Monografía histórico-médica de los hospitales de Córdoba
Obra de Germán Saldaña, fue publicada en 1934 por el Boletín de la Real Academia de Córdoba en 4 entregas.
Prólogo
Y a título de complemento y puesto que esta relación de Hospitales se dió para ver el modo de que pudiera hacerse el Hospital del Cardenal fusionando las rentas de ellos, vamos también a transcribir las palabras que constan en el mismo documento al final de esa relación de 23 hospitales: «Desttos veintte y tres hospíttales ay Solo zinco de curan". que Son San Seuastian y la Charidad de calentturas Anton Cabrera de Bubas S"• Franc°' de Conualezienttes S"• Jazintto de yncurables yttodos con limitadisimas camas plo Cortto desus Renttas. De todos dhos Veintte y tres hospíttales solo se conoze tener Patronos el hospittal de S"• Juan y S"• Franco de Asís, Anton Cabrera que lo es el Caud°- dela Sta• yGlesia y el de la Charidad que se Administra por Bullas Regias y Pontifizías por la Co fradia de la Charidad Sitta en dho hospittal Sin Conozer Ottro Pattrono. los Restanttes que no Sir ben oy de curan°"• no tienen Pattrono ninguno y sus Renttas se administran por las Cofradías que en cada uno de ellos esttan fundadas que estas por no alcanzar al parezer ala Curaz°"• de En ferinos se consumen en la Con Seruazion delas mismas Cofradias gasttos dezera fiesttas &&.»
QUINTO INTENTO. — Con motivo de la invasión francesa padeció el Hospital del Cardenal no poco, según ya dijimos al tratar de él. Don Miguel Ángel Orti Belmonte en su obra «Córdoba durante la guerra de la Independencia», dice lo siguiente acerca de este asunto: «El Cabildo Catedral que era entonces el que ejercía el patronato de dicho establecimiento, había puesto al frente de su administración al Canónigo Penitenciario Arjona; pero en Noviembre dispuso el Gobernador que fuera administrado por las autoridades francesas, y más tarde, cuando en el proceso de Arjona se le hicieron grandes cargos por su intervención en este asunto, se defendió con valentía en su ya citado manifiesto, en la forma siguiente: «Respecto al plan de reunión de hospitales, sólo se me pudiera hacer un cargo entre sármatas; a favor de la humanidad doliente se debe trabajar bajo todo gobierno, además que mi comisión se limitaba a formar solamente el plan, sin intervención ninguna en la administración de sus caudales; y puedo añadir que esta ciudad ganaría mucho en que mi plan se verificase, como lo han deseado los principales funcionarios de nuestro Gobierno en esta provincia, los cuales han buscado mi obra para reducirla a la práctica». Vemos pues, por estas palabras, que bajo el Gobierno Intruso tratóse de llevar a la práctica el plan tantas veces acariciado, de la fusión, para reducirlos a menor número, de los hospitales cordobeses. Sin duda que mucho influiría en esta ocasión, en el ánimo de los que tal deseo tenían, la penuria económica de la mayor parte o acaso de todos los hospitales, debida precisamente y acusada entonces con más graves características, a la anormalidad que dicho Gobierno Intruso había creado. Recuérdese si no lo dicho en el Hospital de San Lázaro, para quien, después de una vida tan larga y tan fecunda, fue el golpe de gracia la invasión francesa. Véase asimismo lo dicho acerca del Hospital del Cardenal, que se confirma con lo aquí expuesto. A pesar de que quizá nunca como entonces se sintiera la necesidad de esta reducción, no eran sin embargo las circunstancias las más propicias, pues dado el carácter de interinidad de tal situación y la odiosidad profunda que se creó hacia dicho Gobierno en el ánimo de los españoles, odiosidad que alcanzó igualmente a todos cuantos colaboraban con los invasores, era de esperar que destituido aquel Gobierno y expulsado de la Península, cayeran por tierra todas o las más de sus disposiciones. Y así parece haber sucedido con este proyecto de fusión de hospitales, viniendo a pagar los vidrios rotos nuestro pobre Penitenciario, a quien, acaso, como él dice, únicamente guiara en este asunto el honrado deseo y la recta intención de trabajar en pro de la humanidad doliente; pero era entonces muy antipática y odiosa la nota de afrancesado. No se abandonó sin embargo la idea que en la mente de todos juzgábase muy acertada, sino que siguieron adelante los trabajos, presentándose tres planes para ello en distintas épocas, el último de los cuales llevóse finalmente a la práctica. Fueron los que siguen:
