El testigo del Tiempo

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"El Testigo del Tiempo"

"Al testigo del tiempo" es una escultura dedicada a la Tercera Edad -a los colonos supervivientes de la Guerra Civil-, estrenada en la primavera del año 2010. Se trata del primer reloj solar municipal de Fuente Palmera que fue diseñado explícitamente para la plaza de Los Remedios, donde tras varias pruebas de calibrado y ajuste, quedó instalado definitivamente.

El reloj marca con exactitud algunas efemérides relevantes para el calendario festivo oficial colono, así como las estaciones y horas. Es obra del arquitecto local Alejandro B. Galán Díaz.

Su aparente sencillez se ha ideado y calculado para cumplir una misión puramente ideológica, convertirse en el anciano y compañero inseparable de muchos adeptos a la conocida como plaza del pensionista. Pero sobre todo se ha ideado para lanzar un mensaje intencionado a las nuevas generaciones con el fin de refrescar algunos principios básicos basados en el aprendizaje y el respeto por nuestros mayores.


El diseño

El boceto original era la de un abuelo y su nieto pequeño, los dos de pie y cogidos de una mano. El abuelo le indicaba el paso del tiempo con un bastón cogido de la otra mano. Ese bastón proyectaría las sombras que marcarían sobre el cuadrante las efemérides y el paso de los meses, estaciones del año...etc.

La idea era plasmar el paso del tiempo, en una escultura dedicada a los mayores. Finalmente, la figura del nieto no se incorporó, quedando sólo el abuelo, que con las las sombras de la mueca de un bastón en diferentes épocas del año marca con exactitud la hora.

Es 100% ecológico (no consume energía alguna), no necesita ningún gasto de mantenimiento futuro (sólo pintarlo cada 5-10 años para protegerlo del óxido), no tiene problemas de adelantarse ni de atrasarse y no necesita darle cuerda o ponerlo en hora, tan sólo necesita lo que más tenemos por estas tierras, o sea rayos solares.[1]

La escultura incorpora una placa explicativa de su funcionamiento. En ella, además, se incluye un poema de Ana Bautista Luque, que lo compuso al tener noticia del proyecto. Aunque no estaba planeado así, su autor, al recibirlo, decidió incorporarlo:

Al testigo del tiempo
Sin dudarlo un instante diré
Que viví mi vida plenamente
Mientras ahora observo demente
Los restos de lo que fue.
Preso en mi propio cuerpo
Ayer, potro desbocado
Hoy sensato, sereno, cansado
Siento vivo el latir en mi pecho.
Guardo en mí tesoros por el tiempo olvidados,
La sangre de mi sangre recorre mi camino
Pozo inmenso, aguas del destino,
Arde mi alma en deseos anhelados.
Recuerda siempre lo que has sido,
Goza, grita, sufre, siembra, canta, ama,
Que no se extinga en ti la llama
Hasta el último suspiro

Autora: Ana Bautista Luque

Más datos

Autor y descripción
  • En los planos explicativos del monumento se hace un guiño a la familia de “El Pilonga”, vecino que según Alejandro, autor del monumento: "de pequeños nos contaba muchas historias de la guerra civil, a parte de muchos chistes y anécdotas muy buenas, allí mismo en la Plaza de Los Remedios."
  • Los meses previos a la colocación del monumento, el arquitecto estuvo midiendo la Plaza y diseñando el reloj; "el Pilongas" que ya estaba mal de salud, era paseado en silla de ruedas a diario y sus cuidadores lo sentaban con su bastón para tomar el sol en la Plaza de Los Remedios. Es por eso que entre las fotos, el autor cogió la de su perfil. En el diseño original de la escultura se le puso de pie con “un nieto” de la mano, pero el escaso presupuesto para abordar el proyecto hizo necesario ceñirse a la cruda realidad de sus últimos días. Los familiares agradecieron el gesto al arquitecto.
  • En el plano original del monumento puede leerse: “Dedicado a todos los supervivientes de la Guerra Civil de la Colonia de Fuente Palmera, que se reunían en esta plaza y la plaza Real a recordarnos a las nuevas generaciones el significado devastador de una guerra entre hermanos. Concretamente a la figura de D. José Castel Mohedano, alías “el Pilonga", que al igual que otros mayores, nos hablaba de sus vivencias pasadas cuando éramos unos niños. Su agudeza mental y su sentido del humor quedaron en la memoria colectiva de nuestra generación. Nota: La silueta de sus últimos meses de vida, sirvió de modelo para el diseño del perfil de la escultura hoy presente en la Plaza de Los Remedios. José falleció pocos meses antes de colocarse la escultura que lo rememoraba.“

Galería

Localización

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Referencia

  1. El Colonial, periódico independiente. Abril 2010.

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