Senequismo

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El senequismo podría definirse como la filosofía moral que procede o se inspira en Séneca. En líneas generales, coincide con los principios del estoicismo de la época imperial romana: determinismo moral, materialismo, ataraxía o impasibilidad del ánimo, dominio de las pasiones y autosuficiencia. Los acentos religiosos y morales del estoicismo senequista son aprovechados inmediatamente por el cristianismo emergente de los siglos III y IV.

Las ideas que aparecen en la obra de Séneca como la de un Dios creador del mundo, la entereza ante las adversidades o el dominio de las pasiones, se avienen muy bien con el nuevo credo, y de ahí que autores cristianos de los primeros siglos empleen textos y ejemplos del hispanorromano cordobés para argumentar su fe. Incluso se llega a "reclutar" a Séneca para el cristianismo gracias a un epistolario cruzado entre el preceptor de Nerón y San Pablo, que hoy se sabe apócrifo.

Tertuliano le llama "Seneca saepe noster" (Séneca, frecuentemente nuestro); San Agustín cita a Séneca en términos elogiosos en su Ciudad de Dios, y San Jerónimo lo incluye en su obra De viris illustribus, donde lo califica como "maestro Séneca".

Durante la Edad Media y el Renacimiento se piensa que los Consuelos de Séneca a Marcia, a su madre Helvia y a Polibio, son los libros más cristianos antes de los evangelios.

La famosa obra de Boecio, La consolación de la filosofía que tanta influencia tendrá en la literatura medieval, está escrita precisamente a la sombra y a imitación de las de Séneca.

En España, la recepción de sus obras viene suscitada por el humanismo petrarquesco, y a finales del siglo XV, en 1482, el humanista Pedro Díaz de Toledo ya se ocupa en traducir los Proverbios senequistas.

En 1491 el obispo Alonso de Cartagena traduce cinco libros de Séneca, que luego son reeditados tres veces en pocos años: 1510 (Toledo), 1530 (Alcalá de Henares) y 1551 (Amberes); sus Epístolas aparecen en español en 1502, y Juan Martín Cordero edita y traduce en 1555 las flores, una antología de Séneca a cargo de Erasmo de Rotterdam.

Los comenrtarios y las traducciones de Séneca abundan en todo el siglo XVII y cabe atribuirle un tono senequista a escritores, poetas y ascetas como Cervantes, Mateo Alemán, Quevedo o San Juan de Ávila. Durante el siglo XIX el escritor granadino Ángel Ganivet resucita a Séneca en su Idearium español, y ya en el siglo XX, la filósofa malagueña María Zambrano, por su parte, también busca en el pensamiento de Séneca respuestas y consuelo para superar la tragedia de la guerra civil y el exilio. Su libro El pensamiento vivo de Séneca (Buenos Aires, 1944) no es, en rigor, un ensayo académico, sino un breviario repleto de consejos y avisos para sobreponerse a la adversidad.

Senequismo popular

Al margen de definiciones eruditas o de las de los profesionales de la filosofía, el pueblo conserva en su memoria y usos colectivos la expresión "es un Séneca" para tildar a alguien de sabio, justamente cuando lo es por su ingenio y no por sus muchos estudios, pues incluso cabe que este Séneca popular sea analfabeto.

En el imaginario popular la figura del Séneca histórico sobrevive transfigurada en la del sabio que no le debe a los libros su sabiduría, sino a la vida, a la experiencia y al sentido común.

El Séneca del pueblo es aquél a quien acuden sus amigos y vecinos en demanda de consejos.

El Séneca es el industrioso que no cursa ninguna maestría, pero al que la vida y los infortunios le doctoran en el arte de sobrevivir; unas veces acostumbrándolo a la resignación y otras despabilándole e! ingenuo, la intuición rápida, la inventiva urgente con que salir del paso.

Esta figura del Séneca popular es la que José María Pemán convirtió en protagonista de una serie de piezas teatrales de asunto costumbrista andaluz, que se emitió por Televisión Española entre 1964 y 1970 con gran éxito de audiencia.

El actor Antonio Martelo es quien encarna a este Séneca de Pemán, un personaje sarcástico y lírico a la vez, que anduvo más cerca -sin embargo- de los Álvarez Quintero que del senequismo sentencioso y fino.

Referencias

  • Enciclopedia General de Córdoba - A.G.

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