En 1813, se intentó el primero por el Ayuntamiento, encargando a sus Síndicos don Rafael Pedro Villaceballos y don Mariano de Ortega, sin que pasase de proyecto. En 1821 se comisionó por las Juntas de Beneficencia de dicha época a don Rafael Mariano Pavón, para que hiciese un proyecto de organización, que tampoco se llevó a la práctica. Y por último, en el año 1837 se llevó a efecto la reunión de hospitales, en cumplimiento del Reglamento general de Beneficencia pública de 8 de Septiembre de 1836, que creó las Juntas Municipales de Beneficencia, comisionando la de Córdoba a los señores don José de Jesús Muñoz, don Rafael Mariano Pavón y don Antonio de Luna, cuya comisión informó en 27 de Septiembre de 1836, en la forma siguiente:
- «1.° Habrá en Córdoba una casa de Maternidad y de Expósitos; un Hospicio o Casa de Socorro; cuatro hospitales de enfermos y hospitalidad y socorros domiciliarios. Título 3.°, art. 40.
- 2.° La Casa de Maternidad se conservará en el local que ocupa, por ser el más a propósito para establecer en él los tres departamentos que dispone art. 41. título 3.°, y en ella se cuidará de poner en práctica, en cuanto sea dable, todo lo que se previene en el citado título 3.° del Reglamento.
- 3.° Habrá en Córdoba una Casa de Socorro, que será la situada actualmente en el que fué Convento de Mercenarios, con el título de Casa de Misericordia, en la cual se observará cuánto para las de su clase se manda en el título 4.° del Reglamento.
- 4.° Habrá en Córdoba cuatro hospitales: uno para las enfermedades agudas, que será el que se llama hoy General o del Cardenal, en el que se curarán con separación los infectados del mal venéreo, se asistirá a los locos y se conservarán en convalescencia los que la hayan de menester; otro para las enfermedades crónicas y cutáneas contagiosas; un tercero para ancianas paralíticas e impedidas, que será el de Jesús Nazareno, y un cuarto para ancianos que se hallen en igual caso, que será el de San Ja cinto o Dolores. Reglamento título 7.°, art. 106. Aunque lo indicado en cuanto a hospital de convalecencia y de dementes parezca estar en contradicción con lo mandado en el Reglamento en su art. 107, la Comisión que ha registrado detenidamente el Hospital del Cardenal, está convencida de que en él pueden atenderse así a los convalecientes como a los locos; así por la mucha capacidad de dicho local en el que hay departamentos separados para dichos fines, como por el corto número de locos y convalecientes que en él se asisten.
- 5.° Los socorros y hospitalidad domiciliaria estarán a cargo de las Juntas Parroquiales de esta capital, con arreglo a lo mandado en los títulos 5.° y 6.° del Reglamento, las cuales Juntas se instalarán al momento, pasándoles un tanto impreso para su gobierno de los artículos 17, 18, 19, 20, 21 y 23 del título 1.° y todos los de los títulos 5.° y 6.°
- 6.° A la Comisión le parece que esta Junta debe celebrar sus sesiones y establecer sus oficinas en una de las piezas que elija de la actual Casa de Socorro o de Misericordia (art. 1º) o de otro de los establecimientos que tiene a su cargo.
- 7.° Nombramiento de Visitadores.
- 8.° Para la asistencia económica y esmerada en las casas de Maternidad y en los hospitales y para cumplir lo prevenido en los artículos 14 y 15 del Reglamento, podrá hasta introducir en dichos establecimientos Hermanas de la Caridad.
