Cuando se comió carne de ballena
Cuando se comió carne de Ballena
En el año 1951 apareció un anuncio que decía “Una ballena cazada el domingo se pone a la venta en las carnicerías”. Toda una novedad en una Córdoba donde la hambruna era muy corriente, sobre todo en las clases menos pudientes.
El cetáceo con la denominación 603 fue capturado en aguas del estrecho junto a las costas de Marruecos, siendo arrastrada a San Fernando para su desguace, posteriormente fue trasportada en el “tren pescaero” a nuestra ciudad. En otros lugares de Andalucía ya se realizaba esta venta, sobre todo en Cádiz y Sevilla, lo que permitió el probar en nuevos mercados. La empresa que se dedicaba a su comercialización se llamaba “La Ballenera del Estrecho”.
Fue una ballena más bien pequeña, sólo tenía dos años y pesaba sesenta toneladas, medía diecinueve metros de larga con dos metros de diámetro. Los lomos fue la única carne que se consumió, ésta era la cantidad suficiente como para que dar de comer a dos mil ochocientas familias diarias durantes varios días.
La ballena 603 ya en la plaza tuvo cierto éxito, más por su curiosidad que por meterle el diente el consumidor, su carne era tan roja tirando a guinda que mucha gente le repelía el verla. El precio se fijó en once con cincuenta pesetas el kilo. Centenares de kilos pasaron a los estómagos curiosos de cientos de cordobeses. En aquellos días, las tabernas donde se servían tapas también fue una novedad, pues era costumbre en algunas de ellas “meter gato por liebre”. Decía la gente: -Se parece la "Ballena" al "Litri", ya que los dos llenaban las plazas.
Su sabor era parecido al de la carne de vaca, con la particularidad que era más barata y que tenía incluso más cualidades nutritivas por su composición en proteínas esenciales.
Como las amas de casa no conocían una receta apropiada para cocinarla el Diario Córdoba propició una que decía lo siguiente:
- Conviene ponerla en agua durante tres o cuatro horas. Así quedará bien desangrada. El agua debe tener unas gotas de vinagre. No es precisa la sal. Después se puede cocinar de la siguiente forma: en estofado, mechada, o frita en adobo. No es aconsejable encebollarla.
La verdad que los ciudadanos después de aquella partida no volvieron a saborear de una forma masiva la carne de este pez dueño de los mares. No se sabe si fue porque los cordobeses son algo señores al consumir cosas extrañas, -y no cayó muy bien su degustación- o porque entre la pesca, manufacturación y transporte era mucho el tiempo transcurrido hasta que llegaba al consumidor cordobés. Hay que tener en cuenta que no existían medios frigoríficos de transporte y que sólo se conservaba mediante barras de hielo y sal.
La propagada oficial de aquel tiempo magnífico el acontecimiento incitando al público a consumirla, dándose el hecho, de que en muchos puestos estuvo expuesta durante más de diez días y era motivo atractivo para que acudieran cientos de mosca.
Esta experiencia vivida en Córdoba dio pie a pasillos cómicos en el Carnaval clandestino de la famosa calle Montero, donde se cantaban las siguientes coplillas.
- No comer de Sandalio
- el cetáceo
- que vaya “uste” a saber
- los moscardones
- que le han “picao”.
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- Mi vecina comió ballena,
- por donde,
- el punto se le fue
- y lleno hasta la “casera”.
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