La Pichichi

De Cordobapedia
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Concha “La Pichichi”.

Sevillana de nacimiento fue muy conocida como personaje en los años 50, "La Pichichi" regentaba una casa de "señoritas", de las más importantes en la ciudad, ubicada en la calle Hermanos Sánchez Murga, hoy calle Caño.

No era una mujer guapa, aunque sí resultona, simpática, graciosa y con genio. Dotada de su especial código de honor o moral, presumía de no haber estado liada con ningún hombre casado por no “extraviar” ninguna casa.Su referencia señalaba, a posiblemente “líos” estables no circunstanciales.

En ella se daba el curioso contrate, de ser pía y devota de día, pues se le vía frecuentar la iglesia de la Virgen de los Dolores, y de noche ser una conocidísima “dueña”, con el negocio más caro, famoso y de más solera de la Córdoba.

La casa de la " Pichichi" fue una institución local, por donde pasaron "señoritas" fijas y otras de una forma esporádica para dar servicio a lo más granado de la clase pudiente como: señoritos agrícolas o ganaderos, toreros, hombres de negocios e industriales, sorterones empedernidos y provincianos desplazados de sus respectivas locales, todos ellos de muy diversa edades, sabiendo de antemano de la discreción y compostura de esta casa de lenocinio.

Estos personajes como "La Pichichi" ya fueron historia, pues los burdeles de alto copete desaparecieron, quedando el negocio en citas concertadas como normales en hoteles de muchas estrellas.

Anecdotario

Se cuenta la siguiente anécdota ocurrida a la Pichichi, que tiene todos los tintes de ser fragmento de sainete cómico:

Cierta mañana, doña Concha, se presentó en una entidad bancaria a realizar una operación, y como consideró que no se la trató adecuadamente pidió hablar con el director.
Lo siento señora está reunido, le dijo el empleado.
Con paso decidido y resolutivo sin esperar la preceptiva introducción abrió la puerta del despacho del director y entró con toda naturalidad. Aunque efectivamente estaba reunido con unos destacados clientes agrícolas, a ella no le importó, y se dirigió a él en alto tono y familiar:

¡Leopoldo! ¡Leopoldo!.
El director que celebraba aquella importante reunión con estos personajes muy conocidos de la ciudad sólo acertó a decir haciéndose el “longui”:
-¡Señora, por favor! ¿Quién es usted?.
Doña Concha “La Pichichi” dudó un momento, ya que con seguridad esperaba encontrárselo solo...
La situación se tensó, porque los demás respetables señores temieron que se dirigiera a ellos, con la misma familiaridad que a don Leopoldo, por tener todos motivos para ello.
Hasta que uno de ellos, matador de toros retirado, viejo y con fama de no tener pelos en la lengua, rompió el hielo diciendo con toda naturalidad:
-"¿Qué te pasa Concha? ¿Qué quieres? ¡Y "usté" don “Leopordo” no sea “hipócrita” y no pregunte quién es, porque a Concha la conocemos en “toa” Córdoba.!"
Todos los presentes quedaron relajados y La Pichichi con grasejo dijo:"Señores quedan servidos" y dándose media vuelta se marchó con la misma resolución en que entró al despacho.

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Fuentes

  • Testimonios contemporáneos.

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