Rafael Pérez de Guzmán "El Bueno"

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Rafael Pérez de Guzmán "El Bueno"
Rafael Pérez de Guzmán "El Bueno".jpg

Militar y torero

Nacimiento: 1 de abril de 1802
Córdoba
Fallecimiento: abril de 1838
La Guardia (Toledo)
Destacado: En una corrida en Granada mató el solo 10 toros.

Contexto histórico

Décadas: 1820 - 1830

Rafael Pérez de Guzmán "El Bueno"

Torero cordobés que nace el 1 de abril de 1802 en la casa número 2 de la calle de las Campanas. Hijo de don Enrique Pérez de Guzmán el Bueno y de doña Dolores Fernández de Córdova, Condes de Villamanrique del Tajo. Militar a los 18 años donde fue destinado al Regimiento de Caballería del Príncipe en la ciudad de Sevilla. Ahí, dejando las amistades de la nobleza toma contacto con el mundo del folklore, con las gentes populares y de los toros. Se cuenta que Pedro Romero y Antonio Ruiz "El Sombrero" lo vieron lancear reses bravas en el campo y presintieron que Rafael Pérez de Guzmán llegaría ser un gran lidiador.

Fue a raíz de una corrida a beneficio de los pobres de la cárcel en Sevilla el día 10 de agosto de 1820 -que estoqueó ocho toros, cinco recibiendo y tres volapiés- es cuando Rafael Pérez de Guzmán se lanza de pleno como matador dejando la milicia. Más rebasó su propia marca, en el año posterior estoqueó él solo en Granada diez astados de seis años, demostrado la destreza que poseía para el ejercicio de su profesión.

Toma la alternativa el 29 de mayo de 1831 en la plaza de Aranjuez, actuando con Roque Miranda "Rigores" y Francisco Montes "Paquito". Este último le cedió la muerte de su primer toro. Prestándose en la Corte y Villa el 13 de junio de 1831.

Estuvo ejerciendo como espada durante siete años consecutivos, llegando a ser uno de los lidiadores más destacados de su tiempo, demostrando su arte en varios lugares de España como: Madrid, Barcelona, Aranjuez y otras plazas.

Su vida tuvo un trágico final. Pues el caso, que contratado para lidiar en Madrid con sus compañeros Montes y Miranda el día 22 de abril de 1838, Rafael salió de Sevilla el 14 del mismo mes en una diligencia. Al pasar por la Guardia provincia de Toledo fue asaltado por un grupo de bandoleros, al intentar desvalijar a los viajeros se estableció una lucha entre ambos, emprendiendo la huída los malhechores. Rafael Pérez de Guzmán con la gallardía propia de un militar salió en su persecución, uno de ellos que había quedado rezagado disparó contra él, con tan mala fortuna que acabó con su vida, no sin antes haber conseguido dar muerte a uno de los asaltantes.

Cuando muere en abril de 1838 contaba con 36 años y sus restos se conservan en el Convento de San Isidoro del Campo en la localidad sevillana de Santiponce.


Testimonios

  • Rafael Pérez de Guzmán según Paseos por Córdoba
En primero de abril de 1802 nació en la casa número 2 de la calle de las Campanas don Rafael Pérez de Guzmán el Bueno, a quien, en edad competente, dedicaron sus ilustres padres al servicio de las armas, en el que se distinguió como oficial valiente y pundonoroso, siendo por último destinado al regimiento de caballería del Príncipe, que hacia 1830 hallábase de guarnición en Sevilla.
Al hablar del famoso toreador el vizconde de Miranda hemos dicho la gran afición que a los toros tuvieron los nobles cordobeses al principio de este siglo, dirigidos por aquel aristocrático aficionado, protector incansable y decidido de los toreros. Pues bien, este proceder se imitó después en Sevilla por el opulento don Fernando Espinosa, conocido por el conde del Águila, quien dedicaba gran parte de sus cuantiosas rentas a aquella afición, en la que encontraba todos sus goces y delicias.
La circunstancia de ser Guzmán pariente y amigo del conde recordaron en él la afición de sus antepasados a esta clase de lucha, y se dedicó a ella, alentado por los demás lidiadores, que desde luego conocieron en él grandes facultades para abrazar por completo la tauromaquia. Mas los justos y merecidos aplausos que alcanzaba en sus inocentes ensayos lo llevaron más allá aún de lo que él nunca pudo imaginarse, pues pidiendo su retiro, tomó por oficio lo que jamás creyeron pasara de una afición, paso que dio alentado tanto por el conde -que pretendía elevar el toreo a una gran altura- como por los maestros León, los Sombrereros, el Barbero, Nieves, Lucas Blanco, Majarón, Pichoco, Lemos, Pablo de la Cruz y otros tan en auge por aquel tiempo.
En la tarde del 23 de agosto de 1830 se efectuó una corrida a beneficio de los pobres de la cárcel, lidiando a los toros caballeros aficionados, como decía el cartel, pero matando sólo Guzmán, por no haber otros que le acompañaran, si bien pusieron como auxiliares para una necesidad a los diestros Antonio y Luis Ruiz, de Sevilla. El éxito de la función coronó las esperanzas de todos y los aplausos convencieron a nuestro nuevo matador de que era capaz de ocupar el puesto de primer espada. Desde entonces tomó la alternativa por los primeros de su tiempo, matando en varias plazas, y el 13 de junio de 1831 mató en Madrid el primero y cuarto toro, recibiendo tres veces a aquél y despachando de una buena, y del mismo modo al segundo.
Desde entonces lo vemos ya anunciado para las corridas, suprimiéndose el don con que antes lo ponían, como sucedió para la del 15 de mayo de 1836 en Sevilla, donde mató con Juan León y Manuel Lucas Blanco, ocupando ya el puesto que por su antigüedad en el arte le correspondía. Después mató en otras plazas, como Barcelona, Almagro y Aranjuez, ante la reina gobernadora, quien le regaló un traje azul Cristina, como entonces se decía, teniendo la suerte de salir ileso en todas las corridas.
En 1838 contratáronlo de nuevo para una función que había de verificarse en Madrid en la tarde del 13 de abril, y al trasladarse desde Sevilla para cumplir su compromiso fue sorprendido, con otros viajeros, por una partida de facciosos en la Mancha, dándole la muerte, por lo que yace en el pueblo de La Guardia, a donde llevaron su cadáver. Así acabó su vida cuando menos debía esperarlo el que tantas veces la expuso, tanto en su carrera como en el oficio que después adoptó llevado de la afición al toreo e impulsado por los amigos que con ella logró acarrearse.


  • Según su sobrino José Pérez de Guzmán
Rafael era bravo con los toros hasta la temeridad, era de regular estatura, de escasa ligereza, aunque dotado de ágiles y airosos movimientos; de un corazón grande y generoso, en el que jamás cupo la envidia, aunque sí la noble emulación. Al torear revelaba dichas cualidades y en la muerte de sus toros daba a éstos la lidia que requerían, siendo más certero en la suerte de esperar, que en la de acometer.


  • Según Natalio Rivas en su libro "Toreros Románticos"
Matar él solo diez cornupetas de seis años cumplidos -que a esa edad se lidiaban entonces- parece algo fabuloso y legendario para los que no hemos presenciado tamañas proezas taurinas.

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