Banderas, abanderados y otras historias (Santa Eufemia)

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Autor: Felix Torres Murillo Hermano de la Hermandad de Santa Eufemia


Puntual como cada año en las fechas próximas a San Isidro recibo la llamada de Alejandro recordándome la oportuna remisión del artículo que "Desde la Hermanda de Santa Eufemia" pase como otros tantos a conformar el Programa de las Fiestas de San Pedro; yo, paisanos, de por sí disciplinado me veo de nuevo al teclado tratando de captar vuestra atención. Y seguir contándoos algo más sobre nuestra querida institución, nuestro pueblo y nuestra Santa bendita. Y es este el , tercero en que glosando loas insignas de la Hermandad dedicaré según habéis leído en el título-a la siguiente de las citadas siguientes citadas insignias: la bandera, y algunas cosas más que irán surgiendo.

Tienen las banderas su origen en una necesidad militar, y por hacer algo de historia diremos que, como casi todo, también los chinos las inventaron adoptando para ellos la forma de cintas, con las boras o cruces (vexioides, y perdón por el "palabro"). Si damos un gran salto, vemos como los romanos usaban representaciones de distintos animales (leo, el león; ursus , el oso...) para distinguir unas legiones de otras hasta que concluyen por unificarse y escoger el águila como seña más característica de sus ejércitos. Y ya en la Edad Media, la aludida necesidad de agruparse que habrían de tener las tropas combatientes , de contar con un punto de referencia y la de reunir a los que luchan bajo las mismas armas es el principal motivo que origina las enseñanzas, que a través de los mismos tiempos y vicisitudes concluyen en transformarse en las banderas con las que ahora las conocemos como símbolo de la Patria, reflejo pero ideal, expresión de una actividad representación de un grupo humano que aparece diferenciarse de otro.

Colocada en lugar destacado y en sus inmediaciones, no es difícil de imaginar que en medio de la batalla sería buena señal para los respectivos combatiente el ver ondear la enseña o estandarte con los colores de su rey, su noble o su señor, y a sensu contrario que aquella no apareciera sería asimismo una clara indicación de que las cosas no irán demasiado bien para sus intereses; por eso la delicada misión de portar ydefender el pabellón caía normalmente en persona de valor y de su entera confianza, el abanderado o alférez (Del árabe clásico, fari, caballero), el llevaba el perdón o una de las acepciones del Diccionario de la Ral Academia de la Lengua.

Y si me permitís la pequeña broma añadía otra de sus acepciones para este término: "persona que en determinadas fiestas religiosas (...)sufraga los gatos, y tiene derecho a llevar el perdón de la festividad", que tal vez sea la más apropiada para el momento que comentamos: José Antonio , "el sevillano", "el hermano" abanderado en 201la más bien que me dará la razón, y a seguro que cumplirá perfectamente con el cumplimiento de su misión tal como, y aquí entran las otras historias del título, otros abanderados lo hicieron, si bien en otras circunstancias. ¿Un buen ejemplo? El de aque, y muy famoso que fuera férez-abandaredo de Sancho II rey de Castilla.

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