- 9.° Todos los demás hospitales, hospicios y establecimientos destinados a objeto público de beneficencia en esta capital, se suprimirán, y sus fondos se adjudicarán a los ya mencionados, según su respectiva analogía, conforme a lo mandado en el art. 134 del Reglamento.
- 10.° La agregación de fondos debe hacerse en la forma siguiente:
- 1ª. Al Hospital del Cardenal los de Antón Cabrera y de la Caridad.
- 2ª. A los Expósitos o Casa de Maternidad los de San Lázaro.
- 3ª. Al Hospital de Crónicos o Misericordia los de San Bartolomé de las Bubas.
- 4ª. A la Casa de Socorro todos los hospicios, fundaciones piadosas, obras pías análogas en su objeto al de aquella Casa, que no sean de patronato pasivo de familia, reservando a los de patronato activo de familia los derechos que les correspondan según lo mandado en los artículos 127 y 128 del Reglamento. La Comisión se reserva presentar a la Junta una lista o catálogo de los que deben agregarse a la Casa de Socorro y apoyar las razones en que funda lo enunciado en este artículo.
- 11.° Para llevar a cabo la reunión expresada de fondos, mandará la Junta que se pongan de acuerdo las Corporaciones, administradores y patronos a cuyo cargo corren hoy los distintos establecimientos cuyos fondos hayan de reunirse, y formalizada la reunión con los documentos que acrediten su legalidad, la pasarán a la Junta para su aprobación, según se deriva de lo mandado en el artículo 25 del Reglamento.
- 12.° Hecha y aprobada dicha reunión de fondos y encargados los directores y administradores de los establecimientos que quedaren existentes de las nuevas obligaciones que contraen, quedarán suprimidas las Juntas Hermandades o Asociaciones que gobernaban los establecimientos que se suprimen, así como las de la Casa de Misericordia u Hospicio con arreglo al art. 37 del Reglamento.
- 13.° Sobre nombramiento de diputados y administradores por el Cabildo Eclesiástico.
- 14.° Sobre nombramiento de administrador de la Casa Socorro Hospicio».
Por el interés que tienen, para darse idea del desenvolvimiento económico de los hospitales en los años de 1822 y 1834, vamos a reproducir a continuación un estado de las rentas, gastos de hospitalidad y déficit de los hospitales de Córdoba, reproducido del que presentaron al Gobierno civil sus respectivos administradores en dichos años:
Nombre | Rentas | Gastos | Deficit | |||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
1822 | 1834 | 1822 | 1834 | 1822 | 1834 | |||
Cardenal | ||||||||
San Francisco de Asís | 165.427 | 113.865 | 218.969 | 127.768 | 37.748 | 13.903 | ||
San Sebastián | ||||||||
Dementes | ||||||||
Antón Cabrera | 14.096 | 10.791 | ||||||
San Lázaro | 41.557 | |||||||
Expósitos | 27.466 | 77.560 | 58.307 | 102.206 | 30.840 | 36.400 | ||
Caridad | 41.386 | 44.335 | 17.520 | |||||
San Bartolomé | 23.113 | 18.276 | 3.842 | 2.348 | ||||
Misericordia | 36.600 | 40.000 | 98.853 | 56.000 | 62.253 | 16.000 |
NOTA.—En este estado se han omitido los maravedíes y se advierte que así en las rentas como en los gastos hay continuamente variaciones, de las que resultan otras en sus respectivos déficits; así que debe considerarse este estado, aunque no exacto ni fijo, pero sí aproximado a la verdad y suficiente para calcular por él las medidas que debe adoptar la Junta de Beneficencia para la mejora de estos establecimientos. Córdoba 18 de Febrero de 1837».
Para completar el estudio de este último plan de reunión de hospitales, vamos a transcribir también el acuerdo del Cabildo Eclesiástico remitido al Presidente y Vocales de la Junta de Beneficencia con fecha 29 de Mayo de 1837; como se ve en él, queda reproducido casi exactamente el documento anterior, al que da el Cabildo su completa conformidad.
