Adosado a la muralla de la ciudad, en la collación de Santiago, el Convento de los Santos Mártires Acisclo y Victoria de Córdoba fue un antiguo monasterio impulsado por el obispo Gutierre Ruiz de Mesa, que cedió la casa de los Santos Patronos a la orden cisterciense en 1332. Orden severa, cuyo ideal monástico lo representaba la figura de San Bernardo, custodió el legado de los santos patronos hasta el advenimiento de las órdenes mendicantes. Con anterioridad, existió en Córdoba un convento de monjas del Cister denominado Convento de San Clemente (1260-1284), pero con la guerra civil castellana se trasladó a Sevilla.
Historia
En 1531, ante el abandono de las dependencias monacales, los padres dominicos de la Orden de Predicadores propiciaron el traslado a ellas de los frailes dominicos del Convento de Santo Domingo o Scala Coeli, una iniciativa que originó fuertes tensiones entre los frailes moradores en el alcor de la sierra. La situación se normaliza pocos años después cuando se designa al célebre fray Luis de Granada para restablecer la vida conventual en la cuna de la reforma impulsada por el beato Álvaro.[1]
En una de las capillas del convento se veneraba a Nuestra Señora del Rosario, imagen muy querida en la ciudad, capilla en la que a finales de diciembre de 1664 doña María de Flores y Villavicencio, esposa del hidalgo don Pedro de Areco Paniagua, expresa en la mencionada fecha su voluntad de recibir sepultura en ese lugar.
El historiador Juan Aranda Doncel ha descrito los cuantiosos bienes del convento.
Conocemos los bienes que integran el patrimonio del convento de los Santos Mártires en los últimos lustros del siglo XVIII. En primer lugar cabe destacar la existencia de 15 inmuebles repartidos en distintos barrios de la capital cordobesa que se explotan en régimen de arrendamiento mediante contratos por tres años. Un total de cuatro viviendas se localizan en la collación de la Catedral en las calles de la Pescadería, Chapinería y Grada Redonda enfrente de la puerta de Santa Catalina de la iglesia mayor. El mismo número se encuentra en la circunscripción de San Pedro en la plaza de las Tazas, callejas de San Eloy, Libreros y plaza de la Almagra respectivamente, con la particularidad de que esta última casa tiene adosadas dos tiendas. En las calles del Juramento y de la Pastora en Santa Marina se hallan sendos edificios, al igual que en las de la Feria y Mucho Trigo en la demarcación de San Nicolás de la Ajerquía. Los tres restantes se ubican en los límites parroquiales de Santiago, San Andrés y San Lorenzo en las siguientes vías: Siete Revueltas, Barberos y Escañuela. En la relación de inmuebles figuran dos que están hechos solares. El primero se halla en ruinas desde 1751 y el segundo lo destruye el terremoto de 1755. Ambos se encuentran en el barrio de Santa Marina en las calles Palomares y Aceituno. Los valores de los alquileres ofrecen unas acusadas diferencias que se explican por una serie de factores como la superficie y situación. Las escrituras de arrendamiento aportan una valiosa información al respecto. A finales de enero de 1790 la renta anual de la casa de las callejas de San Eloy importa 28 ducados y la de la Grada Redonda 15 ducados. La cifra más alta –40 ducados– corresponde a la vivienda y tiendas linderas de la plaza de la Almagra. Además el convento posee la cuarta parte de un tejar en la villa cordobesa de Castro del Río que llega por herencia de fray Antonio Salido en 1800, cuya renta anual es de 8 ducados. El patrimonio de los Santos Mártires cuenta asimismo con una docena de propiedades rústicas, entre las que sobresalen el cortijo de Malabrigo en el término de Espejo y en el de Córdoba el de Valsequillo y la tercera parte del llamado Torre del Adalid. A esos bienes hay que sumar hazas de tierra calma situadas en distintos lugares, un lagar en Posadas y dos huertas en el paraje de la Boca del Salado en Santaella. Finalmente un olivar en las cercanías de la ciudad que explota directamente la comunidad, frente al sistema de arrendamiento utilizado en las citadas posesiones. Los 16 censos perpetuos y redimibles generan unos sustanciosos ingresos, mientras que los de las memorias pías instituidas por bienhechores son más bajos. Entre los capitales impuestos a censo sobresale el
que dona la presidenta del beaterio de las Infantas de la orden tercera de santo Domingo de Guzmán doña Petronila Fernández de Córdoba.