Ambrosio de Morales
Ambrosio de Morales | |
Historiador | |
Nacimiento: | 1513 Córdoba |
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Fallecimiento: | 21 de septiembre de 1591 Córdoba |
Actividad: | Humanista, historiador y arqueólogo |
Destacado: | Sólo vivió en Córdoba los últimos 9 años de su vida. |
Contexto histórico | |
Décadas: 1550 - 1560 - 1570 - 1580 - 1590 |
Ambrosio de Morales (1513, Córdoba - 21 de septiembre de 1591, Córdoba), humanista, historiador y arqueólogo español.
Datos biográficos
Fue hijo de Antonio de Morales, médico y catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares.
Estudió en Salamanca con su tío, el famoso humanista Fernán Pérez de Oliva, que era catedrático y rector de esa universidad; de hecho, corrigió y editó la obra de éste. Morales fue discípulo de Melchor Cano y se interesó por la lingüística, ya que compuso un Discurso sobre la lengua castellana. En 1531, muerto su tío, regresó a Córdoba y en 1533 profesó en la Orden Jerónima.
Se ordenó sacerdote y enseñó como catedrático de retórica en la Universidad de Alcalá de Henares desde 1550. Hacia 1559 recibe Morales los primeros encargos por parte de la monarquía. Felipe II le designó para realizar un viaje de estudio por León, Galicia y Asturias, viaje del que escribió una relación, titulada Relación del viaje que Ambrosio de Morales Chronista de S.M. hizo por su mandato el año de 1572 a Galicia, Asturias y León; en el curso de este viaje fue reuniendo libros, documentos, objetos y manuscritos que salvó para las colecciones reales del monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Pero, no contento con ello, persuadió al mismo rey para que ordenase la realización de unas Relaciones sobre la historia y topografía de los pueblos de España basadas en respuestas a unos cuestionarios diseñados por él en que se solicitaban, entre otros, datos toponímicos, arqueológicos, históricos y eclesiásticos. Las respuestas o Relaciones, que se han conservado, se compendiaron en ocho volúmenes que ofrecen una auténtica radiografía de la España de la época, y muchos de sus datos sirvieron para sus obras históricas, así como las informaciones que obtuvo por colaboradores preparados rigurosamente sobre cuestiones históricas y antigüedades, como Juan Fernández Franco, Antonio Agustín, Andrés Resende o Jerónimo Zurita. De este último en particular defendió los Anales de la corona de Aragón contra los ataques de Santa Cruz; con ese cometido escribió su Apología de los Anales.
Nombrado cronista de Castilla en 1563, empezó a estudiar las fuentes para realizar mejor su labor y en esta función se muestra innovador al utilizar por primera vez datos arqueológicos extraídos de testimonios no escritos como medallas, inscripciones, monumentos etc... Continuó la Crónica de Florián de Ocampo y redactó un valioso trabajo arqueológico, Antigüedades de las ciudades de España (1575), cuyo hilo conductor es la historia arqueológica de los lugares citados en la Crónica de Ocampo. Hizo también un Discurso sobre las antigüedades de Castilla y editó asimismo los libros de su tío Fernán Pérez de Oliva agregándoles 15 Discursos propios. En 1567 es designado como procurador en el proceso de canonización de fray Diego de Alcalá. Un año después, actuó de juez en uno de los certámenes celebrados con ocasión de las fiestas conmemorativas del traslado desde Huesca a Alcalá de las reliquias de los mártires Justo y Pastor. A partir de 1578 se instaló en Puente del Arzobispo, después de su nombramiento, en 1577 por el cardenal y arzobispo de Toledo Gaspar de Quiroga como vicario y administrador de los hospitales de la localidad; pero pronto, por problemas de salud, regresó a Córdoba en 1582, donde residió hasta su muerte.
Su continuación de la Crónica iniciada por Florián de Ocampo posee un espíritu muy diferente, ya que posee el estricto rigor científico que le falta a aquel y examina meticulosamente las fuentes de información; dedicó toda su vida al estudio de la historia de España, desde antes incluso de ser nombrado cronista oficial en 1563. Visitó los lugares reales de los hechos que narra en busca de una información más directa y utiliza informaciones epigráficas. Y no se limita a referir los hechos, sino que procura contextualizarlos ofreciendo una información más amplia sobre el periodo estudiado que incluye las costumbres, el arte, la lengua, la economía y otros temas. Por ello resulta en conjunto un autor muy moderno. Su pecado es que no es especialmente afortunado en el estilo, pues sacrifica la belleza de la forma a la precisión del contenido.
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Fuente
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