«En cumplimiento del Reglamento ha propuesto la Junta Municipal de Beneficencia y ha aprobado el Ayuntamiento Constitucional de esta capital, el plan de hospitalidad siguiente: Habrá un hospital para las enfermedades agudas de toda la ciudad, en el que se curarán los enfermos de ella que antes eran asistidos en San Juan de Dios, la Caridad y otros. Será el que se conoce con el nombre de General o del Cardenal. Para suplir el déficit de sus rentas y atender a las nuevas obligaciones que se le acrecientan, se le asignan las que disfruta el de la Caridad con destino a la hospitalidad, las que subieron en el año de 1834 a 44.335 reales. Se curarán en el Hospital General los enfermos del mal venéreo, que se recogían antes en el de Antón Cabrera; cesará la práctica de curar sólo en las dos estaciones de Primavera y Otoño; se adoptará la de curarlos, según lleguen, sin distinción de tiempo; se ejecutará en el departamento llamado de convalecencia, destinado uno para hombres y otro para las mujeres, dejando el tercero para la convalecencia de los demás enfermos, a cuyo fin se le dividirá por un tabique, para que en un lado estén los hombres y en el otro las mujeres. Por consecuencia de esto, queda sin uso el Hospital de Antón Cabrera, y su edificio y rentas se agregará a la del Hospital General, pudiéndose dar a aquél el destino que más convenga, para que sea útil. El Cabildo de la Santa Iglesia Catedral continuará en el uso de las mismas facultades que ha tenido hasta ahora por medio de sus diputados. Quedan excluidos los militares de la entrada en el Hospital general, y relevados sus fondos de su asistencia, y la Junta de Beneficencia no los enviará nunca. En los casos de epidemia se pondrán en práctica los métodos observados durante el cólera morbo, estableciendo hospitales interinos en las parroquias. Queda a cargo de la Asociación del Buen Pastor curar los presos de la Cárcel. Los tres hospitales restantes serán el de la Misericordia, para las enfermedades cutáneas y contagiosas, y los dos de incurables de ambos sexos llamados de San Jacinto, para hombres, y de Jesús Nazareno para las mujeres, no haciéndose por ahora novedad en su dirección, método y administración. Además se ordena hospitalidad y socorros domiciliarios, que son de cargo de la Junta de Beneficencia. Además, de los cuatro hospitales ha de haber Casa de Expósitos, con tres departamentos: uno para niños, otro para niñas y otro de Maternidad, con separación; y ambos sexos han de estar en ella hasta la edad de seis años, en que pasen al Hospicio, que es independiente, y ha de haber en las capitales. Y respecto a que hay un déficit en las rentas actuales de la Casa de Expósitos, según las cuentas del año 1834 se subsana agregándole las de la hospitalidad de San Juan de Dios o de San Lázaro, que cubren suficientemente, pues ascienden a 41.557 rs. von., con dos condiciones precisas: la primera que ha de suplir lo que falte a la Asociación del Buen Pastor; y otra que ha de dar anualmente el importe de las medicinas de la botica para los presos de la cárcel. No se admitirán forasteros para la curación, considerando como municipales los fondos con que están dotados los establecimientos, y que cada pueblo debe atender sus respectivas obligaciones.—Pedro Mª. Villavicencio.—Francisco de Armenta.—Rafael Moreno Carracedo.--Rubricados».
CAPITULO XVI—(APÉNDICE)
No queremos cerrar este capítulo, y con él, nuestra Monografía, sin detenernos un momento para volver la vista atrás y dedicar una cariñosa mirada y un emocionado recuerdo a las hermandades, cofradías y gremios que tan obscura muerte encontraron en el mencionado decreto; y a los cuales hemos contemplado, a lo largo de seis siglos, moverse y bullir pujantes de vigor, marcando el rumbo de la vida cordobesa. Muy de acuerdo con las características raciales españolas, que parecen irse perdiendo, para ruina de nuestra raza, a medida que el exagerado centralismo estatal ha ido imponiéndonos a todos unas mismas costumbres, un monótono y amorfo modo de ser, aquellos gremios y las cofradías aquellas son acreedores, en el campo de la Beneficencia, a un rendido homenaje que, en la medida de nuestras fuerzas, vamos a tributarles en estas líneas.
