Manuel Fraijó

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Manuel Fraijó
ManuelFraijó.jpg

Teólogo

Nacimiento: 1942
Guadalcázar

Contexto histórico

Décadas: 1970 - 1980 - 1990 - 2000 - 2010

Manuel Fraijó nació en Guadalcázar en 1942.

Jesuita y profesor de teología de la Universidad Pontificia de Comillas, fue uno de los teólogos que defendió a Hans Küng cuando éste fue apartado de su cátedra de Friburgo. Cuando el Vaticano le privó de su condición de teólogo católico, Fraijó publicó un artículo en defensa de Hans Küng. El entonces cardenal Razintger le pidió que rectificara o no podría seguir enseñando teología en una facultad católica. Fraijó siguió apoyando a su maestro, y más tarde pidió la secularización.

Datos biográficos

Estudió Filosofía y Teología en las Universidades de Innsbruck (Austria), Münster y Tubinga (Alemania), siendo doctor en ambas disciplinas.

Durante sus estudios en Alemania fue alumno de Karl Rahner, Hans Küng, Walter Kasper, Jurgen Moltmann, J. B. Metz y Wolfhart Pannenberg. En la actualidad es catedrático de Filosofía de la religión e Historia de las religiones en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la misma.

Es miembro de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones. Su reflexión gira en torno al estudio del hecho religioso en general, con especial atención al hecho religioso cristiano y a la figura de Jesús de Nazaret.

Ha estudiado también la relación entre fe y razón tal como se articula a partir de la Modernidad en el pensamiento católico y protestante.

Obra

  • Jesús y los marginados. Utopía y esperanza cristiana. Cristiandad, Madrid, 1985.
  • El sentido de la historia. Cristiandad, Madrid, 1986.
  • Cristianismo e Ilustración. Universidad pontificia Comillas, Madrid, 1995.
  • El cristianismo. Una aproximación. Trotta, 1997.
  • Fragmentos de esperanza. Estella, Verbo Divino, 2000.
  • Filosofía de la religión. Estudios y textos. Ed. Trotta, Madrid, 2000.
  • A vueltas con la religión. Verbo Divino, Estella, 2000.
  • Dios, el mal y otros ensayos. Trotta, 2004.

La obra de Manuel Fraijó aborda la religión desde la razón. Siempre es difícil aproximarse a un tema tan sinuoso desde una perspectiva científica, pero él lo hace con tesón y sinceridad. Es teólogo pero también filósofo, y para él todas las preguntas permanecen abiertas. Como escribe en su libro, Fragmentos de Esperanza, su posición religiosa se sitúa, no en 'la posesión pacífica', sino en 'la búsqueda airada.' Cuando escribe, su estilo llama la atención: siempre es capaz de 'andar por la linea de en medio,' contrastando argumentos hábilmente, con verdadera erudición y elegancia. Su amigo, José Gómez Caffarena, cree que Fraijó en realidad es más creyente que lo contrario. Después de haber leído casi toda su obra, mi percepción es muy similar.

Citas

  • Sobre las víctimas de la historia
"Sobre esta cuestión, el materialismo y la razón se declaran incompetentes. La religión en cambio, no olvida el pasado. Frente a la razón científica del materialismo se alza la razón anamnética de la religión. La dignidad de la religión tiene que ver con su cultura del recuerdo. La religión salva así al pasado de un olvido seguro. La teología deja abierto lo que la ciencia declara cerrado. Al venir de muy lejos, la religión ha acumulado mucha historia y se niega a relegarla al olvido. La tradición bíblica no archiva las causas de las víctimas de la injusticia. Sabe que ahí hay derechos pendientes y mantiene abiertos sus expedientes."
"La tradición religiosa ofrece una respuesta serena a ese dilema. Encomienda las víctimas del pasado al Dios del futuro, al Dios que resucita a los muertos. Desde esa confianza en la instauración de una armonía final, el hombre religioso puede, si no ser feliz -cosa a todas luces desmesurada-, al menos alcanzar una paz de fondo."

A Vueltas con la Religión, Verbo Divino, 1998.

  • Sobre el destino del ser humano
"Fichte pensaba que el hombre no puede estar destinado a ser un mero 'portador de fardos.' Como Kant, Fichte auguraba al hombre una paz perpetua. Se resistía a que 'la vida consista en comer y beber, para volver luego a tener hambre y sed y poder de nuevo comer y beber hasta que se abra ante mis pies el sepulcro y me trague, y ser yo mismo alimento que brota del suelo. No me resigno a que todo gire en torno a enjendrar seres semejantes para que también ellos coman y beban y mueran y dejen detrás de sí otros seres que hagan lo mismo que yo hice."
"No es necesario acumular trazos patéticos de la vida como el que nos ofrece Fitche. Pero sería fácil hacerlo. Mircea Eliade evoca el 'terror de la historia.' Y Bloch se rebelaba, 'por dignidad personal', contra la sangrante evidencia de que el hombre 'acaba igual que el ganado."
"La ética y la religión contemplaron siempre con honda inquietud este cuadro. A ambas le es connatural la falta de resignación. Nunca se avinieron bien con el perecimiento definitivo del ser humano. Se atrevieron a poner sobre el tapete frágiles esperanzas que nunca lograron fundamentar plenamente. Nunca renunciaron a mantener encendida la chispa de la esperanza, incluso para los muertos (W.Benjamin)."
"Y ahí queda también, sin el espacio que hubiera merecido, la reflexión ética de José Gómez Caffarena, humanista y cristiana. La opción por un sentido final, bellamente expresada en lo que Gómez Caffarena llama 'vivencias de fundamento' y 'vivencias de esperanza' le lleva a postular un fundamento último de la realidad. No se resigna a que 'el deseo constitutivo' del hombre quede radicalmente frustrado. De ahí el bello final de su libro, El teísmo moral de Kant: 'En su secular esfuerzo moral, y pese a sus fracasos, la Humanidad se merece que no sea fallida sus esperanza: se merece que exista Dios."

De la sobriedad ética a la esperanza religiosa. Isegoría, revista de filosofía moral y política, nº10


  • La norma suprema
"La norma suprema no es la iglesia ni el magisterio, sino la persona de Jesús... Rahner dijo una vez que Jesús no hubiera entendido el término 'infalibilidad' en cuya defensa tantas energías ha empleado el magisterio en los últimos años. Creo que algo parecido vale para el documento sobre la vocación eclesial del teólogo. Jesús no sabría muy bien qué hacer con él. Sus métodos eran distintos. Él procedía por insinuaciones, por respetuosas invitaciones y apelaciones a lo más profundo del hombre. Nunca violentó conciencias ni impuso dogmáticamente sus propias convicciones. Es ocioso recordar que no impuso sanciones ni condenó a nadie al silencio. Alguna vez, sus discípulos le pidieron que hiciera bajar fuego del cielo para dar su merecido a los disidentes, pero Jesús rechazó ásperamente su propuesta. Y sus mejores seguidores hablaron siempre con parresía, es decir, con una libertad que afrontaba el riesgo. Es la libertad que mueve a los que confían en que la verdad es noble y se abre paso por sí misma."

Fragmentos de Esperanza, pág. 355

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