Enrique "El Afilador de la Corredera"
Aún existía a principios del año dos mil este popular afilador callejero de rueda que realizaba su oficio en el Arco Alto de plaza de la Corredera. Después de haber estado varias décadas con su taller portátil tuvo que dejarlo por jubilación o porque el entorno ya no era el apropiado para este menester.
Enrique se distinguía por sus gafas con cristales voluminosos al padecer de una gran miopía. Era muy laborioso, pues siempre estaba dale que dale a la palanqueta de pie que movía la rueda de afilar. De cuerpo grande y de carácter serio y callado suponía casi una excepción en la popular y bulliciosa plaza. A los niños le llamaba la atención las ingentes hielas chispeantes que se producían al rozar el acero con la piedra de esmeril, tanto, que los mismo pequeños le decían: - Enrique darle fuerte a la rueda, para que salgan más chispas, él seguía inmuto frente aquellas llamadas de la chiquillería.
La propia evolución urbanística de la plaza fue desplazando de ella a estos populares oficios callejeros, que en sí, eran la esencia propia y fundamental de la misma.
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