Detalles de la antigua casa cordobesa (Notas cordobesas)

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Detalles de la antigua casa cordobesa (Notas cordobesas) de las Notas Cordobesas de Ricardo de Montis. Fue escrito en Julio de 1928[1]


DETALLES DE LA ANTIGUA CASA CORDOBESA

Las antiguas casonas cordobesas, que están desapareciendo, por desgracia, diferenciaba no sé mucho de los edificios modernos, eran más cómodas que estos, más ventiladas, más higiénicas, más alegres, pues, merced a su poca elevación y amplitud, las bañaba el sol durante casi todo el día.

Solo constaban de dos pisos, coronados por la torre o la azotea y todos tenían extensos patios con honores de jardines o huertos.

En muchas de ellas había detalles típicos de que carecen las que se construyen en la actualidad.

En la galería principal nunca faltaba el chinero donde guardabas en la vajilla de fina porcelana, el juego de té de plata, las tazas y los platos de China y los centros de mesa, fruteros, pulseras, jarras y copas de cristal tallado.

En los dormitorios veías en una especie de nicho pequeño, cerrado por un cristal, con un arco de madera. allí se colocaba la mariposa que al día durante la noche, porque nuestros abuelos no podían dormir sin tener luz en su habitación.

En el salón principal de la casa que está acabase, en el centro del techo, rosetón de yeso de madera tallada, del que vendía la reluciente lámpara de metal dorado con el quinque de aceite hola araña de cristal con las velas, que solo se encendía cuando se celebraba una fiesta íntima o un acontecimiento familiar.

En los ángulos de la sala del estrado, de la destinada a la mesa estufa y de las galerías siempre constrúyase unas monchetas de yeso para apoyar en ellas las rinconeras que se llenaban de adornos de todas clases: floreros, errores, figuritas de escayola y juguetes.

En el suelo de la habitación que estaba sobre el portal abríase la mirilla para poder ver, levantando su puerta de madera, la persona que llamaba la campanilla o al aldabón de metal reluciente.

En un extremo de la torre habilitada a ser un departamento, cerrado por tabiques, para depositar los trastos viejos y, durante el verano, las alfombras y esteras enrolladas, y sobre la torre levantábase el palomar, al que trabajosamente se subía por una escalerilla de madera.

Como coronamiento de aquella parte del edificio, la más elevada, destacábase una veleta que ostentaba en uno de los lados de su flecha una plancha de hierro reportada simulando la imagen de San Rafael, el ínclito Arcángel Custodio de nuestra ciudad.

En la azotea o terradol el barandal que le servía de antepecho estaba lleno de aras, también de hierro, para colocar las macetas con flores y de los muros pendían grandes árboles en las que se sujetaban los tendederos para poner a secar la ropa.

En la parte inferior de la puerta de la dependencia últimamente citada practicábase un agujero redondo la gatera, con el objeto de que esos animalitos que se encargan de exterminar los ratones en nuestras viviendas pudieran salir para efectuar sus correrías por los tejados

Las ventanas de la fachada, aquellas ventanas grandes, poleadas, con artísticas rejas de retorcidos hierros, estaban cubiertas en su parte inferior por verdes celosías de madera, para que el interior de las habitaciones quedase libre de las indiscretas miradas de los curiosos transeúntes.

En el portalón de las casas llamadas de labor siempre había, junto a uno de los muros, un acto pollo de mampostería que los labradores y sus operarios utilizaban para montar cómodamente los fogosos caballos y recios mulos en que se trasladaban a las hermosas fincas de los fértiles campos cordobeses.

Por último, nuestros abuelos, previsores en grado sumo, cuidaban de que en el techo de una habitación hubiera un pedazo de tabla que se pudiera levantar fácilmente. ¿Para qué? Para penetrar por allí, valiéndose con una escalera de mano, en lo que llamamos zaquizamí con el fin de ocultar dinero, alhajas y objetos de valor cuando tenían que abandonar su vivienda, para ponerlo a salvo de los ladrones.

Tales eran algunos detalles típicos de las antiguas casonas cordobesas, de aquellas casonas donde las familias pasaban la mayor parte de su existencia, disfrutando de goces inefables, puros, que hoy pretendemos inútilmente encontrar fuera de nuestros hogares.

Referencias

  1. Detalles de la antigua casa cordobesa. Notas cordobesas. Recuerdos del pasado. Tomo X. 247. Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba

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