Terremoto de 1680
''El día 9 de octubre, entre seis y siete de la mañana, tembló la tierra por espacio de dos minutos, principiando algo lento y fue creciendo con espantoso estrépito, hasta causar grandes estremecimientos. El crujir de los techos, la ruina de innumerables paredes y tejados, la desunión de las piedras de los más sólidos edificios, aterró de forma que las gentes dando gritos no sabían donde guarecerse y así los que estaban en las casas se salían a la calle y los que estaban en la calle se metían en las casas. Se tuvo por milagro que no se hubiese arruinado la ciudad toda y que no hubiese perecido persona alguna, a pesar de los graves peligros que corrieron por todas partes.
Quedaron las casas tan resentidas, que se prohibió anduviesen coches por las calles y fueron reconocidas todas por los alarifes de la ciudad. Se observó que ésta por mucho rato quedó oscurecida por el polvo, de manera que muchos caminantes que a ella venían y estaban ya cerca, no veían la población que estaba envuelta en una niebla. Se hicieron muchas fiestas en acción de gracias a San Rafael, a Nuestra Señora de Villaviciosa, a los Santos Mártires de Córdoba y a San Dionisio, con gran solemnidad y asistencia del Ayuntamiento, del Cabildo eclesiástico y de las personas más notables de la ciudad.[1]
Referencias
- ↑ Anales de Córdoba. Luis María Ramírez de las Casas Deza
Principales editores del artículo
- Aromeo (Discusión |contribuciones) [2]