No queremos ahora repetir conceptos. Pero la consecuencia a que llegará, y conclusiones que ha de formular el que, con mediana atención, haya seguido la historia que, mejor o peor, hemos hilvanado en estas páginas, es que sin ellos, no hubiera alcanzado la Beneficencia particular el grado de esplendor que demuestra la profusión de los hospitales creados. Cierto que su obra tuvo defectos —¡qué institución humana no los ha tenido!—. Cierto que, sin aquella exagerada profusión, o por mejor decir, más convenientemente ordenadas las iniciativas particulares, más sabiamente administrados los fondos, en menor número de hospitales, los frutos hubieran sido mayores y el resultado de mayor eficacia. Pero adviértase, como ya llevamos dicho en otras ocasiones, que para enjuiciar acertadamente los hechos y organizaciones humanas, no se puede prescindir, en manera alguna, del ambiente que los rodea: que es como el aire que se respira, los alimentos que se ingieren, los cuales tan poderosamente influyen en el organismo. Y las corrientes del pensamiento y de las costumbres en los siglos medios y en los primeros de la Edad Moderna, iban por esos cauces. Característica suya fue la preocupación hondamente sentida por aliviar los dolores de la humanidad doliente.
Y esta nota tan humana es de una particular y atrayente simpatía, máxime en estos momentos históricos, en que un brutal egoísmo, fruto dañado y corrompido de la civilización exageradamente materialista en que vivimos, va matando y destruyendo en nosotros, hasta los últimos gérmenes de los sentimientos elevados, de altruismo, filantropía y caridad, para dar curso libre a las brutales tendencias de satisfacciones enteramente materializadas que nos rebajan hasta un nivel infrahumano y degradante. Y adviértase que, al hablar aquí de gremios, hermandades, cofradías, no queremos hacer una excepción, aunque honrosa, en favor de una determinada clase de la sociedad cordobesa; antes, por el contrario, es nuestro ánimo el incluirlas a todas por dos razones, a cual más convincentes:
1ª. Porque, como ya hemos dicho, esas asociaciones no fueron sino la representación de aquella Sociedad, al brotar expontáneamente, y no por imposición extraña, de su propio seno.
2ª. Porque a ellas pertenecieron, con sus nombres y personas, elementos de todas las clases sociales; hasta el punto de que bien pudiera asegurarse que difícilmente se encontraría en Córdoba familia que no tuviera alguno o algunos de sus miembros alistados en dichas hermandades, gremios y cofradías.
Y otra nota altamente simpática de estas mismas asociaciones era el que no sólo ponían sus limosnas al servicio de su caridad o de su altruismo en favor de los semejantes, sino que no regateaban la prestación personal cuando la conceptuaban necesaria. Buena prueba de ello, la Congregación de aquellos heroicos y lucidos mozos del Hospital y Cofradía de la Trinidad, quienes, en la epidemia de 1649, tomaron a su cargo el dar sepultura a los cadáveres de los atacados, sin retroceder ante el gravísimo peligro de contagio a que su caridad los arrastraba.
O aquel otro ejemplo de los humildes piconeros de Santa Marina que, en la dura condición de su vida humilde, tostado y curtido el cuerpo al azote de todas las intemperies, sienten, bajo él, alentar la ternura de unos corazones compasivos para con los cadáveres de los que morían abandonados en el campo; y son ellos mismos los que, convertidos en cofrades del Santo Cristo de la Misericordia, misericordiosamente traen a la ciudad esos mismos cadáveres, para que sean dignamente sepultados en sus cementerios. Cómo no hemos de mirar, con cierta melancolía, ser enterrado en la prosaica tumba de un vulgar decreto, el pasado de aquellas generaciones que, en medio de sus defectos, tan altos ejemplos nos dieron de fecundas virtudes cívicas y ejemplarmente humanas?
