Hornacina de San Rafael

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Hornacina de San Rafael, esquina calle Lineros con calle Candalaria.

La hornacina de San Rafael y San Acisclo es un retablo pictórico con la imagen de San Rafael en el centro y San Acisclo y Santa Victoria a sus lados, estando la parte inferior dedicada a la Virgen de Linares.

Historia

Realizada por Antonio Monroy en 1801, fue la única hornacina o altar -y había muchos- que sobrevivió a la mano del Jefe político Ángel Iznardi, quien en 1841 ordenó la limpieza y derribo de todos los altares populares de la ciudad.

La hornacina de San Rafael o altar de la calle Candelaria es una especie de retablo con San Rafael y los patronos San Acisclo y Santa Victoria, obras de don Antonio Monroy, y por bajo un nicho, cerrado de reja, con la Virgen de Linares. Cuentan que hasta enero de 1801 hubo otra imagen en este sitio, y que habiéndose cometido la profanación de destrozarla una noche, cierta señora que vivía enfrente costeó estas nuevas, poniendo en el lado de la calle de Lineros una inscripción en latín, que traducida al castellano es la siguiente: Córdoba, reconocida siempre a su Custodio, ofrece a San Rafael Arcángel este monumento, erigido con las limosnas de personas piadosas en desagravio de la injuria sin testigos inferida a la antigua imagen por mano enemiga, el día 22 de enero del año corriente de 1801. Y en prueba de agradecimiento por haber visto nosotros salvar a nuestra ciudad de la amenazadora mortífera epidemia que devastaba la baja Andalucía y ciudades comarcanas. Y porque nada falte a la piedad de los cordobeses, así mismo a la Santa Virgen María bajo la advocación de Linares y a nuestros titulares Acisclo y Victoria, con espíritu gozoso lo consagran.

Ya en varias ocasiones hemos citado la orden que en 1841 dio el ilustrado jefe político don Ángel Iznardi para que se quitasen las muchas imágenes que había por las calles, de la cual se libraron éstas por una casualidad. Encontrábase a la sazón en Córdoba el nunca olvidado escritor don Modesto de la Fuente, que entonces escribía las Capilladas de Fray Gerundio, y sabedores aquellos vecinos de su amistad con el señor Iznardi, acudieron a él para que se interesase en que no se quitara el San Rafael de la calle de Lineros, lo que tomó con tanto empeño que logró exceptuarlo de aquella orden. Así, es el único existente, aparte de las imágenes que estaban en las fachadas de las iglesias y de los que en Córdoba llámanse triunfos a San Rafael.

En aquel tiempo desaparecieron de esta calle un Ecce Homo que había en la esquina frente a la del Baño y un San Antonio Abad, obra de Sarabia, casi frontero a la calleja de Gragea, hacia cuyo sitio tuvo este pintor su morada.

En abril de 1931, tras la proclamación de la Segunda República, unos desaprensivos rompieron varias imágenes. En febrero de 1937 fue restaurada y adecentada.[1]

Referencias

  1. Con asistencia de las autoridades se descubre el retablo que ha sido restaurado, en el diario Azul, 15 de febrero de 1937, pág. 6.

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