Benamejí (Rincones de Córdoba con encanto)

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Los pueblos
Rincones de Córdoba con encanto
Francisco Solano Márquez (2003)
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Benamejí / Un lujo de plaza

Aunque perdiera en 1973 su palacio renacentista del siglo XVI, la plaza mayor de Benamejí –rectángulo perfecto por el que respira el cuadriculado plano callejero– es un acogedor salón al aire libre. Como recuerdo de aquel palacio, relegado en su última etapa a mercado y casa de vecinos, que fue víctima de la ruina progresiva, las casas consistoriales levantadas en 1980 sobre su solar incorporaron el escudo duplicado de los Bernuy a ambos lados del balcón principal y media docena de abombadas columnas de mármol rojo procedentes del bello patio claustrado; son las que se ven hoy flanqueando la puerta principal y en la torre del reloj.

Pero el edificio que da categoría monumental a la plaza es la iglesia parroquial, cuya advocación deducirá el viajero con solo fijarse en la imagen de piedra situada en la hornacina de la portada, una Inmaculada Concepción. Con la sobria fachada de piedra, que le proporciona cierto aspecto conventual, contrasta la barroca torre de ladrillo, que a la altura del campanario transforma su planta cuadrada en octogonal. La diferencia estilística que presentan fachada y torre se explica por la distancia temporal que las separa: la fachada ostenta el año 1670, mientras que la torre se levantó en 1767, un siglo más tarde. En el interior llaman la atención la original cúpula del crucero –sin parangón en la arquitectura barroca cordobesa, a juicio del profesor Rivas Carmona– y la suntuosa capilla octogonal del Sagrario.

La plaza de la Constitución, su nombre oficial, ha sido objeto de una agradecida reforma que reordenó su espacio, mejoró su calidad y le confirió una prestancia de la que antes carecía. Así, se sustituyó la extemporánea fuente de piedra artificial, inspirada en la granadina de los Leones, por una sólida fuente de granito rosa, amplio pilar circundado por surtidores que estrellan los arcos de agua contra la taza central, de la que brota un grueso penacho de agua. Cambió las modestas farolas, impropias de salón tan principal, por otras de fundición que sostienen dobles globos; como de hierro fundido son también los nuevos bancos que, en alternancia con jóvenes naranjos, festonean la plaza, y que al atardecer se pueblan de jubilados. Reemplazó el viejo pavimento por noble granito gris, cuadriculado por cenefas de menudo enchinado. Y decoró sus ángulos con ajardinados parterres.

Un lujo de plaza, donde al viajero le apetecerá sentarse para imaginarse el antiguo palacio, dialogar con la torre, observar las características ventanas salientes de la tangencial calle dedicada al juez José Marrón, o, simplemente, contemplar el ritmo de la vida cotidiana, regulado por dos relojes, el de la parroquia y el del ayuntamiento.

A dos pasos de la plaza, a través de la calle José Marrón, la antigua pesadilla de la Grieta –falla geológica que originaba corrimientos de tierra devoradores de casas– ha dado paso, tras la consolidación de la ladera, a un paseo mirador que en su disposición recuerda al Adarve prieguense. La gran balconada, frecuentada por los vecinos al atardecer, permite contemplar el valle del Genil, río que serpentea al pie de los montes forestales, uno de ellos malherido por las obras de la nueva carretera, junto al que blanquea, agazapada, la aldea de El Tejar.

A corta distancia de Benamejí, al término del tobogán de curvas de la antigua carretera de Málaga, el viajero puede apreciar un encanto renacentista, injustamente postergado desde que la vieja carretera de Málaga quedó jubilada con la apertura del nuevo y rectilíneo trazado: el monumental puente construido a mediados del siglo XVI sobre el Genil por el segundo Hernán Ruiz –el mismo arquitecto que diseñó la trama urbana–, con su soberbio arco central de medio punto flanqueado por otros dos menores, separados por tajamares semicilíndricos. Desde allí abajo se aprecia la silueta del pueblo, asomado al borde de la Grieta bajo la vigilancia de la torre parroquial, que apuñala el cielo con su afilado chapitel.



Referencia

  1. MÁRQUEZ, F.S.. Rincones de Córdoba con encanto. 2003. Diario Córdoba

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