Castellanismos
El habla de Fuente la Lancha carece de especial relevancia desde el punto de vista fonético. Las particularidades de su pronunciación vienen a ser semejantes a las que caracterizan al español de la Sierra cordobesa, y no se diferencia en nada de las modalidades de El Viso, Villaralto o Hinojosa del Duque y, escasamente, de Villanueva del Duque.
No faltan, sin embargo, sorpresas bajo la forma de auténticas perlas léxicas: pervivencia de palabras que revelan algo de la historia lingüística de la zona o del español en general. Merece la pena, en este sentido, comentar dos de ellas, recogidas en Fuente la Lancha, aunque es posible que subsistan en otros pueblos del entorno; corrobra y tordegá.
Con corrobra se designa el convite con que se reglan quienes acaban de cerrar un trato de algún tipo y, por extensión, cualquier celebración, en general. Se trata de un derivado del latín roborem, roble, a través del derivado también latino roborare, “fortificar”. Es, pues, una forma castellana, con paientes en todo el occidente peninsular, que contrasta con la voz de origen árabe alboroque, más común en Andalucía para designar este tipo de convites y que también existe en toa el área de la Sierra. Esta dualidad pone de manifiesto la existencia de formas dobles, una de origen latino y otra tomada del árabe para designar la misma realidad, dualidad muy frecuente en toda la Península hasta el siglo XIII y que en Andalucía se mantiene de manera mas persistente.
Tordegá, con el sentido de “terrón con césped”, presente problemas mayores. Está, sin duda, emparentada con el castellano viejo tórdega, “tira de piel”, desconocido en el resto de Andalucía, en cualquiera de las dos acepciones. Forma de origen poco claro, el sentido con que aparece en Fuente la Lancha tiene todos los visos de ser una creación metafórica antigua, que pone de manifiesto la expresividad y riqueza del léxico cordobés.
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