Asesinato del jardinero Aniceto García Roldán (1986)
Aniceto García Roldán era jardinero del Ayuntamiento de Córdoba. Una mañana, mientras se disponía a comenzar su jornada laboral en "los Patos", presenció a un joven que amenazaba con una navaja a una mujer, exigiéndole que abriera su bolso para robarle. El agresor empezó a zarandear a la mujer, y sin dudarlo, Aniceto García acudió en su defensa, armado solo con su escoba. En el forcejeo, el ladrón le propinó dos navajazos que resultaron mortales.
La historia no termina ahí, ya que tras el ataque, Miguel García, hermano de Aniceto y también barrendero, persiguió al delincuente sin saber que las heridas de su hermano serían fatales. Miguel siguió al ladrón a pie, defendiéndose de las amenazas con la escoba. Varias personas más intentaron detener al agresor en aquella Córdoba, que en ese tiempo tenía las vías del tren y un paso a nivel cercano a los Jardines.
Al regresar a los jardines, Miguel se enteró de la gravedad de las heridas de su hermano. Mientras tanto, el delincuente huyó al barrio de Las Margaritas, donde, junto a otro hombre, se inyectó heroína en un edificio abandonado, sufriendo una sobredosis que lo llevó al hospital Reina Sofía. En ese mismo hospital fue ingresado Aniceto García, quien falleció poco después de llegar. El nombre del asesino era Antonio Hernández Plantón, un joven de 18 años del barrio de Las Palmeras, que había salido de la cárcel gracias a una fianza de 100.000 pesetas, una suma considerable en aquella época.
Cabe destacar que tanto Aniceto García, de 53 años, como su madre y su viuda, eran sordomudos de nacimiento. Al funeral de este valiente jardinero asistieron miles de personas, un evento que, según algunos medios de comunicación, no se había visto desde el entierro de Manolete.
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