soportan tan dura competencia visual, proclaman la pervivencia de la arquitectura hispanomusulmana, que utilizaba estas torres con vanos de medio punto y tejados a cuatro aguas para “proteger del calor y de la lluvia las zonas nobles de la casa”, como advierte el arquitecto Carlos Luca de Tena. Por la derecha, la calle dedicada a Conde y Luque –ilustre abogado y rector universitario– se dirige al encuentro de la Judería trazando una suave curva. Un grueso fuste con capitel de pencas, embadurnados de ocre, subrayan la esquina.

Aún guarda la placita, suspiro triangular de la antigua calle Pedregosa, hoy Blanco Belmonte, el eco de los pasos de pintores tan recordados como Ángel López-Obrero, que habitó en la aledaña casa número 15; desde su estudio del ático podía tutear a la torre catedralicia. Parece que fue ayer cuando el maestro me confesaba que veía esta plaza “más alegre y viva que nunca, pero, desgraciadamente, llena de coches”, imagen bien distinta a la que recordaba de su niñez, en que era “silenciosa, con poca gente y muchos curas, porque como está próxima a la Catedral, los deanes y los canónigos vivían cerca y estaban continuamente pasando”.

La presencia constante de turistas y estudiantes transforman hoy aquel paisaje humano. Así, en los días apacibles y soleados los turistas pueblan los veladores de los bares adyacentes, tomándose un breve respiro tras la agotadora contemplación de la antigua Mezquita; unos reponen fuerzas con un tentempié y consultan los planos para orientarse en este laberinto, mientras que otros prefieren inmolar su pálida piel al abrazo codicioso del sol.

Un constante ajetreo de estudiantes registran la Escuela Superior de Arte Dramático y el Conservatorio Profesional de Danza "Luis del Río", dos en uno, instaladas en una antigua casa señorial rescatada del olvido y el abandono; como herencia de un pasado que ha sobrevivido a la remodelación, guarda un mosaico romano y la mitad de un recoleto patio claustrado de época barroca. Tras los muros de las casas que cierran tan bella escenografía se intuye el trabajo tenaz y callado de artesanos, artistas, comerciantes; gentes sin cuyo aliento este enclave sería como un decorado inerte. En la casa número 2 Ramón García Romero alumbra con paciencia sus deslumbradores guadamecíes, sugerentes miniaturas de polícromas tonalidades que evocan el antiguo florecimiento de las artes suntuarias.

Para sorprender la plaza de Benavente en todo el esplendor de su arquitectura sin mancillar hay que verla en la dorada tarde del Corpus Christi, en que la autoridad municipal la libera de autos para permitir el paso de la custodia de Arfe y su cortejo, mientras en la docena de naranjos que festonean las aceras maduran sus frutos tras el parto floral del azahar.

Recientemente, el Ayuntamiento ha emprendido obras de remodelación y embellecimiento en tan hermosa antesala de la Catedral; parece que quedará liberada de los vehículos que tanto la maltratan y la afean, y recuperará aquella tranquilidad que echaba de menos el pintor López-Obrero. Si al mismo tiempo recobrase su tradicional nombre, Benavente, la recuperación sería completa.



Referencia

  1. MÁRQUEZ, F.S.. Rincones de Córdoba con encanto. 2003. Diario Córdoba

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