Sirvan, finalmente, estas ligeras consideraciones que, a vuela pluma, hemos dejado fluir de nuestra inteligencia y de nuestro corazón, a manera de conclusiones, que en un trabajo de esta índole histórica, no pueden formularse con la misma rigurosa precisión con que se formularían en uno de investigación rigurosamente científica.
Bibliografía
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- Archivo del Hospital de Agudos.—Libros de Cuentas, Libros de Enfermos, etc.
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Índices
Índice de materias
- Prólogo 5
- Mi gratitud 7
- CAPITULO I:
- Razón del Tema elegido 9
- CAPITULO II:
- Crecido número de Hospitales y sus causas 14
- CAPITULO III:
- Cultura Médica de la época 19
- CAPITULO IV:
- Hospitales árabes 39
- Índice de Hospitales por orden cronológico de su fundación 42
- Cuadro sinóptico de los Hospitales cordobeses, clasificados por su finalidad 45
- CAPITULO V:
- Advertencias generales 51
- SIGLO XIII:
- Hospital de Santa María de las Huertas 51
- Idem de San Bartolomé y San Ildefonso 52
- Idem de San Antón o de San Antonio Abad 54
- Idem Real e Imperial de San Antón 55
- Idem de Nuestra Señora de la Consolación y del Glorioso San Antonio Abad 56
- Idem de la Lámpara 57
- Idem de Burgos 62
- Idem de San Lázaro , 62
- Idem de Ahogados 74
- Idem de San Sebastián 77
- CAPITULO VI.—SIGLO XIV:
- Hospital de San Blás 96
- Idem de la Santísima Trinidad 96
- Idem de Nuestra Señora de las Huertas o de Rocamador. 101
- Idem de la Misericordia. 102
- Idem de San José y de la Magdalena 102
- Idem de la Preciosa Sangre de Cristo 104
- Idem de San Acisclo y Santa Victoria 106
- CAPÍTULO VII.—SIGLO xv:
- Patinas
- Hospital de Nuestra Señora de la Consolación 107
- Idem de Nuestra Señora de la Candelaria 109
- Hospital o Beaterio de San Zoilo 111
- Hospital de Santa María de los Huérfanos o de los Ríos 111
- Idem de San Simón y San Judas 115
- Idem Nuevo de San Salvador 117
- Hospital o Beaterio de Guadalupe 118
- Hospital de Jesucristo 118
- Idem de Santa Brígida , 120
- Idem de San Bartolomé, en la parroquia Omnium Sanctorum . 121
- Idem de Ciegos 121
- Idem de San Andrés, en la Ermita del Buen Suceso 124
- Idem de los Desamparados. 126
- Idem de Santa Quitería 127
- Idem de la Caridad 128
- Idem de Santa Catalina 138
- Idem de Jesús Crucificado 138
- CAPÍTULO VIII.—SIGLO XVI:
- Hospital de Antón Cabrera 141
- Idem de San Eloy . 151
- Idem de San Bartolomé, en la Puerta del Rincón 152
- Idem del Corpus Christi y Santa Lucía 155
- Idem de Nuestra Señora de la Asunción (Abéjar) 156
- Idem de San Sebastián (en la Collación de Sanlloreinte) . 156
- Idem de la Coronación 156
- Idem de Santiago 157
- Idem de San Bartolomé y de Santa María Magdalena (vulgo de las Bubas) , 157
- Idem de Nuestra Señora de Villaviciosa 160
- Idem de San Andrés (Condes de Gavia) 161
- Idem de Convalecientes de San Jerónimo . -, 164
- Idem de San Bartolomé, en la calle de Letrados 164
- Idem de San Julián 165
- Idem de San Juan y San Jacinto 166
- CAPÍTULO IX.—SIGLO XVII:
- Hospital de San Bartolomé y Jesús Nazareno 170
- Idem de Convalecientes de San Francisco 176
- Idem de la Misericordia 179
- CAPÍTULO X.—SIGLO XVIII:
- Hospital del Cardenal (hoy de Agudos) 183
