Conquista de Córdoba

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Prolegómenos a la conquista de Córdoba

Todo ello había comenzado, en realidad, dos décadas antes. La derrota de los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa (1212) señaló el final de su dominio en la Península y descompuso su situación política. Se sublevaron entonces los musulmanes andalusíes, especialmente aquellos que aspiraban a conseguir sus aspiraciones nacionalistas, que se manifestaron ya a partir de entonces en las tierras cordobesas. El éxito conseguido frente a los musulmanes en Las Navas de Tolosa fue fruto de la unión de la mayoría de los reyes cristianos - Alfonso VIII (Castilla), Sancho VII (Navarra), Pedro II (Aragón) y Sancho I (Portugal) - impulsada por el arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada.

El asedio a la ciudad

Las cargas fiscales impuestas por Ibn Hud para pagar las parias de la nueva tregua, firmada con el rey castellano en mayo de 1235, ocasionaron tensiones políticas entre los cordobeses y su división en dos grupos. Uno de ellos, que llevaría la peor parte en los tributos, buscó una salida a esta situación. Según nos relata J. González, basándose en las crónicas, unos moros de Córdoba, ofendidos con los poderosos de la ciudad, se dirigieron a unos caballeros cristianos reunidos en Andújar prometiéndoles entregarles una parte de la urbe - la Ajarquía o sector oriental - que se encontraba poco poblada y escasamente defendida.

Así, en la noche del 23 de enero de 1236 - según la Primera Crónica General de España - un pequeño grupo de fronteros cristianos escalaban sus murallas y tomaban una torre del lado norte de la Ajarquía, siendo Álvaro Colodro -que da nombre a este barrio de Baños- los primeros en subir.

Al amanecer, una vez en poder de las torres y el muro de dicha Ajarquía, penetraron por una de sus puertas - la de Martos - Pero Ruiz Tafur y otros caballeros. Ante esta situación, los musulmanes de esta ciudad huyeron y se refugiaron en la Medina, entablándose a continuación una sangrienta lucha. Los cristianos, debido a su escaso número, pidieron ayuda a las tropas fronterizas y comunicaron la noticia al rey. Vinieron en su auxilio las tropas de Martos al frente de Alvar Pérez de Castro, las huestes de los obispos de Baeza y Cuenca, el propio monarca - que llegó a Córdoba el 7 de febrero - nobles cristianos, frailes de las órdenes militares y gentes procedentes de Castilla, León y Extremadura.

Capitanes que participaron en la conquista

Situación tras la conquista

Rendición de Córdoba a Fernando III - Círculo de la Amistad

Con la llegada de nuevas milicias después de Pascua, el cerco de la ciudad se estrechó aún más. Los musulmanes, al no recibir ayuda de su rey Ibn Hud, iniciaron las negociaciones para su rendición, pero al ir a firmar las capitulaciones volvieron atrás por creer que les faltaban víveres al ejército sitiador, lo que obligó a Fernando III a iniciar conversaciones para una alianza con el rey de Jaén - Ibn al-Ahmar -, enemigo de los cordobeses. Estos, temiendo las consecuencias, ofrecieron la ciudad al rey castellano con la condición de que respetase su vida y su libertad, por lo que marcharon de sus casas llevándose tan solo los bienes muebles.

El domingo 29 de junio de 1236, festividad de los apóstoles Pedro y Pablo, el príncipe Abu I-Hasan entregó a Fernando III las llaves de la ciudad, que quedó en posesión de los castellanos-leoneses. Cambiadas las mezquitas por iglesias, el monarca, sus nobles y todo su pueblo, hizo al día siguiente su entrada solemne.

Urbanismo

Tras la conquista, en la ciudad se diferencian dos zonas, la Medina, que a partir de entonces se llamará la Villa, y la Axerquía, los dos recintos se encuentran amurallados y conectados mediante varias puertas.


Bibliografía

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