El Ratón

De Cordobapedia
Saltar a: navegación, buscar
Rafael Sánchez Jiménez "El Ratón"
El Ratón


Rafael Sánchez Jiménez de sobrenombre “El Ratón” fue uno de esos muchos vecinos de cualquier barrio cordobés que se preciaban de haber nacido en los años de la “Gloriosa” y de la contada batalla de Alcolea.

A principios de los años sesenta del siglo XX contaba este “Ratón” cordobés los ochenta años cumplidos. En esa época vivía en el barrio de Santiago donde frecuentaba a diario la taberna “Novella” lugar de encuentro con unas copillas que le animaban y rejuvenecían. Era un tertuliano admirado por su sabiduría popular, su gracia y talento, pues siempre sabía poner un toque de atención razonable a cualquier comentario. Todo los vecinos lo saludaban, y estaban siempre atentos a sus palabras llenas de doble intención que hacían reír.

Nació el “El Ratón” en el barrio de Campo de la Verdad y decía que de allí era toda su familia, pues su abuelo estaba enterrado en el cementerio que existió junto a la iglesia de San José y Espíritu Santo. Comenzó de aprendiz de carpintero pero pasó por todos los oficios como peón. Fue prolífero en casorios, dado que paso cuatro veces por la vicaría y se enorgullecía de tener diecinueve nietos de diferentes esposas. Aficionado a las noveles de tiros, como el “Coyote” y “Estefanía”, se las bebía como si fuera agua de manantial. Esto le hacía volar la imaginación creyéndose en alguna ocasión ser protagonista de venturas que le hubiera gustado vivir. Por ello comentaba: - Mis amigos no llegaron a ver en el cine y en la Televisión las aventuras que tanto comentábamos…. -¡Quién pudiera llegar al año dos mil para ver cosas más sorprendentes….!

Pero por lo que le dio fama durante su vida fue el haber resucitado de una muerte certificada médicamente, ya que padeció a los once años un ataque de catalepsia. Al respecto contaba la mejor anécdota de su vida:

-“Era muy inquieto de pequeño por eso me llamaban “El Ratón”. Mi madre me dio una paliza por irme a bañar al río, de ésta quede como muerto. Con la particularidad de que el médico certificó mi defunción. Quedé depositado en el cementerio. Por cierto que le costó a mi madre cinco pesetas por gastos del Ayuntamiento y dos de funeraria. Pero aquí no está lo más gracioso del caso. Eran las once de la noche cuando me trasladaron a San Rafael y por la mañana me desperté con una sed tremenda. Y dije:- “Mama dame agua…” Como no contestaba nadie abrí los ojos y vi junto a mí otra caja que contenía el cadáver de una viejecita y otras más de unos niños. No pude imaginarme lo que sentí. Salí huyendo a más no poder. El portero y unos albañiles que había en la puerta empezaron a dar voces para que me parara, pero yo no hice caso…, corría más que un gamo escondiéndome de ellos como un “Ratón” –nunca mejor llevado mi nombre-. Cuando llegué a mi casa aún estaban de velatorio los vecinos… Al entrar en la habitación se formó tal revuelo de gritos y espavientos, que parecía eso, había resucitado un muerto…. Los vecinos salieron corriendo gritando: -¡El muerto, el muerto…! Mi madre que era una mujer entera, me dijo: -“¡Hijo mío, ni en el Campo Santo te quiere…..! Después todos reíamos y la pobre lloraba de alegría.

La muerte y el revivir de famoso “Ratón” le acompañó durante toda su vida y lo tenía como la mejor tarjeta de presentación en su barrio. Los vecinos de las casas comunales de los barrios típicos cordobeses lo mantuvieron como leyenda, y como tal, se aconsejaban de cómo actuar frente un caso de muerte por "catesia”.

Principales editores del artículo

Valora este artículo

3.6/5 (5 votos)