Asalto a la Judería (1391)
El martes 6 de junio de 1391 se desencadenó en Sevilla el asalto a su judería, que terminó con una gran masacre y la desintegración de la comunidad hebrea. Muchos huyen, mujeres y niños son vendidos a traficantes musulmanes de esclavos, y solo permanecen los convertidos al cristianismo y algunos privilegiados. El odio latente del pueblo había sido inflamado por arengas antisemitas del provisor del arzobispado hispalense Ferrán Martínez, aunque los orígenes de la revuelta haya que buscarlos en la catastrófica situación económica de Castilla, cuyas causas principales son diversas: la contienda bélica entre Pedro I y su hermanastro Enrique, el vacío de poder por la minoría de edad de Enrique III o la gran epidemia de peste de 1348 -con rebrotes en 1387 y 1391- que aniquiló a cuatro millones de personas en la península ibérica, más del 60 % del total de la población. La chispa prendida en Sevilla corre fulgurante como un reguero de pólvora por Córdoba, Toledo y otras juderías.
Otros motivos inciden en los ataques, pues rumores maledicentes propalan la idea de que los hebreos envenenan pozos de agua cristianos, lo cual explicaría la menor tasa de mortandad judía en años de epidemia. En realidad, se debía a estrictas leyes higiénicas que redundan en una caída drástica de los contagios: el lavado de manos frecuente, el baño ritual de los viernes previo al Shabat o los enterramientos realizados extramuros, mientras los cristianos los efectuaban en cementerios parroquiales, ermitas o conventos. Asimismo, la prohibición de los denominados alimentos impuros procuraba salud espiritual y física; solo estaban permitidos vegetales cultivados, pescados con aletas y escamas y determinados animales domésticos: gallo, gallina, pavo, pato, toro, vaca, carnero, oveja y cabra.
La educación obligatoria de los varones a partir de los seis años propiciaba una mayor prosperidad económica de los sefardíes, al acceder a profesiones y cargos relevantes en la administración pública. Por sus valiosas prestaciones serían considerados propiedad de los reyes, por lo cual la aniquilación de las juderías tuvo carácter de revolución frente al poder real. Los instigadores sufrieron penas de cárcel y el concejo sevillano pagaría una cuantiosa multa a lo largo de una década.[1]
Córdoba
Asalto de la Judería por parte del pueblo de Córdoba[2]
- Los cristianos acometieron al barrio de los judíos que vivían allí y ocupaba las calles de los Judíos, Pavas y San Bartolomé con la plaza de la Judería, cuyo barrio tenía puertas y porteros puestos por la ciudad y cerraban de noche. Movióse este motín a imitación del que había ocurrido en Sevilla, por la predicación indiscreta de Fernando Martínez, Arcediano de Niebla [3], que era enemigo capital de los judíos, de los cuales muchos fueron asesinados y las casas de todos saqueadas.
- El pueblo, alborotado, intentó arrojarlos de la ciudad, lo que habían solicitado varias veces del gobierno y no lo habían podido conseguir. Rompieron las puertas de la judería, mataron a cuantos se resistieron y les robaron sus bienes. Todos ellos, para evitar tan crueles desafueros, trataban de marcharse a Granada, lo que dio algún cuidado temiendo se uniesen con los reyes moros y los excitasen contra los cristianos. El Rey Don Enrique II mandó con gravísimas penas que los dejasen vivir en sus casas, y por entonces se quedaron sin castigo los delincuentes.
Referencias
- ↑ La destrucción de las juderías medievales, por Tomás García Rodríguez, en el Diario de Sevilla, 2 de enero de 2021.
- ↑ Anales de Córdoba. Luis María Ramírez de las Casas Deza
- ↑ Ferrán Martínez era Arcediano de Écija y Provisor de Sevilla, y otros dicen que era Arcediano de Niebla. (Nota de T. R.)
Principales editores del artículo
- Eluque (Discusión |contribuciones) [4]
- Aromeo (Discusión |contribuciones) [3]