- Apéndice al Hospital del Cardenal:
- Hospitalización de dementes 198
- CAPITULO XI.—SIGLO XIX: Páginas
- Casa Socorro Hospicio 200
- Id. Central de Expósitos 204
- Id. Maternidad 214
- CAPITULO XII:
- Estado actual de los bienes de la Beneficencia Provincial de Córdoba . 217
- CAPITULO XIII.—SIGLO xx:
- Hospital de la Cruz Roja 223
Idem Militar 233
- CAPITULO XIV.—Hospitales de fecha desconocida:
- Hospital de San Martín, en la Ermita de Nuestra Señora de las Montañas 241
- Idem del Niño Perdido 242
- Idem de Nuestra Señora de las Nieves y de Santo Domingo de Silos 242
- Algunos datos sobre otros hospitales 243
- CAPITULO XV:
- Fusión de hospitales 245
- CAPITULO XVI.—(Apéndice):
- Consideraciones finales 255
- Bibliografía 258
Índice de fotografías
- Fig. 1. Plano general de Córdoba.. 50
- » 2. Hospital de la Lámpara.. 61
- » 3. Hospital de San Sebastián. Primer emplazamiento.. 78
- » 4. Plano de San Sebastián y Expósitos.. 82
- » 5. Hospital de San Sebastián. Segundo emplazamiento. Portada de la Iglesia.. 83
- » 6. Impreso con las obligaciones de los funcionarios del Hospital de San Sebastián.. 93
- » 7. Hospital de la Santísima Trinidad.. 97
- » 8. Hospital de San José y la Magdalena.. 103
- » 9. » de Nuestra Señora de la Consolación 108
- » 10. Hospital de la Candelaria.. 110
- » 11. Hospital de Santa María de los Huérfanos.. 112
- » 12. Hospital de San Andrés (Buen Suceso).. 125
- » 13. Hospital de los Desamparados.. 127
- » 14. Hospital de Santa Quiteria (hoy Sinagoga).. 128
- » 15. Hospital de la Caridad.. 130
- » 16. Hospital de Jesús Crucificado.. 140
- » 17. Hospital de Antón Cabrera.. 146
- » 18. Baja de un soldado en el Regimiento de Caballería de Santiago para su ingreso en el Hospital de Antón Cabrera.. 150
- » 19. Hospital de San Bartolomé en la Puerta del Rincón. Ruinas de la Iglesia. Parte superior 152
- » 20. Parte inferior de las mismas ruinas 153
- » 21. Hospital de Villaviciosa.. 161
- » 22. » de San Andrés (Condes de Gavia).. 162
- » 23. Puerta de la ermita de San Roque. A la izquierda puerta del actual convento del Buen Pastor, que fue Hospital de San Julián.. 165
- » 24. Hospital de San Juan y San Jacinto en su emplazamiento hasta principios del siglo XVIII.. 167
- » 25. Hospital de San Juan y San Jacinto. Emplazamiento actual vista de conjunto.. 168
- » 26. Hospital de San Bartolomé y Jesús Nazareno. Galería.. 173
- » 27. Sala enfermería del mismo hospital.. 175
- » 28. Hospital de Convalecientes de San Francisco.. 177
- » 29. Hospital de la Misericordia. Vista de conjunto.. 180
- » 30. Hospital de Crónicos. San Pedro Alcántara.. 182
- » 31. Hospital del Cardenal (hoy de Agudos). Fachada principal.. 185
- » 32. Hospital de Agudos. Plano general.. 189
- » 33. Hospital de Agudos. Reja de la farmacia. Detalle.. 194
- » 34. Hospicio. Vista de conjunto.. 202
- » 35. Hospicio. Portada del mismo.. 203
- » 36. Expósitos. Interior de una sala.. 207
- » 37. Hospital de la Cruz Roja. Vista de conjunto.. 229
- » 38. Hospital de la Cruz Roja. Plano general.. 231
- » 39. Hospital Militar. Escalinata de acceso a los pabellones.. 236
- » 40. » » Plano del mismo.. 237
- » 41. Hospital de San Martín.. 241
FIN
Principales editores del artículo
- Eluque (Discusión |contribuciones) [59]