Carta de despedida de Julio Anguita (1986)
Con motivo de su dimisión Julio Anguita dirigió un mensaje por radio a todos los cordobeses, independientemente y al margen del que pronunciara en el Pleno en marzo de 1986, con motivo de su dimisión para concurrir a las Elecciones de la Junta de Andalucía de 1986.
Cordobesas y cordobeses: Esta tarde a las siete presentaré ante el Pleno del Ayuntamiento mi dimisión como alcaide de Córdoba. AIII expondré las razones que me han movido a dar este paso; alll dirá las causas de esta decisión y alH manifestaré los motivos que me han obligado a adelantar en quince meses mi marcha de la Alcaldía. El lenguaje a utilizar en el Pleno a el Ayuntamiento, es, siempre. mucho más solemne y mucho más frío que el del contacto directo entre el alcalde y sus conciudadanos; por eso quiero, al dirigirme a vosotros. en la despedida, utilizar un lenguaje más sencillo, más directo y más personal. Cuesta trabajo decir adiós. Desde que fui elegido alcalde el 19 de Abril de 1979 y reelegido el 23 de Mayo de 1983 siempre pensé en el día que tuviera que dirigirme a todos vosotros en un último mensaje. Y pensé que eso era fácil y que debía hacerse con frialdad; como si nada pasase en mi ánimo o en mis sentimientos. Confieso que me equivoqué totalmente. Hacer una despedida es algo doloroso pero hacer una despedida después de siete anos de alcalde de Córdoba es doloroso y difícil. Estoy convencido de que obro rectamente en función de las tareas políticas que sobre mi han recaído. La ciudad necesita un alcalde que dedique todo su tiempo a ella y toda su energía física y mental para resolver los problemas que diariamente se presentan. En la historia de cada persona hay muchísimos momentos en los que el dilema entre el deber y el querer se presentan de manera perentoria; este es mi caso; y siempre que eso se produce la razón aconseja y el deber obliga a ser fiel al cumplimiento de la responsabilidad para con los demás con uno mismo aunque tenga que vencer la emoción, la tristeza y la melancolía. Siempre he sido sincero en mi carrera política; siempre he dicho lo que pensaba porque estaba convencido de que el político no debe ocultar nunca la opinión que sobre las más distintas cosas tiene. En esta despedida quiero seguir haciendo ejercicio de sinceridad. Las circunstancias de mi mandato han sido muy especiales; he sido una persona querida y odiada sin términos medios, sin tibiezas. Me he visto en situaciones extremadamente difíciles y en momentos extraordinariamente gratificantes pero creo que siempre he gozado del apoyo de esa ciudadanía que sólo sabe de resultados, de evidencias y de problemas resueltos a ojos vista. He recogido. en mi persona, los resultados de una labor hecha por un equipo de Gobierno, es decir, por el trabajo colectivo de un conjunto de concejales encabezados por el que mañana será vuestro nuevo alcalde: Herminio Trigo Aguilar. Pero sería ingrato y faltaría a la verdad si no os dijese también que en todo el trabajo realizado hasta hoy (recordad como estaba Córdoba y su Ayuntamiento en 1979) hay un esfuerzo callado y eficaz del conjunto de los funcionarios y trabajadores de este Ayuntamiento. Pero aún hay otro elemento importantísimo en la tarea realizada en estos días: vosotros mismos; unas veces como Asociación de Vecinos. otras como miembros de la Participación Ciudadana y otras muchas, como pueblo que. intuyendo la verdad de muchos conflictos nos ha prestado su inequívoco apoyo y su respaldo mayoritario. Desde Mayo de 1982 soy Diputado en el Parlamento Andaluz y desde Septiembre de 1984 candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía. Hasta hoy he podido afrontar las tareas propias de esta triple dedicación pero, en estos momentos, me engañaría yo mismo y os engañaría a vosotros si pretendiese seguir manteniendo un ritmo de trabajo que afectaría no sólo a mi salud sino que iría en perjuicio de la labor municipal. Desde muchas opiniones se me ha aconsejado que debía afrontar las elecciones de 1986 siendo alcalde de Córdoba a fin de que, si no consiguiera la Presidencia de la Junta, conservarse "al menos" el sillón de la Alcaldía. Esa filosofía del puesto seguro, del sillón por el sillón no ha sido nunca una visión política que haya compartido. Dejo la Alcaldía y si n el cargo detrás, si n el sillón como escudo, sin la infraestructura municipal como soporte, afronto, con todo un colectivo de trabajo, la tarea de ofrecer una alternativa al actual Gobierno andaluz. La batalla política que se avecina es dura porque hay mucho en juego. He querido librarme de la tentación de utilizar el prestigio de ser alcalde de Córdoba en una campana electoral y he querido impedir a los demás que hiciesen recaer sobre la ciudad los "castigos" hacia el candidato alcalde. Del combate que se avecina la ciudad no puede sufrir sus consecuencias. Dejo la Alcaldía pero continúo siendo Diputado por Córdoba y sobre todo ardiente defensor de nuestra ciudad. A nuestra Córdoba se le puede ayudar desde otros sitios y desde otras responsabilidades y en eso empeño mi palabra y mi compromiso. Seguiré viviendo en la ciudad y prestando mi colaboración a quien lo demande o lo solicite. Me voy como entré. Nunca utilicé mi cargo ni el poder que me daba en beneficio personal o en el de los míos. A veces he sido duro en hacer cumplir las ordenanzas municipales pero yo he sido el primero en cumplirlas. Creo haber demostrado que se puede realizar con dignidad la función de alcalde sin caer en el despilfarro o en el lujo asiático. La obsesión de mi mandato ha sido la de dar a conocer todo cuanto aquí ha ocurrido y la de pedir, muchas veces angustiadamente, la participación en el sentido más amplio de la palabra. Los cargos y las responsabilidades pasan pero la ciudad continúa. Mi despedida es un brevísimo momento en la historia de la ciudad; ya forma parte del pasado. El presente y el futuro son de vosotros y del equipo del Gobierno Municipal que encabezará, como alcalde, Herminio Trigo Aguilar. Si os tuviese que pedir un favor os diría que le dieseis al nuevo alcalde y a su equipo de Gobierno la confianza y el respeto que a mí se me ha dado porque, en definitiva, la política municipal que se ha venido haciendo desde 1979 continuará. Adiós. Ha sido un placer haber sido vuestro alcalde. Amad y cuidad Córdoba. Es una ciudad única. Se merece de nosotros, de todos nosotros, políticos, funcionarios y ciudadanos dedicación, trabajo y respeto. Córdoba ha sido siempre una ciudad serena, equilibrada y poco dada a manifestar sus emociones; por eso, y en nombre de esa manera de ser tan cordobesa os digo que quisiera irme con vuestro afecto, pero en silencio. Hasta siempre. |
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