Corpus Chiquito

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El Corpus Chiquito en la Plaza de San Agustín
El Corpus Chiquito


Desde tiempos remotos era costumbre -por privilegio apostólico hacia los dominicos- que el domingo después de la celebración en jueves de la Festividad del Corpus, y desde la iglesia de San Agustín se celebrara una procesión eucarística donde iba expuesto el Santísimo Sacramento en artística Custodia de plata de dimensiones aproximada de un metro y medio. Esta procesión se le llamaba el Corpus Chiquito de los Dominicos. Por los años cuarenta y cincuenta del siglo XX el organizador principal de tan magna procesión fue el dominico Fray José María Yáñez O.P..


El cortejo eucarístico recorría diversas calles del barrio de San Agustín y barrio de Santa Marina. Se montaban cuatro altaritos en los siguientes lugares: Piedra Escrita; puerta principal de la iglesia de Santa Marina; plaza de don Gome junto a las rejas del Palacio de Viana y plaza de San Agustín. Al llegar la Custodia a los mismos se rezaban y cantaban himnos eucarísticos. El montaje de los altares corrían por cuenta de las siguientes Hermandades y Cofradías: Orden Tercera de Santo Domingo de Guzmán; La Fervorosa Hermandad del Santísimo Cristo de San Álvaro; La Cofradía y Asociación del Rosario Perpetuo y la Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias Coronada (Córdoba).


La Festividad comenzaba a las ocho de la mañana donde la banda de cornetas y tambores del Colegio de la Merced recorría el barrio tocando diana. A las diez, misa solemne con sermón panegírico predicado por un sacerdote de la O.P. o vinvulado a ella por ser terciario dominico, como fue el cura párroco Martín María de Arrizubieta Larrinaga; estuvo presente algún año, el obispo dominico de Córdoba Fray Albino. Después de la misa quedaba expuesta Su Divina Majestad que durante todo el día quedaba para la adoración de los fieles, turnando en el rezó del Santo Rosario los fieles asociados al Rosario Perpetuo. A las siete y media de la tarde tras el repique de las campanas de todas las iglesias del entorno se organizaba la gran procesión eucarística.


El orden del cortejo se preentaba de la siguiente forma: Batidores de la Guardia municipal a caballo, Banda de cornetas y tambores del Colegio Provincial de la Merced, Cruz conventual de los dominicos, Niños de los colegios del barrio, Orden Tercera de San Francisco, Orden Tercera de Santo Domingo, Adoración Nocturna, Hermandad de San Álvaro, Hermandad de San Rafael, Hermandad de Labradores, Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias, comunidades religiosas, clero parroquial, niños y niñas de primera comunión, Custodia, palio portado por seminaristas, representante eclesiástico acompañado por diáconos revestidos con casullas artísticas


Los vecinos de las calles por donde pasaba la procesión encalaban las casas y ponían en sus balcones y ventanas corchas o tapetes bordados, mantones de Manila, flores o simples colgaduras, arrojando un sin fin de pétalos de rosa al paso del Santísimo.


Terminada la procesión, se impartía la bendición solemne con una Custodia de mano y volvían a repicar con más impetu las campanas entre el estruendo de una gran cohetada.

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