Asesinato de un capitán del Ejército (1805)
Encontrábase en esta ciudad de guarnición y acuartelado en el de la Piedra Azul, calle de Santa María de Gracia, y ya descrito, el batallón de infantería ligera de Barbastro, cuya oficialidad en gran número concurría al café de la Juliana, donde se establecía la banca entre ellos y muchos paisanos también aficionados al juego.
Entre estos se contaba D. Diego Benitez Ravé, diácono y morador en la casa testero de la barrera que hay en la plazuela de los Sousas á la mediación de la calle de Almonas, quien, poniéndose una noche a tallar ganó el dinero de los oficiales, que empezaron á murmurar de él, intentando obligarle á devolver su ganancia; la intervención de la Juliana y otras personas aquietó, al parecer, los ánimos; mas cuando Ravé salió á la calle, se vio rodeado de aquellos, exigiendo lo que antes insinuaron y que ahora lo pretendían de grado ó por fuerza, llevando la palabra el capitán D. José Cabero; contestóles el primero, que él ni accedía á su demanda ni se dejaba atropellar impunemente; no bastaron estas palabras, y acometiéndole con las espadas en la mano, le obligaron á sacar dos pistolas, y disparando una, dejó muerto al espresado capitán; esto produjo en los otros el sobresalto consiguiente, del que se aprovechó, echando a correr por la calle de Fernando Colón y Travesía de Tundidores á la de Carretera, donde hizo frente otra vez con sus pistolas á dos oficiales que le iban al alcance, y que al verlo prepararse lo dejaron ir.
Llegó a su casa, mudó su traje por el de caza, y tomando la escopeta salióse otra vez, sin reparar que tras él se iba un perro que solía acompañarlo al campo: marchóse á una casa cerca de la puerta del Osario, pues no podía abandonar la ciudad por estar las puertas cerradas; mas no creyéndose allí seguro, pues siendo la vivienda de un pariente suyo era fácil fueran á buscarlo, se echó por la muralla al campo, á donde se tiró tras él aquel perro, que parecía como ansiar ser compañero de su amo en aquellos momentos de infortunio.
Entre tanto, el batallón de Barbastro dividido en patrullas, buscaba ansioso al matador del capitán Cabero, y una de ellas, creyendo que se dirigiría a Villafranca ó al Carpió, salió por la puerta Nueva al mismo tiempo que Ravé llegaba á San Juan de Dios, y que al sentirla se metió en la alcantarilla que tiene el arrecife frente á la posada de San Antón, donde estuvo mientras pasaron, con su escopeta preparada en una mano, sujetando con la otra el hocico al perro, que al ruido pretendía ladrar á sus perseguidores: pasados estos, aprovechó la circunstancia de hallarse abierto un postigo de la puerta Nueva y se entró en Córdoba, permaneciendo oculto unos dias hasta que pudo marcharse.
Con el tiempo concluyó la causa, de que quedó libre después de muchos años de persecuciones, estableciéndose en la casa número 85 de la calle de Don Rodrigo, conservando tal antipatía a los militares, que por no tener alojados hundió toda aquella, dejando una sola habitación, en la que moraba.
Referencias
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- Aromeo (Discusión |contribuciones) [3]