Semblanza de Rafael Álvarez Ortega

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ALVAREZ ORTEGA, Rafael

(Córdoba, 1927)

Formado en la sevillana Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungria y en la madrileña Escuela de Bellas Artes de San Fernando, a Álvarez Ortega le debemos el amor por el simpático burrito de Juan Ramón Jiménez, cuya ilustración para Aguilar , 1953, no tardó en convertirse en clásica. Así lo reconoce Umbral, cuya presentación para Arteta, 1973, no debería caer en el olvido, pues es (como suya) un ejemplo más del sereno valor de la intuición poética:

"Primero hizo del mundo una línea quebrada, un trazo limpio, una escritura paralela de Juan Ramón y de Aleixandre, con niños desmadejados y árboles de hojas muy contadas, muy precisas, muy dibujadas. Luego aquella caligrafía matinal se le adensó, en el óleo, de sustancias nocturnas y colores sin nombre. Figuras mineralizadas por la quietud, por el tiempo, por la luz. El frescor original se iba secando en el fondo del cuadro como un agua con mucho sol. El proceso de Álvarez Ortega, quizás, es el paso del lirismo a la sabiduría".

En dicha exposición, el pintor colgó óleos y dibujos. Y si atractivos eran unos no menos lo eran los otros. El dibujo era el de siempre. Un dibujo limpio y puro, capaz de andar por sí mismo su camino sin que nadie lo lleve de la mano. Un dibujo del que el pintor se vale para representar los contornos de las cosas y dejarlas ahí en su justo punto sin más aderezos ni excesos ni superfluidades. Camón Aznar, que algo sabia del tema, no dudó en afirmar que sus dibujos "se hallan impregnados de un profundo humanismo, de una simplificación que llega a ser casi alegórica por irradiación de ternura de unas líneas que se deslizan con la más escueta simplicdad. Porque Álvarez Ortega ha devuelto al perfil toda su eficacia estética". Los óleos eran más duros, más acabados, más rematados, más amarrados. Duros en la forma y en el fondo. Duros en el concepto y en la resolución; pero armónicos, cual corresponde a una composición certera que no deja nada al albur del capricho.

Álvarez Ortega se ha perdido un poco desde entonces, difuminado en no sé qué brumas. Buscarlo y no encontrarlo, enoja, da rabia. La Real Academia de Ciencias, Bellas Artes y Nobles Letras de Córdoba lo tiene como miembro numerario. Ojalá se le viera más en la pintura, ilustrando en Madrid a los grandes maestros (también ilustró a Marañón) y deleitando a la afición con su bien concebida y rematada pintura.

Enrique Lafuente Ferrari: "El temblor imperceptible de una línea que arriesga su aventura sobre el campo virgen y se carga de vida sutil, de expresión delicada, de gracia descriptiva y de lírico comentario, a la vez, comenzó a ser acepto para algunos pintores españoles"

Rafael Soto Verges: "Registros postorales y urbanos, continuidad de aquellas facultades que hace ya mucho tiempo han prestigiado su bello oficio plástico".

Álvarez Ortega. Catálogo exposición Galería Arteta. Bilbao, 1973.

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