Cementerio de Moriles

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Historia del cementerio de Moriles
La aldea de los Zapateros, en sus orígenes, no disponía de cementerio, teniéndose que desplazar a Monturque o Aguilar para dar sepultura a sus seres queridos; circunstancia que debió prevalecer con posterioridad al 1787 (año en el que se pudo ejecutar la reconstrucción de la iglesia de la aldea de Zapateros), en ese año se promulgó una Real Orden con fecha del 3 de abril dictada por Carlos III en la cual se obligaba a construir cementerios rurales por toda la monarquía. En el origen de esta ley se encontraban las malas condiciones higiénico-sanitarias, que a finales del siglo XVIII presentaban las iglesias y conventos de pueblos y ciudades españolas, por los enterramientos que se realizaban en ellos , la dificultad de para aplicar la ley (lo que suponía romper con las tradiciones muy arraigadas en la población), provocó que se alcanzara el siglo XIX sin que se hubiese instaurado esta ley de forma definitiva, lo que produjo una nueva legislación sobre la cuestión que se aplico durante la primera mitad del nuevo siglo.
Sobre el año 1811 se llevaron acabo las obras que seria el primer cementerio de la aldea de Zapateros; construyéndose contiguamente a la iglesia que poseía la aldea con el objetivo de enterrar allí a los fieles que fallecieran.
Fue la Hermandad de la Virgen de la Salud quien se convirtiera en promotora y patrocinadora de la construcción del cementerio terminándose en agosto de 1811. Acogiéndose ala legislación vigente, se necesitaba la autorización y bendición de la jerarquía eclesiástica para su apertura, características que pudo reunir el camposanto que fue inaugurado en la aldea.
Por distintas causas y razones entre ellas el constante crecimiento de de la población, motivaron que el cementerio se encontrarse saturado completamente en los años centrales del siglo XIX, agravándole la situación año tras año, hasta ser necesaria la clausura urgente.
En 1877 se tomaron las primeras iniciativas con una solicitud dirigida al ayuntamiento de Aguilar, reflejando la situación real en que se encontraba el cementerio de la aldea de Zapateros.
En agosto de 1877 se presentó en el ayuntamiento de Aguilar un presupuesto de gastos para la construcción de un nuevo cementerio que ascendía a 1000 pesetas, teniendo también en cuenta la ayuda económica que prestó la población de la aldea. Este proyecto no tomó visos de hacerse realidad hasta el mes de octubre.
Se desconoce cuando concluyeron las obras del camposanto, pero se puede considerar que cumplieron el plazo de dos meses, previstos en el pliego de condiciones, que se conservan algunas lápidas de las que pudieron ser de las primeras personas que recibieran sepultura en el nuevo cementerio.


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