Rita la Gitana

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Rita la Gitana y el Cautivo


Este personaje de finales del siglo XIX vivía en la Calle Pozo de Cueto donde era escenario de toda la gitanería cordobesa.

Tenía un hijo mocito que se llama Bastián que estaba pendiente del sorteo de quintas, donde podía caerle el ir a la guerra de Cuba.

Hay que indicar la siguiente historia para comprender lo ocurrido entre Rita la Gitana y el Cautivo de la Catedral.

En la parte interior del muro norte de la Mezquita, existe empotrado en la pared una figura en mármol que representa a un hombre en actitud orante, en derredor de cuya figura el pueblo llano cordobés creó la tradición de que ese hombre fue un cautivo de los moros, el cual murió de una forma trágica.

La misma leyenda cuenta que un cristiano apellidado Fernán tuvo amores con la mora Zaida, al que un hermano de ella, llamado Alistar lo encerró en la Mezquita encadenándolo a una columna, y al sorprenderlo grabando la imagen de Cristo Crucificado en la misma, mandó que lo colgaran del techo con una soga al cuello acabando así sus días. Añade la leyenda que antes de ahorcarlo besó la cruz que había esculpido, según algunos con sus propias uñas.

Pero debe existir alguna otra leyenda acerca de la cual nada se ha escrito y que los gitanos desde tiempos remotos la dan por cierta, según ésta, daban al famoso Cautivo el nombre de Juan Mengibar. Lo que no deja lugar a dudas era el fervor místico que los descendentes del "Faraón" tenían por El Cautivo, al cual, recurrían en todos los momentos apurados de su vida.

Muchos de los exvotos colocados en torno a la figura de Fernán o Juan Mengibar, avalan la leyenda, y son pruebas de la fe de los gitanos cordobeses y de otras tierras que tenían al “Cautivo”, así como las lamparillas y velas que diariamente encendían cuando esperaban recibir alguna desgracia a sus desventuras.

Pues bien, a Rita la Gitana, que como se ha comentado tenía pendiente el sorteo a quintas de su Bastián, le ocurrió el siguiente hecho con el venerado Cautivo.

La pobre gitana acudía diariamente a una especería situada en la calle de Alfayates que era conocida por la Casa de Juanele, donde adquiría la mitad de un octavo de aceite y desde allí marchaba a la Catedral para encenderle una lamparilla a Juan Mengibar y pedirle a la vez que librara de quintas a su Bastián que estaba a punto de entrar en sorteo.

Rita la Gitana se postraba de hinojos tras encender las lamparillas monologando sus súplicas.

-Más quisiera que fueras de carne y “güeso pa” regalarte la gitana más bonita de la “presuela” que es mi hija Luz, siempre que saques libre a Bastián.
-Como me lo saques libre te voy a “regalá” unas castañuelas de oro y plata y voy a“traé” aquí “manque s´enfade” el obispo, a Migueluso con el acordeón, al Soguero, a Bautista el del arpa y a Felipe con sus niñas bailaoras “pa que arme” una“juerga” hasta que se te alegren las pajarillas y salgas tu bailando también,“so resalao”, que eres padre de“tos” mis hijos y el santo más gitano de la corte “celestiá”.

Así un día y otro Rita renovaba sus pintorescas plásticas, hasta que al fin llegó el día fatídico del sorteo, en el que aumentó el suministro de aceite y el número de lamparillas, rodeando de ramos de flores la verja que circunda la histórica columna. Al pie de ésta, la buena gitana, la madre amorosa, elevaba sus brazos en ademanes emocionados ante el Cautivo al que pedía fervorosamente que librara a su hijo.

De improviso, irrumpieron en el templo gritando y gesticulando, unos cuantos“churumbaques” y tras de ellos un mozo que se adelantó hasta la pobre vieja, y al abrazarla, la emoción sólo le dejó articular esta frase:

-Mama, ¡¡El 13, y el gato negro!!.

La gitana lanzó un grito desgarrador como si en su cuerpo hubiera penetrado el acerado filo de una faca. Contraído su rostro, en una expresión rabiosa y con los ojos centelleantes se volvió hasta El Cautivo, a quien tan familiarmente interpelaba, y encarándose con él arguyó:

-¡Mira, “so jodío” lechuzo! Que “tas tragaó to” el aceite de“en ca” Juanele y “m´as jecho” a mi hijo“soldao”. Si “anigual” de ser tú, fueras Santiago, te juro que ibas a“dir” a la guerra “montaó” en una escoba, “so salamanqueso”.

Pocos meses después la pareja de la guardia civil con una requisitoria en mano realizaba gestiones para la búsqueda y captura de Bastián por prófugo de quintas.

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